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29 de agosto 2017

¡Que alguien me explique!

¡Dónde estás, Maquío!

El Partido Acción Nacional fue aceleradamente ganando gobiernos, pero con mayor velocidad se fue perdiendo como partido

Por Ramón Alberto Garza

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Cuando uno ve el desastre político por el que atraviesa el Partido Acción Nacional, abrumado con intrigas de fuego amigo y disputando a golpes de papel los pocos liderazgos que tienen, es obligada la pregunta: ¿en dónde se echó a perder?

Más que premonitorias fueron las advertencias que en su tiempo alertó el célebre Luis H. Alvarez, uno de los pocos panistas de cepa: “Debemos aprender a ganar el gobierno, sin perder el partido”.

Y el PAN fue aceleradamente ganando gobiernos, pero con mayor velocidad fue perdiéndose como partido.

Los ideales de Gómez Morín, González Morfín, Conchello, Madero, Clouthier, Barrio, Castillo Peraza, Ruffo Appel o Medina Plascencia fueron permutados por prebendas y canonjías para premiar el pragmatismo sistémico de Fox, Calderón, Creel, Cordero, Gil Zuarth o Moreno Valle.

La disputa intestina que se libra hoy contra Ricardo Anaya se inscribe en ese perverso canje. Aquellos que mas festejan la justa o injusta golpiza mediática contra el líder nacional del PAN, pintan todos de color azul. Aunque solo sean de fachada.

Son aquellos “azules” que ya pactaron con las altas cúpulas políticas y empresariales que buscan crear un
blindaje jurídico transexenal, ante el temor de que se abra la caja de Pandora con la posible llegada de Andrés Manuel López Obrador a Los Pinos.

Fue esa complicidad la que llevó al PAN –todavía en el poder- a un lamentable tercer lugar en la contienda presidencial 2012. O a un deplorable cuarto lugar en las recientes elecciones del Estado de México. Traiciones sobre traiciones, a la misma candidata: Josefina Vázquez Mota.

¿Y así con esas intentonas creen los Felipe Calderón, Gil Zuarth o Moreno Valle, entre otros, que van a asestar el golpe final para apoderarse de un PAN que con sus sorprendentes victorias en 2015 se perfilaba triunfador rumbo al 2018?

Si alguien quiere ver en una imagen lo que viene sucediendo con el PAN, asómese en Facebook a las redes sociales de la emblemática familia Clouthier.

Los hijos de Manuel “El Maquío” Clouthier, uno de los panistas que pavimentó el camino a la democracia y la alternancia en México, militan ya en distintas trincheras.

Su hijo Manuel Clouthier enarbola la bandera política como legislador independiente, un sin partido que se perfila para convertirse, al igual que su padre, en un luchador de primera línea.

Tatiana Clouthier, quien fuera activa militante y legisladora panista, es hoy un apoyo abierto y confiable
para Morena y para López Obrador en la carrera presidencial 2018.

Y Rebeca Clouthier va una vez mas en pos de la alcaldía de San Pedro Garza García, confiada en que ahora sí, sus aliados del PAN no acabarán traicionándola y vendiéndola por un plato de lentejas.

Tres personalidades forjadas en la libertad de un hombre como “El Maquío”, quien no solo luchó, sino que entregó su vida a la causa azul, con una descendencia que navega hoy a contracorriente del partido que su padre engrandeció.

Ese es el PAN que como partido se perdió después de los gobiernos de Fox y Calderón. El partido incapaz de volver a sus glorias como lo que algún día fue: la mejor oposición de México.

Un partido que se fragmentó en ambiciosas hordas políticas que buscan desesperadamente alianzas afuera, cuando son incapaces de pactarlas hacia adentro, entre ellos mismos. Y eso, la ciudadanía, se los cobrará una vez más en el 2018.

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