Julio Scherer: (Im)prescindible

Cuando la subsidiaria mexicana de la constructora de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid tuvo problemas para cobrar lo que le debe Pemex, el árbitro terminó siendo Julio Scherer.

Cuando Miguel Alemán Magnani y Grupo Prisa se enfrentaron en el litigio por el control de Radiópolis, el árbitro inicial del conflicto terminó siendo Julio Scherer.

Cuando Pemex se acercó a Alonso Ancira para firmar un acuerdo reparatorio, que puso en garantía las acciones de Altos Hornos de México, el presidente designó como mediador y estructurador del proceso a Julio Scherer.

A lo largo de la mitad del sexenio, a Julio Scherer se le otorgaron facultades más allá de las que un Consejero Jurídico había estado acostumbrado a realizar.

Después de la salida de Alfonso Romo, Julio Scherer se convirtió en el único interlocutor de la élite empresarial mexicana con el presidente Andrés Manuel López. Su renuncia ha dejado un vacío, que el presidente no tiene la menor intención de llenar.

Esto representa un riesgo adicional para un país cada vez más presión por la normalización de la política monetaria de Estados Unidos; por el deterioro financiero de Pemex; por el debilitamiento sistemático de los reguladores de energía y de competencia, y por presiones inflacionales que amenazan la frágil recuperación de la economía mexicana.

La élite empresarial, los inversionistas extranjeros y los tenedores de activos mexicanos no terminan de asimilar la renuncia de Julio Scherer al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

En los hechos, los hombres y mujeres del dinero se quedaron sin el último interlocutor de alto nivel en la 4T. Un peso adicional al debilitado riesgo país.