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3 de mayo 2024

22 de septiembre 2021

Política

La caída de Cabeza de Vaca

A pesar de que las instancias legales no han sido suficientes para tumbar al gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, la presión judicial sería suficiente para equilibrar el tablero político y desarticular a un poderoso mandatario estatal con aspiraciones presidenciales

Por Magenta Staff

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El aparato de justicia como método de presión política. Esta dinámica es quizá la regla no escrita más importante del sistema político mexicano.

Por un lado, a los gobernadores que cooperan se les otorgan facilidades y puestos. Por el otro, quienes se oponen, padecen la presión judicial hasta llegar a un punto de arreglo político.

El caso actual del cuestionado mandatario de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, es uno de los ejemplos más ilustrativos.

Gacía Cabeza de Vaca carga sobre sus hombros un expediente de más de mil páginas que apuntan a su presunto enriquecimiento multimillonario con dinero proveniente del crimen organizado y el desvío de recursos públicos.

La robusta carpeta de la Fiscalía General de la República arroja luz al supuesto financiamiento que ha recibido desde 2005 por parte del Cártel del Golfo, a los presuntos negocios ilícitos de su suegro relacionados con el robo de combustible, así como a la red de empresas fachada con las que habría sustraído millones de pesos del erario.

Y aunque el mandatario no ha podido aclarar su papel en los negocios irregulares que se le acusan, ni tampoco en los graves abusos a los derechos humanos en los que se ha visto involucrada la Policía Estatal bajo su mando, la sostenida ofensiva judicial que desde hace meses enfrenta el político panista desde la Federación no ha tenido el efecto de provocar su desafuero y posterior enjuiciamiento.

Sin embargo, la embestida del gobierno de la 4T, combinada con los resultados electorales favorables al oficialismo en Tamaulipas en las pasadas elecciones del 6 de junio, han orillado al mandatario estatal hacia el abismo político.

Hasta hace poco un prometedor gobernador con aspiraciones nacionales, que ha cabildeado con poderosos intereses al norte del Río Bravo y quien de acuerdo con la Unidad de Inteligencia Financiera, habría financiado campañas políticas en otros estados, hoy García Cabeza de Vaca se encuentra prácticamente desarticulado y arrinconado.

Versiones periodísticas aseguran que el panista ya prepara su huida del país ante el inminente arranque -este 1 de octubre- de la nueva legislatura con mayoría morenista en el Congreso estatal, la cual podría arrebatarle el último manto de protección legal ante las serias acusaciones de la Fiscalía, que ameritarían la temida prisión preventiva.

De acuerdo con fuentes consultadas por el portal Emeequis, el gobierno de la 4T ya tendría identificados los posibles destinos en Estados Unidos a los cuales se podría trasladar.
Aunque aún no queda claro si el aparato de seguridad federal haría algo para detener su posible partida de México.

El caso de García Cabeza de Vaca contrasta con el trato favorable que le ha dado el presidente Andrés Manuel López Obrador a otros gobernadores o ex gobernadores de oposición que, a diferencia del tamaulipeco, no han significado un frente de resistencia al poder central. (Murat en Oaxaca, Sinaloa, Nayarit).

Destacan los casos recientes de Quirino Ordaz Coppel, de Sinaloa y de Antonio Echavarría, de Nayarit. Pero también de Alejandro Murat, de Oaxaca; Alfredo del Mazo, del Estado de México, Javier Corral, de Chihuahua; y Omar Fayad, de Hidalgo.

Francisco Javier García Cabeza de Vaca le apostó fuertemente a ser la principal figura de la oposición política a la 4T.

Al borde del exilio, hoy, el cuestionado gobernador panista sufre las consecuencias. Adiós 2024. Y el mensaje de Palacio Nacional para el resto de los mandatarios estatales queda más que claro.

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