¿Cuánto falta para la elección?

17 de mayo 2024

3 de mayo 2024

Opinión

#LosTaconesDeMarcela | Los Siervos de la Nación (del presidente)

Los Tacones De Marcela

Ahora, los siervos de la nación o más bien dicho, del presidente, son todos aquellos que le rinden pleitesía a AMLO y le facilitan los medios para cometer todo tipo de pecados capitales que van en contra de los valores democráticos por los que tanto se luchó en México

Por Marcela Garza Barba

COMPARTE ESTA HISTORIA

El culto al falso mesías, al presidente Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación, es gran parte del problema por el que nuestra democracia pende de un hilo.

Los siervos de la nación, o los servidores de la nación como los mismos cuatroteístas se autodescriben, ya no son solamente aquellos que en 2018 se encargaban de promover el voto y de alguno que otro programa social.

Ahora, los siervos de la nación o más bien dicho, del presidente, son todos aquellos que le rinden pleitesía a AMLO y le facilitan los medios para cometer todo tipo de pecados capitales que van en contra de los valores democráticos por los que tanto se luchó en México.

Diputados, senadores, gobernadores, secretarios, secretarias, amlovers y cuatroteístas.

Los siervos del presidente no cuestionan, sino alaban; no contradicen, sino complacen; no proponen estrategias, sino sirven de floreros, tal cual seguidores de una secta religiosa o sexual, sólo que en este caso es una secta política. 

El culto a la personalidad del falso mesías cuatroteísta está tan arraigado que hasta camisetas con la imagen de la ‘Santa Muerte’ lo representan.

Y como todo líder de culto, adoctrina a su mano derecha, Claudia Sheinbaum, para que siga con su legado autocrático basado en mentiras y planes A, B, C y Z, a conveniencia.

Tal cual lo hizo Hugo Chávez, en su momento, con un Nicolás Maduro, planes y camisetas incluidos para el servilismo político.

Veo la foto y no lo creo.

En plena época electoral y el presidente, a todas luces, haciendo campaña con sus más allegados, los siervos de la nación, o más bien los siervos del presidente.

De lejos, la imagen impone, el presidente y su séquito.

Claro, fue tomada desde Presidencia, trae olor a propaganda.

Pero de cerca, ese poder que se presume de lejos se achica. 

Basta ver las manos aplaudiendo de los que están sentados, mientras que el presidente se dirige hacia ellos con un “que no haya titubeos para mantener el movimiento”.

¿Por qué aplauden?

¿A quién admiran?

¿A alguien que puso al país en los primeros lugares, cuando se trata de contabilizar los homicidios dolosos?

Más de 180 mil asesinatos en lo que va del sexenio para ser exactos.

Le aplauden a alguien que, falsamente, dice que deja un legado basado en el “humanismo mexicano”, cuando de humano no tiene nada.

Ahí están las madres buscadoras encontrando fosas y presuntos crematorios clandestinos, porque la autoridad a nivel estatal, local y federal nada en una impunidad descarada.

Los abrazos y no balazos de López Obrador nos dejan con una creciente inseguridad al jugar el juego a su manera.

Le aplauden a alguien que ha traicionado a su patria, pues en lugar de dejar un saldo a favor para la democracia se enfrasca en una deuda sin precedentes.

Ahí están las reformas en fast track que los siervos del presidente pusieron en bandeja de plata para darle más poder a su líder y a la que adoctrina para sucederlo, Claudia Sheinbaum.

Los aplausos que se ven en la foto son una extensión de las porras de los diputados que lograron que el Plan C de AMLO sea más viable que inviable, aunque esto signifique un claro pisoteo a la democracia.

¿Cómo se atreven?

El Plan C de AMLO es un abuso de poder a todas luces, pero sus fanáticos, los siervos de la nación, recientemente concluyeron 18 de 20 proyectos de dictamen en los que se consideran viables todas las iniciativas de reforma a la Constitución propuestas por el presidente.

Aunque el periodo ordinario de sesiones de la legislatura ha terminado, sin la aprobación total del paquete de las 20 iniciativas de reforma propuestas por AMLO el pasado febrero.

Los siervos le ayudaron al líder cuatroteísta a cometer los ataques a la democracia sin remordimiento alguno.

Y eso incluye las reformas a la Constitución, la creación de una Guardia Nacional, los programas sociales, la desaparición de los 109 fideicomisos y, obviamente, reformas en fast track.

La Ley de Amparo.

La Ley de Amnistía.

Y la de Pensiones.

Todas ellas, regalos de despedida para su líder cuasi autoritario, porque seamos sinceros, cada una le da más poder presidencial a AMLO y a su sucesora.

Es imposible no pensar que estamos retrocediendo con este tipo de servilismo hacia un todo poderoso.

Y si aún dudan.

Ahí está el ejemplo de un líder y su culto, como Nicolás Maduro, que también crea sus planes C, R y Z y que sus siervos, al igual que los de AMLO, le aplauden y se vuelven cómplices de su sed de poder.

No es mera coincidencia que ambos líderes político-sectarios utilicen frases en camisetas controvertidas como la de la ‘Santa Muerte’ en la que se lee “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador” y “Aquí no se habla mal de Chávez”.

Y es que Maduro carga con el culto a la figura del ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que hasta el día de hoy perdura.

Aquí la pregunta es: si estos líderes político-sectarios tienen su plan de la A, a la Z, ¿la oposición tiene sus planes?

En el caso de Venezuela, desde la oposición nunca se estrategizó un plan C si se diera el caso de que tanto Chávez y ahora Maduro se aferraran al poder.

El 14 de abril de 2013, Henrique Capriles derrotó a Maduro, pero como no había plan B o C, Capriles se resignó.

La oposición no tuvo un plan para demostrar el fraude electoral que se había cometido.

Así también en 2004, en la época de Chávez.

Meses después de la elección, unos tantos informes confirmaron que, aproximadamente, el 15 por ciento de los votos habían sido alterados.

Y, aun así, Chávez, Maduro y sus siervos permanecieron en el poder.

Hoy, en 2024, Venezuela sigue en un entramado parecido.

Es difícil salirse de la secta y más cuando esa pleitesía se convierte en fidelidad y complicidad, a cambio de dádivas y puestos en el poder.

Como en todo culto, los fieles seguidores no se dan cuenta del narcisismo de su líder hasta que ya es demasiado tarde.

Pero, a diferencia de un Keith Raniere o de un Charles Manson, estos líderes político-sectarios juegan, no sólo con sus siervos, sino con todo un país.

Imperdonable.

Y más aún, que la voz del presidente detrás de esta foto, diga que se reunió con legisladores que “terminan su periodo y actuaron con lealtad al pueblo de México, siempre lucharon en contra de la corrupción y a favor de la justicia”.

Nada más lejos de la verdad.

Publicidad
Publicidad
Publicidad