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Opinión

¡Cuidado con lo que pides!

Dice el refranero popular: “Ten cuidado con lo que pides porque se te puede hacer realidad”. Y eso es lo que podría estarle sucediendo al presidente.

Por Ramón Alberto Garza

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Dice el refranero popular: “Ten cuidado con lo que pides, porque se te puede hacer realidad”.

Y eso es lo que podría estarle sucediendo al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lanzó un reto singular hacia todos sus detractores.

No se habían enfriado sus palabras pronunciadas en la Mañanera del pasado 29 de septiembre, cuando 4 días después, un muy nutrido contingente de mexicanos que repudian las políticas de su gobierno abarrotaron el Zócalo de la Ciudad de México.

Es lo de menos debatir que si fueron 180 mil como dicen sus promotores, o si fueron 100 mil como lo reclaman algunas organizaciones o si simplemente fueron 10 mil o 20 mil como lo dice la policía capitalina.

El hecho es que la marcha del sábado, sorpresiva para la enorme mayoría, le está dando una señal al inquilino de Palacio Nacional de que el repudio crece -por días- sobre la manera en cómo conduce la nación.

Endosada al movimiento FRENAAA, la única organización abiertamente anti-lopezobradorista que dirige Gilberto Lozano, el desfile de los miles de mexicanos se integró por decenas de organizaciones civiles y colectivos.

Sin duda, entre la muchedumbre se contaban feministas, trabajadores despedidos no solo de empresas privadas, sino públicas. También padres de niños con cáncer, emprendedores pequeños, medianos y grandes que no ven su salida de la crisis y comunicadores, cineastas y ONGs defenestrados por el régimen.

Ya no hay manera de decir que quienes protestaban contra las políticas de la Cuarta Transformación son los conservadores, neoliberales y fifís que se limitaban a hacer caravanas de docenas de automóviles.

La del sábado fue también una marcha de los de a pie.

Y es ahí donde el presidente López Obrador tiene que escuchar cuál es el clamor de esa multitud, si acaso quiere evitar que la mancha humana del descontento crezca y su profecía de salir de Palacio Nacional se cumpla.

El mandatario tiene dos opciones frente a lo que el sábado fue evidente.

Una, repetir su discurso reiterativo de desprecio, de desdén, de descalificación para todos aquellos que no piensan como él. Revivir sus eternas teorías del complot, de los oscuros intereses que patrocinan los ataques en su contra.

O dos, entrar en razón para escuchar los auténticos reclamos, los que se van haciendo generalizados, los de quienes se sienten no escuchados y atropellados por la imposición de un solo discurso presidencial.

El inquilino de Palacio Nacional se sorprendería incluso de cuántos personajes de su Gabinete estarían dispuestos a sumarse a esa marcha.

Pero si en su Mañanera de hoy, el inquilino de Palacio Nacional vuelve a insistir en que solo su visión de país es la que cuenta, en el “yo estoy bien y el resto del mundo está mal”, y en volver a comparar el presente con el pasado, para cancelar el futuro, se va a equivocar.

Y si la marcha del sábado pasado fue de 10, 20 ó 30 mil mexicanos, no dude que la próxima se acercará o superará la meta que él mismo se autoimpuso de 100 mil manifestantes –más la baja en las encuestas- para irse a La Chingada, su finca en Palenque, Chiapas.

Podrá descalificar –y con toda razón– los radicalismos y las formas de Gilberto Lozano, el líder visible de FRENAAA.

Pero lo que no puede ignorar es que en todo su derecho de disentir, el anti-lopezobradorismo crece desde Mérida hasta Ensenada. Y obligado es escuchar esos reclamos legítimos, para reencausar el rumbo.

En su campaña rumbo a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador nos prometió que “Juntos Haremos Historia”.

Es lamentable que dos años después, el lema de su gobierno -incluida la crisis de su partido Morena- sea la de “Juntos Provocaremos Histeria”. Aún hay tiempo de pacificar y construir.

Juntos.

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