12 de febrero 2025
¡Que alguien me explique!
El Oráculo de Carso
Carlos Slim Helú mostró el cobre y dejó plasmada la huella de que fue él -el jugador dominante- el que convenció a su amigo Andrés Manuel López Obrador de desaparecer el Instituto Federal de Telecomunicaciones
Por Ramón Alberto Garza
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Carlos Slim Helú mostró el cobre y dejó plasmada la huella de que fue él -el jugador dominante- el que convenció a su amigo Andrés Manuel López Obrador de desaparecer el Instituto Federal de Telecomunicaciones. Le estorbaba en sus afanes monopólicos y de saqueo de la riqueza de los mexicanos.
Su confesión fue evidente, en su conferencia anual del pasado lunes, en la que intenta emular a Warren Buffett, el prodigioso financiero norteamericano que es conocido como El Oráculo de Omaha por sus atinadas predicciones económicas que anuncia cada año.
Pero existe una enorme diferencia entre Warren Buffett y Carlos Slim -El Oráculo de Carso-. Y esa diferencia es que el multimillonario norteamericano se forjó invirtiendo y apostando por empresas que, en su momento, eran poco o nada, mientras que el mexicano se enriqueció y continúa enriqueciéndose a costa de su tráfico de influencias y complicidades con los gobiernos mexicanos, con sus presidentes, fueran del PRI, del PAN o de Morena. Todos con sus favores lo encumbraron hasta llegar a ser el hombre más rico de México y, en algún momento, el más rico del planeta.
Pues su conferencia, que debería ser la de un visionario financiero, acabó como ya es su costumbre en un muro de lamentos, en los penosos lloriqueos de quien dice tenerlo todo, pero sólo tiene dinero.
Para abrir boca, Carlos Slim dijo que Telmex ha sido una empresa golpeada desde la regulación. Que del Instituto Federal de Telecomunicaciones -que le hizo el favor de desaparecerlo el ahora exiliado de Palenque- dice que sólo tiene malos recuerdos porque les fijaron a sus empresas de telecomunicaciones condiciones restrictivas y de preponderancia que sólo han favorecido a sus competidores, como AT&T y Movistar. Se queja de que le tienen restringida la televisión de paga.
“El regulador hizo muchas cosas contra Telmex, la interconexión quedó en cero sin ingresos, pero presionaron al regulador para escindir de Telmex la última milla. Si nos acusan de preponderancia, entonces ¿quieren que quitemos el prepago o que dejemos de invertir?”.
También soltó el llanto contra la FCC -el organismo regulador de las telecomunicaciones en Estados Unidos- que frenó su intentona de que empresas como YouTube les pagaran a las telefónicas por la proveeduría de sus servicios. Dice que los bloquearon desde Silicon Valley. O sea que, allá, la FCC sí funciona. Aquí el magnate ya logró que se la quitaran del camino.
Y en un acto de suprema egolatría y megalomanía, Carlos Slim calificó como “imbéciles” a los tres premios Nobel de Economía 2024 que se atrevieron a desnudarlo como un factor que alentaba la desigualdad en México por el elevado cobro de sus tarifas telefónicas y su dominancia en otros rubros de la economía.
Para los economistas del MIT y de la Universidad de Chicago, Carlos Slim no ganó dinero mediante la innovación, sino a través de la adquisición estratégica de empresas clave. Cita textual: “Su golpe maestro fue la adquisición de Telmex, el monopolio de telecomunicaciones mexicano que fue privatizado por el presidente Carlos Salinas en 1990”.
Los premios Nobel de Economía -los llamados “imbéciles” por Carlos Slim- dijeron que no fue la oferta del magnate mexicano la mejor, pero ganó la subasta y no pagó las acciones de inmediato, sino que utilizó los dividendos generados por su muy rentable monopolio para cubrir la deuda.
El Oráculo de Carso dijo que los economistas James A. Robinson, Daron Acemoglu y Simon Johnson, autores del libro “Por Qué Fracasan los Países”, fueron erráticos en sus análisis porque se basaron en la información errónea de un empresario de Monterrey, pero que les aclaró el punto y ya corrigieron.
Pero donde Carlos Slim enseñó sus filias y sus fobias fue en las recomendaciones que hizo al gobierno de México, de acercarse más a China. Él lo ha hecho utilizando la tecnología 5G de Huawei, a pesar de que Estados Unidos detuvo hace seis años esa expansión china en América y Europa, ante el temor de la manipulación de datos y el control de la información de los usuarios. Sólo América Móvil en México -de Carlos Slim- y Vivo en Brasil desoyeron las recomendaciones y se aliaron con China.
En su conferencia del lunes, Carlos Slim nadó a contracorriente. Y en los momentos en que en medio de las advertencias de Estados Unidos se recomienda tomar distancia de China, el multimillonario mexicano dijo que hay que acercarse a la potencia oriental que desafía a los vecinos del norte.
Carlos Slim -que en algunos círculos de inteligencia norteamericana es conocido como “China One”– incluyó en la lista de relaciones a Estados Unidos, pero colocó en primer lugar a China. Y su filia oriental tiene sustento. En el vecino país no existe mucho respeto por el magnate mexicano que, en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, casi duplicó su fortuna en dólares por los beneficios de decenas de contratos oficiales. Los norteamericanos dudan del origen de su capital desde los años 70 y, por ello, jamás ha podido emprender una aventura empresarial exitosa en las tierras del Tío Sam. Fracasó con CompUSA, le bloquearon la compra de Worldcom y Televisa sólo pudo consolidar su sociedad con Univisión una vez que Carlos Slim dejó el consejo de la televisora hispana más influyente.
Esas fobias norteamericanas hacia Carlos Slim quedaron en evidencia con la controversia generada por el retuiteo que hizo Elon Musk, el ahora hombre más rico del planeta, de un post en sus redes “X” en el que se acusaba al multimillonario mexicano de presuntos vínculos con el narcotráfico.
Cita textual en X: “Carlos Slim es un multimillonario mexicano con una fortuna de más de 70 mil millones de dólares. Es el mayor accionista que cotiza en la bolsa de Nueva York… también se sabe que tiene vínculos importantes con los cárteles de la droga en México. No se puede llegar a ser multimillonario en México sin ser parte de la red que está controlada y protegida”.
Por eso, debe tomarse con reserva la conferencia del lunes de El Oráculo de Carso. Porque Carlos Slim no es un hombre ni de principios ni de lealtades. Sus fortalezas están en usar su poder para influir, para comprar, para amedrentar, para cuidar y engrandecer sus intereses. Todo revestido de una pátina de filantropía.
Pregúntenles a sus amigos -los que le queden- o a sus ex socios, que en su tiempo lo abandonaron o a los que dejó morir. Su religión es el dinero y sobre su fortuna morirá. Y esa no es una predicción de El Oráculo de Carso.
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