24 de junio 2025
¡Que alguien me explique!
El modus ‘operAndy’
¿Quién nos está llevando a una guerra global?, ¿quién está haciendo que personajes como el ruso Vladimir Putin o el chino Xi Jinping se vean hoy, no como problemas -que lo son-, sino como grandes líderes que tienen propósito y destino? Es urgente terminar con este modus ‘operAndy’
Por Ramón Alberto Garza
COMPARTE ESTA HISTORIA
Sin discusión, el planeta vive una profunda crisis de liderazgos. Se fueron los Reagan, los Gorbachev, las Tatcher, los Mitterrand, los Blair, los Shimon Peres, las Merkel, los Chirac o los Aldo Moro y en su lugar vinieron a entronizarse una punta de populistas -de izquierda y de derecha- autócratas, megalómanos, mitómanos, como los Trump, los Netanyahu, los López Obrador, los Sánchez, los Maduro y decenas de pseudopolíticos cuyos nombres se pierden en el olvido o en el drama de sus herencias malditas o de sus irresponsables y corruptas políticas públicas.
Lo de antes era tejido fino, negociaciones al más alto nivel, buscando el menor daño posible. Nada de eso estaba exento de políticas equivocadas o de corrupción, pero existía cierto pudor y se pagaban las consecuencias. Lo de hoy es demostración de fuerza, caprichosas posturas, golpes en la mesa, disputas de megalómanos que acaparan los tres poderes, que juegan con el frágil espíritu nuclear del mundo y que dicen gobernar, no con el convencimiento, sino empuñando el temor.
Estamos a merced de sus juegos autócratas. Nada diferente a los Putin, a los Jinping o a los Jong-Un. La diferencia es que estos últimos no esconden su autocracia, la presumen, mientras que el resto se ampara en gobernar bajo el paraguas de una fingida democracia.
Pero, en medio de este drama que nos coloca al borde de un holocausto, la cereza en el pastel es la aberración de que estos líderes populistas tienen la convicción de que el poder debe heredarse, de que el liderazgo se trae en la sangre, por linaje. Y ahora buscan que sus hijos hereden las frágiles sillas del poder, cual modernas dinastías de ducados, principados y reinados. No en balde al presidente Donald Trump ya le brotó en Estados Unidos un movimiento masivo de repudio bautizado como “No King”. Le están recordando que la República no le pertenece, no es heredable, es de “We The People”.
En México, el ejemplo prototípico es el de Andrés López Beltrán, mejor conocido como “Andy”. Y aunque no le gusta que lo llamen por ese apelativo, porque dice que lo reduce a lo que es, una mínima expresión política, el Andy no tiene más mérito que el de ser visto como “cosita de nada”. Su “carisma político” y su lugar en el tablero nacional le viene, no por méritos propios, sino por ser el hijo de Andrés Manuel López Obrador y por llamarse igual que su cada día más repudiado, evidenciado y corrupto padre.
Como primer heredero de la política lopezobradorista, Andy López Beltrán piensa que todo le es permitido, que nadie lo puede contradecir, que nunca se equivoca y lo que es peor, que todo se lo merece, incluyendo adueñarse del partido que fundó su padre, aspirar a la silla que ocupó el padre y hacer multimillonarios negocios en lo personal y con su clan de amigos a costa del Erario, como lo hizo su padre.
Andy López Beltrán se está preparando -o su papá lo está moldeando- para que sea el candidato presidencial de Morena, si ese partido ligado y protegido por los ahora llamados “cárteles terroristas” sobrevive para el 2030. Pero, a pesar de sentirse el dueño del bastón de mando de su padre, Andy no está pasando la prueba de ácido.
Falló en las movilizaciones de la elección al Poder Judicial, donde no alcanzaron ni el 10 por ciento del electorado. ¿Dónde quedaron sus presumidos 33 millones de votos de apoyo? Y también se le escurrieron entre las manos importantes enclaves morenistas en las elecciones locales de Veracruz y Durango. Se vio obligado a salir para justificar su debacle y a suplicar -por lo que más quieran- que no lo llamen Andy.
En Estados Unidos ya apareció el junior presidencial, quien al igual que en México, allá es arropado bajo el poderoso apellido Trump, que le hereda su padre el también presidente. Y en una declaración políticamente incorrecta a la cadena Fox News, Eric Trump dijo que si México atacara a los Estados Unidos nos decapitarían en cuatro segundos. El hijo del inquilino de la Oficina Oval fue más allá al comparar el conflicto en Medio Oriente, entre Israel e Irán, con un potencial enfrentamiento con México.
Sin una posición oficial en el gobierno de su padre y con el simple privilegio que le da el apellido Trump, preocupa que Eric sólo esté repitiendo lo que escucha de su poderoso progenitor, el presidente de los Estados Unidos. Y lo que todavía es peor, sobradas pruebas existen de que los hijos del inquilino de la Oficina Oval están utilizando su área de influencia política para hacer multimillonarios negocios personales, al amparo del poder que tiene su padre.
Ya hay quienes advierten que entre Eric y su hermano Don podría estarse gestando un próximo candidato presidencial republicano. Los méritos: la simple herencia de un apellido. Cualquier parecido con la realidad mexicana, es mera coincidencia.
Y si quiere ver hacia dónde nos dirigimos como sociedad global, basta voltear a ver lo que sucede en Corea del Norte, donde se están pagando con sangre las consecuencias de la herencia maldita de siete décadas de una familia, abuelo, padre e hijo, gobernando bajo un sistema autócrata que le rinde pleitesía a cualquier capricho del gobernante en turno.
Kim Jong-Un, el actual presidente de Corea del Norte es el tercero en la dinastía que inició su abuelo Kim Il-Sung y que continuó su padre.
La política de este autócrata de 40 años de edad es darle prioridad a la inversión militar. Su arsenal nuclear es peligroso y reiteradamente pruebas sus misiles -sin ojivas nucleares- sólo para enseñar los dientes. De los logros de su gobierno ni para qué hablar. Corea del Sur, la democrática, lo rebasó por diez tantos en su desarrollo económico.
Por eso tendríamos que crear una escuela de liderazgos en México, en Estados Unidos y en España para poder ofrecerle al electorado alternativas serias, confiables y con estrategia para buscar el auténtico bienestar. No el de Andy López Beltrán, no el de Eric y Don Trump, no el de Pedro Sánchez y sus secuaces que están a punto de caer.
Por cierto, y sin hacer trampa buscándolo en Google, ¿alguien puede citar de memoria a los actuales líderes del Reino Unido y de Alemania? Antes los apellidos Tatcher, Blair, Kohl o Merkel estaban siempre en la arena política internacional, en la iOS de todos, a flor de piel. Hoy, sus sucesores no existen en el inconsciente colectivo, gobiernan desde el olvido.
Y, al final del día, acabamos preguntándonos quién nos está llevando a una guerra global, quien está haciendo que personajes como el ruso Vladimir Putin o el chino Xi Jinping se vean hoy, no como problemas -que lo son-, sino como grandes líderes que tienen propósito y destino. Es urgente terminar con este modus operAndy.
Más contenido de ¡Que alguien me explique!
El análisis de Ramón Alberto Garza sobre los temas más relevantes