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Interjet sin piloto

La inmovilidad del gobierno federal ante la decisión unilateral de Interjet para no prestar un servicio ya pagado, y en particular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de la que nada hemos escuchado, obligan a preguntar: ¿Y dónde está el piloto en esta 4T?

Por Ramón Alberto Garza

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Desde su creación en 2005, Interjet se convirtió en el modelo de las líneas aéreas de bajo costo en México, desafiando en su momento a Aeroméxico y a la desaparecida Mexicana de Aviación.
 
Como proyecto empresarial de la familia Alemán –cuya fortuna viene de los días de gloria política de su patriarca, el presidente Miguel Alemán Valdés- Interjet se volvió muy pronto en un caso de estudio.
 
Además de sus bajos precios, fue tejiendo mejores servicios que Aeroméxico, presumiendo una flotilla de flamantes aeronaves Airbus y Sukhoi que fueron poco a poco conquistando la preferencia de los nuevos viajeros.
 
Pero sería que el bajo costo fue muy bajo o que el costo operativo se les fue muy alto, desde el sexenio pasado Intejet entró en zona de elevada turbulencia.
 
Las deudas se fueron acumulando, lo mismo en el leasing de sus aeronaves, que en los servicios de mantenimiento, los gastos de combustible y el pago de servicios aeroportuarios.
 
Los que conocen el detalle financiero advierten que la deuda de la empresa creada por los Alemán –Velasco y Magnani- alcanzó ya los 500 millones de dólares.
 
Y si en tiempos normales el vuelo se les tornó difícil, con la nueva realidad impuesta por la pandemia, que obligó a suspender operaciones de todas las líneas aéreas del mundo, el futuro se volvió imposible. Y todo se vino abajo.
 
Esta semana, Interjet se vio obligada a suspender sus operaciones, dejando varados a casi tres mil pasajeros solo el primer día en que unilateralmente decretaron que ya no volarían.
 
Primero quisieron engañar diciendo que eran trabajos de mantenimiento al equipo. Curioso que todos juntos. Pero nadie les creyó. Y se vieron forzados a revelar que no tenían ni para pagar la gasolina.
 
Los servicios de Aeropuertos y Servicios Auxiliares les fueron suspendidos y la incertidumbre tomó pista para dejar al descubierto la inviabilidad de Interjet en el corto plazo.
 
A unas horas de la suspensión de vuelos, se conoció que sus 670 pilotos y el resto de la tripulación de cabina tenían cuatro quincenas de no cobrar sueldo.
 
Lo increíble es que esa falta de palabra para cumplir un contrato, como lo es la compra de un boleto para viajar, haya pasado de noche para las autoridades federales.
 
Y es que reconociendo que las aerolíneas son concesiones del transporte federal, sujetas a sus regulaciones y exigencias, la autoridad responsable no saliera a plantar cara ni a dar explicación alguna.
 
Peor aún, que de acuerdo a las prácticas legales para estos casos, lo que obligaría ante el incumplimiento de un servicio de transporte público federal sería el de una requisa.
 
Es decir, que desde el gobierno se asumiera el control de la aerolínea para garantizar el servicio a los viajeros y que la oferta se mantuviera intacta para evitar una sobredemanda del servicio en el resto de las aerolíneas.
 
La inmovilidad del gobierno federal ante la decisión unilateral de Interjet para no prestar un servicio ya pagado, y en particular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de la que nada hemos escuchado, obligan a preguntar: ¿Y dónde está el piloto en esta Cuarta Transformación?
 
Es entendible que en las condiciones sanitarias y económicas actuales se pueda presentar contingencias que obliguen a suspender el servicio.
 
Pero lo decente es que se anuncie con tiempo, que se cumplan los servicios pagados, que se dejan de vender boletos a futuro y que el usuario pueda salir a buscar otras opciones que sí estén operando.
 
Lo que no se vale es que Interjet esté posponiendo la agonía de su crisis financiera hasta que sus malos manejos le estallen en la cara, dejando en el aire a quienes ya programaron su viaje, de negocios o de placer, y pagaron por ese servicio.
 
Menos se vale aún que la autoridad federal, tan presta a insistir en que ya nada es como antes, se quede de brazos cruzados sin salir a defender el derecho de los viajeros.
 
Y la familia Alemán tendría que ir revisando sus códigos de ética, considerando que la crisis de Interjet viene a sumarse a otra crisis, la de la compra de la W Radio y su disputa legal con el Grupo Prisa de España.
 
Un conflicto de medios en el que los mexicanos, apoyados en la fortuna muy discutible de Carlos Cabal Peniche,  desconocieron a sus socios extranjeros los acuerdos contractuales y buscaron ejercer un control que en principio no les correspondía.
 
Por lo pronto alguien desde el gobierno federal debería asumir la responsabilidad de requisar Interjet, basado en sus decisiones que dañan los derechos de sus consumidores, que son los miles de viajeros que debieron desembolsar el doble para buscar otra aerolínea que los llevara a su destino.
 
Por cierto ¿dónde está la postura mañanera de Ricardo Sheffield, el director de la Procuraduría Federal del Consumidor, frente al abuso de Interjet? Como suele decir, si se pasaron de lanza, ¡que no nos den el avión!
 

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