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El D-efecto Colosio

Si un alcalde como Colosio no puede impedir que las intrigas de sus colaboradores den al traste con decenas de miles de empleos y cientos de millones de dólares en inversiones, hay que ponerle doble lupa

Por Ramón Alberto Garza

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La industria de la construcción en Monterrey está paralizada. El gobierno municipal de Luis Donaldo Colosio Riojas se encargó de congelarla.

Cerca de 150 mil empleos están en el aire por intrigas palaciegas que impiden sacar adelante la aprobación de unos tres mil permisos, entre los que se incluyen unas 90 edificaciones verticales para oficinas, comerciales y de vivienda.

Y los desarrolladores, representados en la Cámara Nacional de la Vivienda y la Cámara de Propietarios de Desarrolladores de Vivienda de Nuevo León, no encuentran la salida al empantanamiento de sus proyectos e inversiones.

La administración de Colosio arrancó con el pie derecho, buscando regularizar lo que venía con fallas desde las administraciones anteriores.

Y se propuso crear un reglamento de nuevos espacios urbanos, más verdes, para una metrópoli de cemento como Monterrey. Pero muy pronto se topó con pared.

Desde el gobierno estatal de Nuevo León -y aprovechando la crisis de la escasez del agua- Juan Ignacio Barragán entró de lleno a frenar la construcción de obras ya en proceso y otras tantas que estaban por iniciarse, al congelar las autorizaciones de factibilidad de agua.

Y frenaron cualquier edificación bajo el supuesto de que se buscaría reglamentar que ya no se dieran permisos para nuevos edificios en el centro de Monterrey, que viene despuntando con nuevos y modernos proyectos que le están regresando el brillo urbano perdido por los años.

Una intención muy loable, a no ser porque la ciudad carece de tierras para impulsar la construcción de vivienda horizontal, unifamiliar. Su único futuro es voltear al cielo.

Y para ello, el director de Agua y Drenaje de Monterrey acabó aprovechando su posición en tiempos de crisis para tejer toda una red de complicidades con funcionarios municipales como Mario Ibarra, Cecilia Ortiz  y Carlos Ayala.

Fue así como se agenció que las inspecciones de obra pasaran ilegalmente -sin modificación del reglamento de desarrollo urbano- de la Secretaría de Desarrollo Sostenible, de Laura Ballesteros, a la Secretaría del Ayuntamiento, que preside Ana Lucía Riojas Martínez.

Y para cerrar el golpe político en algo que es de gestión administrativa y que se presta al tráfico de influencias, el alcalde Colosio habilitó desde un puesto de tercer nivel a un amigo muy cercano, el holandés Kees Wout Bleijenberg Von Der Linden, quien está habilitado en el epicentro de los permisos y las autorizaciones.

“El Holandés” es oficialmente director de Control Regulatorio, pero hoy está investido con todo el poder de negociación con los desarrolladores indignados. Tanto -y tan peligrosa que debe ser esa función- que se le tienen asignados vehículo blindado y guardias oficiales. ¿De dónde el miedo?

La resultante final es que unos mil 300 millones de dólares en obras de construcción privada están frenadas, porque la llamada Cofradía de Agua y Drenaje, comandada por Juan Ignacio Barragán, de la mano de “El Holandés”, todos bajo la supervisión de Agustín Basave, ya desplazaron a Laura Ballesteros y a Desarrollo Sostenible de sus funciones.

La mesa de negociación para las aprobaciones de construcción ya no es técnica, sino política. Y su eje está en la estatal Agua y Drenaje cruce con la Secretaría del Ayuntamiento.

El conflicto puede parecer muy local, muy regiomontano, a no ser porque involucra el nombre de Luis Donaldo Colosio Riojas, quien desde la alcaldía de Monterrey puntea en las encuestas como el candidato con mayor aprobación para encabezar al bloque opositor a Morena, en la elección presidencial 2024.

Si el alcalde de Movimiento Ciudadano -quien con frecuencia reniega del color naranja que lo llevó al poder- es incapaz de resolver en un año de gobierno un conflicto de reglamento que golpea el desarrollo de una metrópoli como Monterrey, hay que ponerle atención.

Si un alcalde como Colosio no puede impedir que las intrigas de sus colaboradores den al traste con decenas de miles de empleos y cientos de millones de dólares en inversiones, hay que ponerle doble lupa.

Sobre todo, cuando desde el gobierno estatal, donde despacha Samuel García -otro aspirante presidencial 2024- se tiene el control a través de Agua y Drenaje de poner en luz roja el inevitable crecimiento de Monterrey.

Una cascada de amparos de desarrolladores inmobiliarios está a la vista y, a menos que el alcalde rectifique el rumbo, podríamos estar frente al D-efecto Colosio. Con D de Desarrollo No Sostenible.

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