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“Factureros”

Una industria ilegal crece y se viraliza por todo México con alarmante precupación. Es el de los “factureros”.

Por Ramón Alberto Garza

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Una industria ilegal crece y se viraliza por todo México con alarmante precupación. Es el de los “factureros”.
Los “factureros” son personajes dedicados a “vender facturas” aempresas, personas físicas o gobiernos, con el fin de evadir impuestos o de plano para “ordeñar” las tesorerías corporativas o las secretarías de finanzas.
Sin ser un negocio nuevo, lo que hoy enciende los focos rojos es el monto del delito, que alcanza ya cifras descomunales, sobre todo porque ya entró en la ecuación el crimen organizado.
La trama es simple. Una empresa, persona física o dependencia de gobierno compra una factura y el “facturero” recibe el monto, por transferencia de tesorería o cheque personal.
Ese monto se acredita en una cuenta bancaria, generalmente de una empresa “fantasma”, de donde el facturero tendrá que sacarlo para –previa comisión del 7 u 8 por ciento por el servicio- devolverle al cliente su dinero en efectivo.
Tradicionalmente las facturas emitidas por esas empresas “fantasma” son creadas y desaparecidas al vapor, para garantizar que Hacienda a través del SAT, no tengan rastro del ilícito.
Pero en tiempos mas recientes apareció un tercero en el negocio: el crimen organizado.
Secuestradores, vendedores de droga, politicos corruptos, huachicoleros o cobradores de piso, todos esos “rubros” manejan millonarias cantidades de efectivo que mas allá de esconder, están obligados a blanquear. Y el “facturero” les da la solución porque les facilita el cierre del triángulo.
Es decir, la empresa, persona física o gobierno que compra la factura recibe en efectivo el dinero de quien le vende la factura. Y eso obligaba al “facturero” a generar cheques para ser cobrados y convertirlos en el efectivo que devolverían al cliente.

Con la entrada en escena del crimen organizado, todo se vuelve mas sencillo. El cliente compra la factura, emite el cheque al “facturero”, quien toma el efectivo de lo que le lava al crimen organizado y luego emite un solo cheque , depósito o tranferencia a cuentas de empresas “fantasma” creadas por el crimen organizado, con lo que se “legitima” su dinero sucio.
Para el “facturero” es el paraíso, porque cobra doble. Un siete u ocho por ciento a los clientes de cuello blanco y hasta un 10 o 15 por ciento a los clientes oscuros del efectivo mal habido, quienes –dicen ellos- con gusto pagan “su IVA” para blanquear su dinero.
El caso se salió ya de control y abrió todo un expediente de secuestros, levantones y hasta asesinatos de “factureros” que quisieron pasarse de listos con sus clientes del crimen organizado.
Al que lo dude, que revise los expedientes de asesinatos en Monterrey, en donde no pocos de los últimos secuestros, levantones o ejecuciones son a “factrureros”.
Analistas estiman que solo en el área metropolitana de Monterrey se concentra el 50 por ciento del negocio de la facturación apócrifa que opera con empresas “fantasma”, que son radicadas fiscalmente en entidades como Oaxaca, Guerrero y Chiapas.
De hecho algunos de los secuestros y ejecuciones recientes en San Pedro Garza García estarían relacionados con ajuste de “factureros”, una epidemia que nadie controla.
Por eso sería deseable que el futuro secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, operando de la mano del SAT y en coordinación con la PGR, atajara entre sus prioridades este creciente delito, al que ya se le conoce como “el huachicoleo fiscal”.
Sin duda se encontrarían con sorpresas de nombres, corporaciones y gobiernos que sobreviven y se enriquecen con esa descomunal ordeña al fisco.

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