1 de septiembre 2022
¡Que alguien me explique!
El 4 de la 4T
Hoy arranca el quinto año del gobierno de la 4T. Pero aquí parecería que no aplica aquel refrán popular de que “No hay quinto malo”, porque si nos atenemos a lo que ya vivimos en estos primeros cuatro años… el quinto puede ser todavía peor
Por Ramón Alberto Garza
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Hoy primero de septiembre se cumple el cuarto año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su proyecto bautizado como la Cuarta Transformación (4T).
Si en alguna expresión pueden resumirse estos cuatro años del inquilino de Palacio Nacional sería: “Yo desconozco al presidente que hoy vemos en las Mañaneras”.
Nadie, ni sus más cercanos y de confianza, habrían imaginado el vuelco político y personal que daría el presidente López Obrador a su esperanzador proyecto de nación.
Su discurso conciliador de aquella toma de posesión en septiembre de 2018 contrasta radicalmente con el discurso de odios y antagonismos, plagado de “otros datos” que domina hoy en septiembre de 2022.
La primera gran traición fue la de romper la promesa de que “Juntos Haremos Historia”. Poco que debatir. Desde el primer año el “juntos” y el “haremos” los canjeó por “Yo, sin Consultar a Nadie, Dictaré Mi Historia”. Y la cancelación del aeropuerto de la Ciudad de México fue el comienzo de una cadena de decisiones unilaterales, indiscutibles, autoritarias, dictatoriales.
La segunda gran desilusión fue la de la fallida lucha contra la corrupción. Por más que él insista en sepultarla, el moche, la prebenda, la componenda de alto nivel, están más vigentes que nunca. Y como botón de muestra asómense al fraude ya admitido de 9 mil millones de pesos en Segalmex, dos y media veces el monto de la llamada Estafa Maestra. Lucrando ilícitamente con el hambre del pueblo bueno y sabio. Y ni para que voltear a Dos Bocas, la CFE, el AIFA, el Tren Maya, Pemex o el inconcluso sistema de salud.
Todo, incentivado desde un manto de asignaciones directas, sin licitación, en la más absoluta opacidad, invocando en muchos casos una falsa “seguridad nacional” y buscando legitimar en vano su honradez al disfrazar el gasto inexpugnable con los colores verde olivo.
Un color verde olivo al que en campaña y en el arranque del sexenio se prometió regresar a los cuarteles, pero que hoy -cual gobierno militar- se aparece hasta en el aire que respiramos. Desde construir aeropuertos, sucursales bancarias, “sembrar vida” o distribuir vacunas. Todo con el sello de la total opacidad, sin rendición de cuentas.
El tercer desencanto pasa por la destrucción de los dos pilares fundamentales de cualquier sociedad moderna. Uno, la educación y dos, su sistema de salud. Indefendibles ambos.
Sobre todo, cuando somos testigos de la intentona abierta de imponer una educación de corte comunista, de la que no se habla abiertamente, colocando al frente de la Secretaría de Educación a maestras básicas, sin la mínima visión, alcance o experiencia, que sirvan de parapeto para quienes de verdad están articulando el cambio de un rumbo jamás sometido a consulta nacional.
Y el sistema de salud, indefendible. Basta asomarse al manejo que se hizo de la pandemia del COVID-19, aquella “gripe” que desde Palacio Nacional se dijo que se acabaría en unas semanas, y que después de tres años de aplicar las criminales estrategias del epidemiólogo Hugo López-Gatell, instaló a México en la vergonzosa cúspide de la mortalidad por cada 100 mil contagiados. Ni qué decir del aniquilamiento del Seguro Popular que, sin desconocer sus vicios y corruptelas, servía a una población que hoy no encuentra sus medicamentos y tiene que mendigarle los tratamientos oncológicos para sus niños.
Pero, sin duda, la factura más costosa de estos primeros cuatro años fue la de la inseguridad pública que alcanza la cifra de 130 mil homicidios, superior a los primeros cuatro años de los sexenios de Calderón y Peña Nieto, y que para justificarla se pretende esconder la responsabilidad de la fracasada Guardia Nacional bajo el mando de unas Fuerzas Armadas distraídas en todo, menos en lo esencial.
La insistencia de defender a ultranza la fallida política de “Abrazos, No Balazos”, dejando el sabor de boca de acuerdos inconfesables con un crimen organizado que ya controla la mitad del territorio nacional, es la prueba más clara de la renuncia abierta de un gobierno que claudicó a su responsabilidad esencial -el monopolio de la violencia para defender vidas y propiedades- para rentársela a terceros que ofrecieron y cumplieron con acuerdos político-electorales.
Y ahora arrancará -con el inicio del quinto año- la pavimentación de una sucesión que pasa ya por la abierta intentona de desmantelamiento de las instituciones, sobre todo las electorales, buscando consolidar la retención del poder a partir del 2024. A cualquier precio.
Hoy arranca el quinto año del gobierno de la Cuarta Transformación. Pero aquí parecería que no aplica aquel refrán popular de que “No hay quinto malo”, porque si nos atenemos a lo que ya vivimos en estos primeros cuatro años… el quinto puede ser todavía peor.
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