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La Belisario para Porfirio

A punto de cumplir sus 9 décadas de vida, Muñoz Ledo está al frente de la lista para recibir la medalla Belisario Domínguez, la presea que otorga cada año el Senado a los mexicanos que destacan en sus acciones en beneficio de nuestro país y de la humanidad

Por Ramón Alberto Garza

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Porfirio Muñoz Ledo es uno de los iconos vivientes más respetados en la política mexicana.

Leyenda en su transitar por casi todas las corrientes políticas, es personaje indispensable en la gestación de los movimientos progresistas que consolidaron nuestra democracia en las últimas cuatro décadas.

A punto de cumplir sus 9 décadas de vida, Muñoz Ledo está al frente de la lista para recibir la medalla Belisario Domínguez, la presea que otorga cada año el Senado a los mexicanos que destacan en sus acciones en beneficio de nuestro país y de la humanidad. Lo está postulando Ifigenia Martínez Navarrete, la más destacada y reconocida mexicana de la izquierda, a la par de un puñado de senadores.

De ésta que es la máxima condecoración que se da a un ciudadano mexicano, se han otorgado 70 preseas desde su creación en 1954. Y entre los personajes a los que se les ha otorgado, desde su herencia política, figuran Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo, Manuel Gómez Morín y Luis H. Álvarez hasta Rosario Ibarra de Piedra, Juan de Dios Bátiz, José Ángel Conchello y Carlos Castillo Peraza.

Sin regateos, Porfirio Muñoz Ledo está a la par de Cuauhtémoc Cárdenas en la cúspide de todos aquellos quienes merecen ser nombrados forjadores de la moderna democracia en México.

Pocas hojas de vida como la de Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, quien nació en la Ciudad de México el 23 de julio de 1933.

Político, abogado, politólogo, diplomático y periodista, Muñoz Ledo estudió Ciencia Política y Derecho Constitucional en la UNAM, y se doctoró también en esas mismas especialidades en la Universidad de París.

Desde los años 60 fue escalando posiciones políticas que lo llevaron a ser diputado federal en dos ocasiones, diputado constituyente de la Asamblea de la Ciudad de México, y senador en dos ocasiones.

En el sexenio de Luis Echeverría fue Secretario del Trabajo y en el de José López Portillo fue Secretario de Educación, además de innumerables posiciones diplomáticas entre las que destacan ser embajador de México ante la ONU y ante la Unión Europea.

No en balde se dice que Muñoz Ledo es, junto con Beatriz Paredes, uno de los dos mexicanos a los que el sistema les debe el ser presidentes de México.

Desde su militancia partidista, Muñoz Ledo fue presidente del PRI en el sexenio de Luis Echeverría y al finalizar el gobierno de Miguel de la Madrid encabezó -con Cuauhtémoc Cárdenas- la escisión de la Corriente Democrática que se transformaría en el Partido de la Revolución Democrática, del que también fue su presidente.

Sus méritos como líder y luchador de izquierda -y también en esa transición como presidente del Congreso- lo llevaron a ser quien en diciembre de 2018 transfiriera la banda presidencial de Enrique Peña Nieto a Andrés Manuel López Obrador.

Pero, sin duda, uno de los méritos más notables en Muñoz Ledo -además de su alcance intelectual y su sólida capacidad discursiva y de debate- es el de ser reconocido como un político siempre en la vertical, de los muy escasos que pueden presentarse sin mancha de corrupción, siempre al frente de causas reformadoras, tanto en el gobierno como en el poder legislativo, en las instituciones judiciales y electorales, así como en los partidos políticos.

Por eso decimos que, la propuesta de Ifigenia Martínez Navarrete, de otorgarle a Muñoz Ledo la presea Belisario Domínguez no podía recaer en mejor mexicano.

Existe, sin embargo, el temor de que sus recientes distanciamientos del quehacer y del pensar de Morena, y del presidente Andrés Manuel López Obrador, puedan frenar y boicotearle lo que a todas luces es un merecimiento incuestionable.

El inquilino de Palacio Nacional tiene la oportunidad de reconocer, con gratitud, a uno de los hombres cuyas ideas y luchas pavimentaron el camino para que hoy él mismo pueda estar sentado en la Silla del Águila.

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