3 de febrero 2025
¡Que alguien me explique!
El “narcogobierno” jamás se vio venir
En Palacio Nacional no vieron venir desde Washington la imposición del hashtag “narcogobierno”. Y eso sí -con o sin aranceles- sacudirá las entrañas del sistema político mexicano más temprano de lo que muchos imaginan
Por Ramón Alberto Garza
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Un padre tiene un hijo “descarriado”, de esos que anda gastándose el dinero de la familia en drogas, alcohol y parrandas. Es el vástago que se junta con los malitos del vecindario, provocando inseguridad y terror. Después de hartos e inútiles llamados de atención, el padre toma una decisión: le suspende la mensualidad y le quita las tarjetas de crédito. Lo congela. Es la medida más socorrida entre “juniors” descarriados.
Pues esa es la mentalidad de “castigo al bolsillo al hijo descarriado” la que aplicó el presidente Donald Trump hacia México y Canadá al imponerles unilateralmente entre 10 y 25 por ciento de aranceles a todo lo que exporten a Estados Unidos. En otras palabras, les está suspendiendo la “tarjeta de crédito” del T-MEC, condicionada a que, a su juicio, se porten bien y dejen de enviar fentanilo a la Unión Americana.
Es una controversial medida dictada el sábado desde la Casa Blanca. Pero para México, más allá del debate que genera, el castigo viene preñado de un ingrediente que los patronos de la Cuarta Transformación jamás vieron venir. Ni la presidenta Claudia Sheinbaum ni su antecesor Andrés Manuel López Obrador lo pensaron. El etiquetado de “narcogobierno” impuesto desde la Casa Blanca fue un terremoto, no sólo económico por los aranceles, sino político por sus inmediatas y futuras consecuencias.
El presidente Donald Trump no se anduvo por las ramas para firmar como represalia la orden ejecutiva para imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones mexicanas y canadienses. A ambos gobiernos los acusa de falta de voluntad para frenar la introducción del mortal fentanilo a territorio norteamericano. Al gobierno mexicano lo acusa de estar coludido con los cárteles de la droga. Le coloca de facto una etiqueta de narcogobierno.
El texto presidencial no deja lugar a especulaciones. Y dice que “las organizaciones mexicanas de narcotráfico tienen una alianza intolerable con el gobierno de México. El Gobierno de México ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para que se dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos, que en conjunto han provocado la muerte por sobredosis de cientos de miles de víctimas estadounidenses».
En términos estrictamente comerciales, el arancel es ilegal porque viola los términos del tratado comercial entre Estado Unidos, México y Canadá que impide estas medidas, sin antes negociarlas en una mesa de arbitraje. En términos políticos es justificable desde las prerrogativas especiales que tiene el inquilino de la Casa Blanca a través de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional para invocar asuntos distintos a los comerciales para imponer las sanciones. Y el mensaje es para México. O, mejor dicho, para el gobierno mexicano.
Eso implicará que tendrá que probar las acusaciones. Y eso sólo puede darse desde los testimoniales de los personajes del narcotráfico recluidos ya en Nueva York: Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos de “El Chapo”. Todos negociando ser testigos protegidos. Sus denuncias, más las documentaciones en manos de la DEA, la CIA y el FBI, acabarán por incriminar, no sólo a personajes del crimen organizado, sino a políticos, financieros y empresarios cómplices. Desde aquellos que les abrieron la aduanas para introducir desde China los precursores para fabricar la droga, hasta los que se enriquecieron con el huachicol fiscal que le dio a Morena miles de millones de dólares para financiar las campañas que lo llevaron a ganar, no sólo la Presidencia, sino el Poder Legislativo y, con ello, modificar la Ley para dominar también el Poder Judicial.
Y si la presidenta Claudia Sheinbaum no lo sabe, al menos lo sospecha. Por eso la defensa abierta para negar las relaciones del gobierno con el narcotráfico. A pesar de las evidencias de las visitas a Badiraguato, el diálogo de su antecesor con la madre de “El Chapo”, la liberación de Ovidio Guzmán y, sobre todo, el parapeto de protección que significó la estrategia de “Abrazos, No Balazos” que le regaló al crimen organizado al menos un 40 por ciento del territorio mexicano.
La presidenta Claudia Sheinbaum dice que la estrategia ya es otra, pero de eso tendrá que convencer hoy al presidente Trump cuando hablen por teléfono. El diálogo ya está pactado entre los tres presidentes -Trump, Trudeau y Sheinbaum- como un “derecho de réplica” antes de que mañana entren en vigor los aranceles.
Por lo pronto, la medida del inquilino de la Casa Blanca no fue bien recibida en su propio país, al que acaba de regresar a gobernar. Una encuesta de CNN dada a conocer ayer reveló que el 51 por ciento de los norteamericanos están en contra de la aplicación de aranceles. Saben que, de aplicarse, se disparará la inflación y el costo anual por familia sería de unos dos mil 600 dólares extras al año. Unos 200 dólares mensuales. El abono de un automóvil.
Los autos norteamericanos -Ford, Chrysler, General Motors- subirán su precio un 25 por ciento. ¿Y los no “castigados” como Mercedes, Audi, BMW, Toyota, Nissan, Kia, Hyundai y Volvo, se volverán “más accesibles” a los norteamericanos?
Ni qué decir de los miles de millones de dólares en productos del campo que exporta masivamente México a Estados Unidos. El del próximo domingo será el guacamole más caro en la historia de los Súper Bowls. O los energéticos canadienses a los que por conveniencia el presidente Trump sólo les está aplicando el 10 por ciento de arancel, suficiente para elevar el precio de la gasolina en la zona norte de los Estados Unidos.
Existe el consenso de que el presidente Trump se está dando un tiro en el pie con estos violentos aranceles unilaterales. Pero hay quienes insisten, cercanos al mandatario, que la estrategia es para obligar a México y a Canadá a aceptar, más allá de los programas migratorios, una fuerza trilateral conjunta que combata el crimen organizado y acabe con él en los tres países del T-MEC.
¿Será la llamada de hoy el pretexto para cancelar o aplazar la amenaza del 25 por ciento de los aranceles? La tensión crece por horas, sobre todo, cuando los mercados financieros están dando ya su veredicto y no es para nada halagador.
El presidente emérito de Lynx Investment, Peter Tanous, coincide con esta visión. Y pronostica que, en cuestión de días, el presidente Trump anunciará que logró lo que quería y que negoció nuevas condiciones con México y Canadá. Y que se levantan los aranceles.
Por ahora, lo único cierto hoy es que en Palacio Nacional no vieron venir desde Washington la imposición del hashtag “narcogobierno”. Y eso sí -con o sin aranceles- sacudirá las entrañas del sistema político mexicano más temprano de lo que muchos imaginan.
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