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23 de noviembre 2024

25 de septiembre 2024

¡Que alguien me explique!

¡Jolines!, otra maldita herencia

Como si no fueran suficientes las herencias malditas que el presidente Andrés Manuel López Obrador le está dejando a su sucesora Claudia Sheinbaum, desde la Madre Patria viene el último resbalón

Por Ramón Alberto Garza

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Como si no fueran suficientes las herencias malditas que el presidente Andrés Manuel López Obrador le está dejando a su sucesora Claudia Sheinbaum, desde la Madre Patria viene el último resbalón.

Apenas ayer, la Cancillería de España lamentó que el Rey Felipe VI no haya recibido invitación oficial para asistir a la toma de posesión de la primera presidenta de México.

Ello, a pesar de que desde la cancillería mexicana, se anunció que se corrieron las cortesías diplomáticas a todos los jefes de Estado. La explicación fue que la invitación se le extendió al presidente español, Pedro Sánchez, pero no al Rey Felipe VI, casado todavía con la asturiana Letizia Ortiz Rocasolano.

Curiosa explicación cuando hace seis años, el rey de España hizo viaje especial a México para asistir a la toma de posesión de López Obrador. Pero tan pronto arrancó el sexenio de la Cuarta Transformación, las relaciones entre el gobierno mexicano y el español alcanzaron la antesala de la ruptura.

Que si la Madre Patria le debía pedir perdón a México por los abusos de la conquista -pese a que España en ese tiempo no existía como país-; que si los inversionistas como Iberdrola, Repsol y OHL corrompieron y sacaron ventaja con los gobiernos del PRIAN o que el monarca español se dedicó a recibir a sus adversarios. Los ataques abundaron.

Lo cierto es que el desprecio de la Cuarta Transformación hacia la corona española fue creciendo de manera evidente en las conferencias mañaneras de Palacio Nacional. Y el rompimiento diplomático con el gobierno de la península ibérica estuvo a un paso.

La pregunta hoy es cómo un nuevo Canciller como Juan Ramón de la Fuente -con fama pública de inteligente, conciliador y sensato- o si la misma presidenta electa, Claudia Sheinbaum, están comprando una pelea que ellos jamás iniciaron, y que no tendrían por qué sostenerla sólo para complacer el ego del que ya se va.

Para México, España no es cualquier nación. Estamos hablando de que, al iniciar el actual gobierno, figuraba como el segundo país en inversiones extranjeras directas, sólo detrás de los Estados Unidos. Seis años después, esa inversión se fue a negativo, alcanzando en el primer semestre de este año una cifra negativa de 219.4 millones de dólares. Es decir, los capitales españoles en fuga frente a la malquerencia del mandatario mexicano.

Quizás otra de la muinas del todavía presidente López Obrador es que miles y miles de mexicanos adoptaron, en los últimos años, la ciudadanía española, frente al temor de que en México las cosas se pusieran muy difíciles y poco amigables para los “conservadores”, durante y después de su gestión. Y esa lista de expatriados es encabezada por tres mandatarios mexicanos: Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

En este contexto, la inminente presidenta tiene la oportunidad para reivindicar el desdoro diplomático que el gobierno mexicano le hace al rey de la nación más vinculada por historia, por idioma y por economía a nuestro México. Anoche, la jefa de Estado a la que le cruzarán la banda presidencial el próximo primero de octubre, dijo que hoy miércoles daría a conocer su postura en una carta.

Ojalá que sea una rectificación de altura. Lamentable sería que fueran bienvenidos -por invitación- los Putin, los Maduro o los Díaz-Canel, y que se insistiera en el desprecio para el rey de una nación como España que, aunque le pese al que ya se va, nos heredó y nos fundió a su historia y con la que tenemos lazos de sangre y de economía indisolubles. ¡Jolines! Qué maldita herencia.

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