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¡Que alguien me explique!

La guerra que pocos ven

Se nos dice que la confrontación entre Estados Unidos y China es solo comercial, pero la realidad es muy distinta. Se trata de una guerra financiera y tecnológica cuyas consecuencias para el mundo en el que vivimos aún no se pueden dimensionar. Podría ser desastroso

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Donald Trump le declaró la guerra a China. Y sus consecuencias en la frágil aldea global en la que vivimos aún no las podemos dimensionar.

No es una guerra con armas convencionales, bombarderos, misiles o incluso armas nucleares. Es una guerra financiera y tecnológica que pocos alcanzan a ver.

Porque contra lo que se quiere vender, que la confrontación entre Estados Unidos y China es solo por el déficit colosal en la balanza comercial, la realidad es otra. Analicemos.

La diferencia entre lo que Estados Unidos le vende a China y lo que China le vende a los Estados Unidos opera muy a favor de China.

El déficit es de unos 490 mil millones de dólares, cinco veces más que el déficit con México y Canadá del que tanto se quejaba Trump y con el que obligó a renegociar el TLC.

Pero hasta hace un par de meses, las quejas de Trump contra el déficit con China eran pocas. Todos preguntaban por qué tanto escándalo con el TLC, cuando ajustando tuercas con los chinos se les multiplicaban por cinco los beneficios.

Pero de pronto las hostilidades crecieron y China es ahora el puerquito de todos los tuits del inquilino de la Casa Blanca, quien la semana pasada impuso tarifas y aranceles por 200 mil millones de dólares a las importaciones chinas.

¿Así, de pronto, entre que ingería una McDonalds y otra, a Trump se le metió entre ceja y oreja declarar una guerra comercial que sabe será desastrosa para el planeta entero?

Lo que de verdad se esconde detrás de la agresión comercial es otra. La guerra de Estados Unidos es financiera y tecnológica. Nos explicamos.

Debido al superávit comercial que tiene China con la nación gobernada por Trump, ese país tiene en sus reservas 1.3 trillones de dólares de bonos del tesoro norteamericano.

Para decirlo de manera simple, de casa dólar de deuda que Estados Unidos tiene con todos los países del mundo, China tiene el 28 por ciento de esa deuda.

Para decirlo de forma más sencilla, si los chinos salen a vender al mercado colapsarían las finanzas norteamericanas.

China quiere aprovechar ese guardadito para invertirlo en infraestructura por todo el planeta. Carreteras, energía alternativa y nuevas tecnologías de la información.

Para su fortuna, China ya se le adelantó a Estados Unidos con un mejor desarrollo de la próxima generación de internet, popularmente conocida como 5G o quinta generación.

A diferencia del 4G que todos usamos hoy, el 5G es un brinco tecnológico espectacular que permitirá que el acceso a las redes se convierta en algo así como respirar.

La tecnología es tan diferente, que no se puede usar la infraestructura del 4G. Hay que tender una nueva red con uso intensivo de nuevas antenas, más o menos una cada cuatro cuadras.

Eso implica un enorme desembolso. Pero como China tiene las reservas de sus excedentes del comercio con Estados Unidos, se lanzó a ofrecer instalar el costoso 5G por todo el mundo.

Inglaterra, Francia e incluso México, tienen propuestas de conglomerados chinos como Huawei, quien se está posicionando como el nuevo Apple del siglo XXI. Y eso no le gusta a los Estados Unidos, dueños hoy por hoy de la vanguardia tecnológica.

Y bajo la premisa de que la expansión tecnológica china a través de Huawei es en realidad una poderosa red de espionaje, los norteamericanos ya amenazaron a los ingleses, a los franceses e incluso a los mexicanos de que se atengan a las consecuencias si aceptan la nueva tecnología y el financiamiento chino.

Por eso Trump aceleró la disputa arancelaria. Para amenazar a China de que si no suspende sus ambiciones de ser el amo y señor del 5G, su muy rentable comercio con los Estados Unidos se encarecerá.

Aún no conocemos el alcance de la respuesta del gobierno chino a las amenazas de Trump. Pero no tengan la menor duda de que estamos frente a una guerra sin armas convencionales, cuyas consecuencias podrían llevar al mundo a una nueva recesión. Paren las antenas.

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