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11 de marzo 2020

Comunidad

Esas voces son de mis compañeras de trabajo.

#NuestrasHistoriasNoParan
#UnDíaSinMujeres
Yo qué voy a saber

Esas voces son de mis compañeras de trabajo.

Por Carolina Hernández

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Cuando les pregunté si tenían una historia de abuso que contar, todas dijeron que no. Que no tenían una, que tenían muchas.

Este lunes 9 de marzo ninguna mujer trabajó aquí. Hicimos paro. Y no lo hicimos manipuladas por la derecha opositora conservadora y neoliberal…

Paramos porque estamos hasta la madre de los abusos, de los acosos, del maltrato y de la violencia extrema.

Cuando les pedí a mis compañeras ayuda para contar sus historias de violencia no imaginé lo abrumador de cada evento que contaron.

Una a una se metieron a la cabina de audio para hablar de sus experiencias de abuso.

Lloraron frente al micrófono. Se abrazaron. Se dijeron todas esas cosas que escuchamos y que leemos en redes, pero que no cobran sentido hasta que las tienes enfrente.

Cada una eligió, de su catálogo de historias, la que quería compartir.

Mi novio me violó. Mi abuelo me obligó a tocarlo. Me manosearon en la calle. Mi papá me tocó. Mi pareja me humillaba.

Mujeres fuertes, profesionistas, con ciertos privilegios, con una vida relativamente resuelta lloraron al contar sus recuerdos de medio minuto.

Se veían tan pequeñitas al salir de la cabina de audio. Tan vulnerables. Tan lastimadas. Fue doloroso escucharlas.

El 8 de marzo miles de mujeres protestamos haciendo un paro nacional. Fue histórico.

Las calles se vistieron de morado. Pero no solo pasó eso. El 8 marzo se escribieron nuevas historias.

Historias de lucha, de sororidad, de poder, de rebeldía.

Por que ahí en las protestas, vi a esas mismas mujeres que días antes habían llorado en la cabina de audio. A ellas y a muchas más.

Las vi secarse las lágrimas y tomar las calles como suyas.

Las vi abrazar a desconocidas.

Las escuché gritar en nombre de otras mujeres.

Las vi grandes.

Las vi fuertes.

Valientes.

Porque ahora saben que sus voces se escuchan, por las buenas o por las malas.

Porque ahora saben que sus secretos las hace más resistentes.

Porque ahora saben que tienen nuevas historias que contar… y que si lloran, será solo de la emoción de saber que no están solas.

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