12 de diciembre 2024
Política
El embajador militar
Donald Trump ha enviado un mensaje claro y directo con la designación del coronel en retiro Ron Johnson como el próximo embajador de Estados Unidos en México: la prioridad de la relación bilateral será el combate a los cárteles de la droga. El T-MEC pasa a segundo plano
Por Rodrigo Carbajal
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Boina verde de las Fuerzas Especiales del Ejército, veterano de la CIA y asesor de inteligencia del Comando Sur. Donald Trump ha enviado un mensaje claro y directo con la designación del coronel en retiro Ron Johnson como el próximo embajador de Estados Unidos en México: la prioridad de la relación bilateral será el combate a los cárteles de la droga. El T-MEC pasa a segundo plano.
“Juntos vamos a poner fin a los crímenes de los migrantes, detener los flujos ilegales de fentanilo u otras peligrosas drogas a nuestro país”, escribió Trump en Truth Social respecto al nombramiento de Johnson.
La designación ocurre en medio de un cambio tectónico en el Departamento de Estado, la comunidad de inteligencia y el aparato de seguridad. El presidente electo de Estados Unidos está conformando un gabinete en el que prácticamente todas las figuras relevantes, desde el secretario de Estado, Marco Rubio, hasta el consejero de seguridad nacional, Mike Waltz, o el director del FBI, Kash Patel, se han pronunciado de manera explícita a favor de intervenir militarmente en territorio mexicano. Los republicanos insisten en un Plan Colombia para México y Johnson es el perfil ideal para implementar esta política.
El futuro embajador de Estados Unidos en México fue el primer oficial de las Fuerzas Especiales en cursar la beca ‘Army War College’ en la CIA y desarrolló misiones especiales contra el terrorismo y el narcotráfico en la Guerra de los Balcanes, en Irak y en Afganistán. Su especialidad: operaciones para detener a criminales de guerra. Además, Johnson cuenta con amplia experiencia en América Latina y habla español fluido. Fue el representante de la CIA en el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, una división especializada en sofocar a grupos paramilitares de contra insurgencia. Durante la guerra civil de El Salvador, fungió como uno de los 55 militares estadounidenses autorizados para realizar misiones especiales.
En México se están alineando las condiciones para que Johnson comience a sentar las bases de una potencial intervención militar contra el Cártel de Sinaloa y contra el Cártel Jalisco Nueva Generación, los dos objetivos principales del Departamento de Justicia. Esta semana, el Senado mexicano aprobó el ingreso de once oficiales de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos a territorio mexicano. Mientras tanto, en Washington, el Partido Republicano, que controlará la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso, habla de cambiar a México de la jurisdicción del Comando Norte del Ejército al Comando Sur, de utilizar drones para bombardear laboratorios de fentanilo, y de designar a las organizaciones criminales de México como grupos terroristas.
Ron Johnson es parte de una coalición que tiene años planeando un combate frontal a los cárteles mexicanos. The Center for Renewing America, un ‘think tank’ financiado por el principal Comité de Acción Política de Donald Trump, publicó en octubre de 2022 un reporte en el que señaló que es imperativo “conducir operaciones militares específicas para destruir a los cárteles y utilizar al gobierno mexicano para realizar operaciones conjuntas contra las organizaciones criminales”. El documento refiere que Estados Unidos también debe considerar la posibilidad de actuar de manera unilateral: “Es vital que México no sea conducido a creer que tiene un poder de veto para prevenir que Estados Unidos tome las acciones necesarias para asegurar su frontera y garantizar la seguridad de sus ciudadanos”.
Hace dos años, The Center for Renewing America era visto como un centro de investigación demasiado a la derecha del espectro político. Sus promotores eran señalados como vehículos de una visión radical de los donantes republicanos Peter Thiel y Robert Mercer. Hoy, los arquitectos de este ‘think tank’ conforman la primera línea del equipo de Donald Trump: Kash Patel, quien será director del FBI; Russel Vought, nombrado director de la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca; y Ken Cuccinelli, futuro director del servicio de inmigración.
Las ideas del Center for Renewing America se cristalizaron en dos iniciativas presentadas por los congresistas republicanos Mike Waltz y Dan Crenshaw para “declarar la guerra contra los cárteles mediante la expansión de facultades militares de la Casa Blanca”. Waltz ocupará la posición de mayor rango en el Consejo de Seguridad Nacional de la administración Trump.
A partir del 20 de enero, México será un objetivo prioritario de la política exterior de Estados Unidos. La designación de Ron Johnson como embajador es consistente con la nominación de Marco Rubio como secretario de Estado y de Christopher Landau, ex embajador de Washington en México, como subsecretario de Estado.
En la primera administración de Donald Trump, Johnson fue embajador de Estados Unidos en El Salvador. Se convirtió en un aliado del presidente Nayib Bukele y de su política de encarcelamiento masivo. Su gestión ofrece señales importantes para México: Johnson toleró el evidente proyecto de control autoritario de Bukele, las violaciones masivas de derechos humanos y el pacto secreto del gobierno con la ‘Mara Salvatrucha’ porque le permitieron a Washington desmantelar caravanas migrantes y grupos criminales prioritarios para el gobierno de Trump. El enfoque pragmático del presidente electo de Estados Unidos, con la revisión del T-MEC incluida, podría traducirse en un pacto de tolerancia al Plan C del gobierno de Claudia Sheinbaum. ¿A cambio de qué? Subordinación total a los objetivos radicales de la política migratoria de Donald Trump y a una declaración de guerra contra los productores de fentanilo.
El estilo de Ron Johnson no podría ser más distinto de la forma de operar de Ken Salazar, el actual embajador de Estados Unidos en México. El segundo se volvió un incondicional del ex presidente Andrés Manuel López Obrador. El primero es un militar sin experiencia que tiene una misión de por medio: desmantelar a los cárteles.