¿Cuánto falta para la elección?

5 de mayo 2024

14 de mayo 2018

¡Que alguien me explique!

Cerebros ‘mojados’

Agustín Carstens es uno de los muy escasos mexicanos en el servicio público que puede presumir tener clase mundial. El ex secretario de Hacienda y ex director del Banco de México (Banxico) tiene tal respeto en la comunidad financiera que fue requerido para presidir el Banco Internacional de Pagos (BIS), la mas antigua institución financiera […]

Por Ramón Alberto Garza

COMPARTE ESTA HISTORIA

Agustín Carstens es uno de los muy escasos mexicanos en el servicio público que puede presumir tener clase
mundial.

El ex secretario de Hacienda y ex director del Banco de México (Banxico) tiene tal respeto en la comunidad financiera que fue requerido para presidir el Banco Internacional de Pagos (BIS), la mas antigua institución financiera del mundo que concilia a 60 bancos centrales.

Ahora nos enteramos que Carstens está ya entre los candidatos finalistas para ser el director del Banco Central del Reino Unido. El Banxico de Gran Bretaña. Y no es para menos. Muy merecido.

Su reputación como un economista de excelencia, ortodoxo, sin espacios para negociar políticas económicas fuera del script, le ganaron un prestigio global a toda prueba, que ahora los ingleses -padres de Oxford y de Cambridge- intentan aprovechar del mexicano.

A decir verdad, Carstens debería haber continuado al frente del Banxico, vigilando como lo hizo por casi 8 años un escrupuloso ejercicio de la política monetaria.

Pero las presiones del Clan Videgaray, buscando políticas mas laxas, menos estrictas, acabaron por orillar a Carstens a pedirle al presidente Enrique Peña Nieto su salida.

Y solo a partir de que se fue a Suiza el gobierno federal pudo echar mano a mas de 321 mil millones de pesos de reservas aseguradas en fideicomisos, creados para enfrentar contingencias.

Fueron innumerables las presiones que el director de Banxico recibió de Videgaray y sus apóstoles para que relajara lo que ellos catalogaban como una excesiva restricción monetaria.

Pero Carstens resistió estoico el vendaval, siempre con la renuncia en la bolsa, en caso de que lo quisieran obligar a implementar algo con lo que no estaba de acuerdo.

Curiosamente esas “contingencias” para cubrir el déficit presupuestario del gobierno federal se ejercieron tan pronto Carstens dejó el Banxico.

La justificación fue el desbalance en los flujos tras la caída de los precios del petróleo, la baja en las exportaciones de crudo, las fluctuaciones de la paridad cambiaria y la cobertura del pago de la deuda, de inmediato se cubrieron con esos “guardaditos para las emergencias”.

Hay quienes advierten que aún muy lejos de la relajación, el Banxico de hoy es un poco menos ortodoxo. Y que sin el apoyo de esos “guardaditos”, Hacienda enfrentaría hoy una severa crisis fiscal.

A reserva de que con el tiempo se conozca con mas detalle lo que sucede hoy nuestro Banco Central, ojalá que se mantenga incólume la herencia del no uso político en una de las pocas instituciones que sí funcionan en México.

Lo que si es una lástima es que la inteligencia y la experiencia de un personaje de la talla de Agustín Carstens sea mejor aprovechada en Suiza o en Inglaterra, porque en México no se dan las condiciones para ejercer su tarea sin presiones políticas.

Ya nuestro país paga un alto precio al perder valiosa mano de obra que emigra en busca de mejores oportunidades a los Estados Unidos. A ellos, a los que cruzan el Río Bravo, los conocemos como “espaldas mojadas”.

Y ahora, para colmo, tenemos que prescindir de talentos que ponen sus brillantes neuronas al servicio de otras naciones porque en su país, México, sus valores no son ni apreciados ni respetados.

Por eso decimos que vamos a pasos acelerados rumbo al estreno de una nueva era: la de los “cerebros mojados”. Y el de Carstens es un excelente ejemplo.

Publicidad
Publicidad
Publicidad