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17 de julio 2019

¡Que alguien me explique!

Dos varas para medir

Es curiosa la esquizofrenia intelectual de algunos prominentes empresarios regiomontanos cuando se trata de evaluar el trabajo político de los gobernantes. Y es que mientras son valientes para enfrentarse al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y su 4T, son impotentes para denunciar y desenmascarar a su dizque independiente gobernador Jaime Rodríguez, alias “El Bronco”.

Por Ramón Alberto Garza

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Es curiosa la esquizofrenia intelectual de algunos prominentes capitanes de empresa cuando se trata de evaluar el trabajo político de los gobernantes.

Esos pocos, pero muy poderosos dueños del capital, tienen una vara para medir a quienes les dan por su lado y les cumplen sus caprichos, y otra muy distinta para satanizar y conjurar contra aquellos que sienten que amenazan sus intereses.

Tomen como ejemplo a Nuevo León, en un tiempo cuna de hombres de empresa recios y contestatarios, defensores del interés público sin descuidar el privado, sin miedo a enfrentar abiertamente, sin esconder la mano, a los políticos que violentaran el Estado de Derecho.

Son algunas familias cuyos patriarcas le hicieron frente a presidentes como Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría cuando vieron sus intereses amenazados con injustas estatizaciones. Algunos de ellos, como don Eugenio Garza Sada, pagaron con su vida el desafío.

Son los mismos apellidos de los hijos que guardaron silencios cómplices, después de que se endeudaron y pidieron desesperados rescates financieros y fiscales a los gobiernos que tanto criticaban. Lo hicieron con López Portillo, con De la Madrid, con Salinas, con Zedillo, con Fox, con Calderón y con Peña Nieto.

Esos silencios y esas complicidades fueron las que permitieron que se instalaran en el gobierno nuevoleonés personajes como Natividad González Parás o Rodrigo Medina, que hundieron a Nuevo León en la inseguridad y en la crisis financiera.

Son los mismos quienes desde la oscuridad, sin dar la cara, patrocinan complots mediáticos, en México y en el extranjero, para atacar al presidente Andrés Manuel López Obrador y a su gobierno de la Cuarta Transformación.

Son valientes para enfrentarse al gobierno de la Cuarta Transformación, pero impotentes para denunciar y desenmascarar su dizque independiente gobernador, Jaime Rodríguez Calderón.

Hoy, en Nuevo León, “El Bronco” puede disponer del territorio y de la tesorería estatal como su ínsula barataria, no solo metiendo a la nómina estatal a su suegra y a su tío político, sino pagándoles sueldos en exceso por no asistir a trabajar. Y muy pocos tienen el valor de dar la cara para condenarlo.

Rodríguez Calderón puede burlarse de los nuevoleoneses comprando drones de 70 millones de pesos, que además de caros no los utiliza, y ninguno de esos críticos capitanes de empresa, los que crucifican a López Obrador hacen algo para contradecir y menos frenar los abusos y crímenes de su gobernador.

Algunos de esos empresarios patrocinaron a El Bronco para que se instalara, buscando romper el maleficio del docenio González Parás–Medina. Pero les salió el tiro por la culata. 

Y esos empresarios, que reiteramos que son pocos pero muy poderosos para comprar y operar, navegan en la metrópoli regia criticando en sus despachos lo que no se atreven a denunciar públicamente.

Algunos, abusando de su soberbia y en su desdén por lo que no les acomoda, se dan el lujo de no acudir a un solo llamado de sus colegas empresarios, los sensatos, para dialogar con el presidente López Obrador. 

Siempre tienen a flor de piel el pretexto para ausentarse. Una junta de consejo o una cacería en Europa vale más que invertirle tiempo a la nación.

El equilibrio de ese desprecio lo da Alfonso Romo, el jefe de la oficina de la Presidencia, quien con un gran poder de convocatoria está acercando con el presidente a los empresarios sensatos, no solo de Nuevo León sino de todo México, para aportar sus mejores ideas a la causa de la Cuarta Transformación.

Y en mancuerna con Carlos Salazar Lomelín, en su papel de presidente del Consejo Coordinador Empresarial, los regiomontanos crean la pinza para demostrar que desde el diálogo es posible aportar y crear un juego más parejo para todos. Sobre todo con las nuevas generaciones de capitanes de empresa neoleoneses, la de los prometedores nietos.

Y mientras viene el cambio de rumbo en Nuevo León, mientras El Bronco deja de abusar como ningún político  antes, los regiomontanos tendrán que tolerar a ese campesino de Galeana que disfrazado de independiente terminó convertido en un gángster de Chicago. 

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