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26 de noviembre 2020

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El PRI de rodillas

Casi todos los caminos de los presuntos casos de corrupción extrema develados en este sexenio sobre el gobierno de Enrique Peña Nieto apuntan en una sola dirección: el PRI.

Por Ramón Alberto Garza

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Casi todos los caminos de los presuntos casos de corrupción extrema develados en este sexenio sobre el gobierno de Enrique Peña Nieto apuntan en una sola dirección: el PRI.

El más reciente, el de la Estafa Maestra, se perfila para ser el caso que postraría de rodillas al que fuera el más poderoso partido político a lo largo de ocho décadas en México.

Y es que conforme se van abriendo los expedientes de esta presunta maquinación que superaría los 7 mil millones de pesos, las huellas tricolores dejan una clara estela entre Los Pinos, la Secretaría de Hacienda, la Sedesol y la Sedatu, que involucraría desvíos hacia el PRI por al menos 2 mil millones de pesos.

La exsecretaria Rosario Robles y su oficial mayor Emilio Zebadúa ya se acogieron ante la Fiscalía General de la República al criterio de oportunidad, prometiendo revelar a detalle el origen y el destino de los desvíos que se les imputan.

Sergio Arturo Ramírez, abogado de la ex titular de la Sedesol y la Sedatu ya dijo que su defendida hablará de los recursos que fueron para cubrir los gastos de la campaña de Peña Nieto en 2012, los de las elecciones intermedias en 2015 y las de gobernador del Estado de México en 2017.

Pero Robles dejó en claro que sus imputaciones alcanzarían solo al ex secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, de quien se habrían recibido instrucciones incluso para desviar recursos a la campaña del candidato presidencial priista José Antonio Meade.

La postura de Robles limita lo declarado el 20 de noviembre por su oficial mayor, Emilio Zebadúa, quien dijo que los dineros de la Estafa Maestra sirvieron también para financiar la precampaña presidencial de Osorio Chong y la campaña a gobernador de Alfredo del Mazo Maza.

El eje de los desvíos por 702 millones de pesos pretende ubicarse en promociones de comunicación a favor de esos y otros personajes del priismo, a quienes Juan Carlos Limón, presidente de ByPower, les habría manejado costosas campañas de imagen para elevar su nivel de conocimiento y su popularidad.

Pero la Estafa Maestra no es el único dardo que apunta hacia el trasiego de fondos públicos federales a las arcas del PRI, manejadas durante el sexenio peñista por Luis Vega.

Todavía están frescos y bajo investigación de los expedientes de la llamada Operación Safiro, denunciada en Chihuahua por el gobernador Javier Corral y que tiene hoy en la cárcel a su antecesor, el priista César Duarte.

Es otra estafa en menor escala, en la que participaron empresas fantasmas con los gobiernos de Chihuahua, Durango, Sonora, Morelos, Colima y Estado de México. Aquí se habrían desviado poco más de mil millones de pesos.

Y de nuevo el epicentro de las maquinaciones apuntan hacia Luis Videgaray, el hombre fuerte de Peña Nieto, como el operador de esos presuntos desvíos para financiar las campañas tricolores de las elecciones en 2015.

Por supuesto que a la Estafa Maestra y a la Operación Safiro tendrá que sumarse el sonado Caso Odebrecht, que involucra a Emilio Lozoya en la recepción y envío de 10 millones de dólares en sobornos de la constructora brasileña para presuntamente financiar la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012.

Algunos de esos fondos habrían sido manejados por Osorio Chong, entonces Secretario de Operación Política del PRI y por su colaboradora Nubia Mayorga, en ese tiempo titular de la Comisión de Presupuesto y Fiscalización del PRI. Ambos niegan cualquier involucramiento.

El hecho de que las tres investigaciones insignia –Estada Maestra, Operación Safiro y Odebrecht- apunten a fondeos electorales para el PRI, colocan al partido tricolor contra la pared.

Y de confirmarse con pruebas suficientes las denuncias de Rosario Robles, Emilio Zebadúa, Javier Corral y Emilio Lozoya, el PRI podría enfrentarse un juicio para la pérdida de su registro.

Los presumibles delitos de delincuencia organizada –en la que dos o más personas maquinan una trama para cometer algún ilícito- más el lavado de dinero –de los fondos presuntamente desviados en efectivo o a cuentas personales- obligarían al Instituto Nacional Electoral y la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales a ejercer sanciones excepcionales.

Por eso decimos que el PRI está postrado, de rodillas. Porque en la antesala de la elecciones del próximo 6 de junio, el tricolor podría participar con la guillotina sobre su registro.

Y en esa historia sin final feliz, Luis Videgaray podría acabar ganándose por sobrados méritos propios el papel de verdugo del tricolor. Él lo llevó al cadalso.

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