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15 de abril 2025

8 de abril 2025

¡Que alguien me explique!

Del Narco Estado a la Narco Sociedad

Dos ejemplos en los últimos días ponen sobre la mesa del debate los niveles de incompetencia y colusión que se dan, ya no entre quienes menos tienen, sino entre los más privilegiados de nuestras comunidades. Estamos pasando del narco estado a la narco sociedad

Por Ramón Alberto Garza

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Es indignante la pasividad social que vivimos frente a las evidentes y claras muestras de la intromisión del crimen organizado en la vida cotidiana en México.

Es alarmante lo que la tolerancia hacia jefes de los cárteles, huachicoleros y factureros está contaminando a la sociedad. Las fronteras entre lo que es correcto y legal contra lo que es un delito y es ilegal, están borradas.

Dos ejemplos en los últimos días ponen sobre la mesa del debate los niveles de incompetencia y colusión que se dan, ya no entre quienes menos tienen, sino entre los más privilegiados de nuestras comunidades.

El primer caso es el que ocurrió hace unos días en la Ciudad de México, en un quinceaños en el hotel Westin Santa Fe, fiesta a la que fueron convocados alumnos y alumnas de la festejada que asiste al colegio Westhill Institute. Apenas estaba iniciando la celebración, cuando un comando presuntamente apoyado por fuerzas de seguridad nacional -reforzadas por información del FBI- irrumpieron en el lugar con la orden de captura de José Olivas Chaidez, identificado como el padre de la quinceañera y señalado como un presunto operador del Cartel de Sinaloa, quien es buscado desde hace cinco años bajo ficha de Interpol por el gobierno de los Estados Unidos.

Pero a pesar del operativo, el presunto capo logró huir de la fiesta de su hija porque sus escoltas superaron en número y fuerza a los oficiales del gobierno que iban a arrestarlo. Se les escapó. Lo curioso del caso es que -como si aquí no pasara nada- la familia de la quinceañera continuó con el festejo. Y aunque una buena cantidad de los jóvenes ya se habían retirado, aterrados frente a lo que dijeron fue una confrontación en la que se escucharon al menos un par de balazos, la fiesta continuó. Incluso para enmendar el desaguisado, se convocó para un día después a una torna-fiesta, como si lo que sucedió un día antes en ese hotel fifí, de esa zona fifí, con alumnos de una escuela fifí, hubiese sido un asunto menor.

El otro caso es el de la feria de “autogoles” que sus mismos jefes de seguridad le están metiendo en su “portería” a Mauricio Fernández Garza Sada, el alcalde de San Pedro Garza García, a quien ya se le evidenciaron tres altos elementos policiacos en fuera de lugar. Dos no pasan las pruebas de confianza por ser exconvictos y el tercero ya anda creando un “Sindicato”’ para “cobrar piso” a comercios y a ciudadanos, en el municipio con mayores ingresos per cápita de América Latina.

Inaudito que en 2025 se esté repitiendo -en el dormitorio de los empresarios y los ciudadanos más acaudalados de México- lo que ya les sucedió ahí mismo entre 2009 y 2012, cuando la inseguridad se volvió pan nuestro de cada día, no sólo en San Pedro, sino en Nuevo León entero. Pacto con los Beltrán Leyva y la gestación del “Grupo Rudo” de por medio.

Pero todo indica que -a pesar de la contundente evidencia- en San Pedro Garza García tampoco pasa nada. Todos se hacen como que la Virgen les habla. Y en el banquillo están los dos segundos mandos más importantes del Secretario de Seguridad, José Luis Kuri, incluyendo su jefe de escoltas y otro jefe que maneja administrativamente la corporación policiaca. Bajo un escrutinio apegado a la Ley, ninguno de los dos pasaría las pruebas de confianza. Como sucedió con el despedido Secretario de Tránsito, también contratado por “El Jefe Kuri”.

Triste papel de una comunidad y de sus líderes, que ven, pero que no exigen a sus autoridades -detenten el apellido que tengan- que se haga cumplir la Ley. Hasta que, como ya sucedió hace 13 años, vuelvan las grandes desgracias de confrontaciones, homicidios o secuestros. Hasta que la tragedia caiga en el hogar de ciudadanos inocentes. Otro gobierno fifí, con policías supuestamente fifís, con un alcalde fifí y cuyos ciudadanos fifís prefieren voltear la cara y decir “no veo, ni escucho”, antes que exigir resultados a sus autoridades que, en el mejor de los casos, son incompetentes y en el peor podrían ser hasta cómplices.

Pero ese es el reflejo -en Santa Fe y Bosques en la Ciudad de México o en San Pedro Garza García- de los valores trastocados. Sí, de aquellos que hoy le rinden culto al narco capo, al brazo derecho de ese capo, al huachicolero que introduce ilegalmente combustibles cerrando el negocio junto a los cientos de gasolineros privados que ilícitamente duplican sus ganancias, lo mismo que los cientos de factureros fifí que ya hicieron de ese negocio la gran fábrica de sus millonarios capitales. Todos, bajo la más completa impunidad.

Y al igual que la serpiente que se muerde la cola, capos, jefes policiacos, huachicoleros, gasolineros que aceptaron estar en el juego y factureros, todos acaban por entrar en las mismas complicidades. Estamos pasando del narco estado a la narco sociedad. Y lo que es todavía peor, con el beneplácito de aquellos que más tienen, aquellos que recibieron la mejor educación, aquellos que se presumían “decentes”, pero que hoy navegan en los mares de la indecencia. En el pecado de ese silencio cómplice llevaremos la penitencia.

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