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11 de abril 2023

¡Que alguien me explique!

Iberdrola: Nada claro

Algo debe estar oliendo mal en el acuerdo de la CFE para comprar las 13 plantas viejas de generación eléctrica al consorcio español Iberdrola

Por Ramón Alberto Garza

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Algo debe estar oliendo mal en el acuerdo de la CFE para comprar las 13 plantas viejas de generación eléctrica al consorcio español Iberdrola.

Solo así puede explicarse que, después del sorpresivo anuncio, el presidente Andrés Manuel López Obrador no haya salido en su mañanera de ayer lunes a presumir  su “segunda nacionalización eléctrica”.

Y es que lo cierto es que entre más lupa se le mete a esta compra del gobierno de la Cuarta Transformación -disfrazada de venta a un fondo privado- nadie logra cuadrar cifras. Hay más preguntas que respuestas. Aquí algunos ejemplos.

Si construir una planta generadora de un megawatt de electricidad tiene un costo de 700 mil dólares y lo que dice Iberdrola que le está vendiendo a la CFE son 7 mil megawatts, ¿que no habría sido más barato invertir 4 mil 900 millones de dólares en plantas nuevas que 6 mil millones de dólares en plantas de vieja tecnología y ya depreciadas? ¿Quién fue el valuador de lo que se está comprando?

¿Por qué darle el negocio del financiamiento de 6 mil millones de dólares a un fondo privado como Mexico Infrastructure Partners que tiene apenas 4 mil millones en su cartera de inversión?

¿Quién y con qué tanta facilidad autorizó que la banca de desarrollo del gobierno -a través del Fondo Nacional de Infraestructura- aportara los dos mil millones de dólares que le faltaban al fondo privado Mexico Infrastructure Partners?

¿Por qué no se revelan las condiciones financieras bajo las cuales la CFE le va a rentar a Mexico Infrastructure Partners las 13 generadoras viejas compradas a Iberdrola? ¿Existe algún plazo de amortización? ¿Por qué no hay detalles del plan de negocio?

¿Por qué si con esta compra a Iberdrola no se va a incrementar la capacidad de generación eléctrica -las plantas compradas ya están en servicio- no se utilizaron mejor esos 6 mil millones de dólares en un gran programa para instalar nuevas generadoras de energías limpias, de reciente manufactura por parte de la CFE, que sí elevaran la oferta eléctrica?

¿Qué sentido tiene comprarles a los españoles la mayoría de sus viejas plantas generadoras para entregarles a sobreprecio 6 mil millones de dólares con los que ya anunciaron que se irán a invertirlos en generación de energías limpias en Estados Unidos y Europa?

¿Cómo reaccionarán los inversionistas norteamericanos que tienen paralizadas sus generadoras de energías limpias y sus inversiones en México -a punto de entrar en litigio en Estados Unidos y Canadá- al ver que la CFE prefiere invertir en plantas viejas que no incrementan la capacidad de suministro, en lugar de echar a andar lo que hoy está detenido y que sí elevaría la capacidad de generación sin necesidad de inversión mexicana?

Si las plantas generadoras por su antigüedad ya están depreciadas, ¿pagará Iberdrola el 35 por ciento de impuestos sobre su venta y sus ganancias de capital al SAT o se repetirá el esquema Fox-Banamex?

¿Pasará la operación Iberdrola-Mexico Infrastructure Partners las exigencias informativas de transparencia y claridad de la Security and Exchange Commision en Nueva York, donde también cotiza la corporación española de energía?

Todas estas interrogantes, y muchas más, deberían de ser sujetas al escrutinio en una de las informativas mañaneras de Palacio Nacional.

¿Podría el presidente López Obrador pedirle a Manuel Bartlett, il capo di tutti capi del sector eléctrico mexicano, que descorra esos velos de misterio?

Y frente a todo esto, ¿qué dicen los grandes capitanes de empresa cuyas corporaciones son las grandes consumidoras de la electricidad que ahora pasa a manos de la CFE?

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