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18 de junio 2025

26 de agosto 2019

Economía

Cemex: al filo de la supervivencia

La compañía vive su peor momento desde la muerte de Lorenzo Zambrano: la acción ha perdido el 68 por ciento de su valor en los últimos veinte meses y las condiciones se están alineando para una adquisición hostil.

Por Rodrigo Carbajal

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Cemex vive su peor momento desde la muerte de Lorenzo Zambrano. La compañía ha perdido el 67.88 por ciento de su valor de capitalización de mercado en los últimos veinte meses. Además, se enfrenta a una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos por un presunto soborno pagado a la campaña presidencial de Juan Manuel Santos en Colombia. Por si fuera poco, el esfuerzo institucional más relevante de la compañía, “Stronger Cemex”, no ha obtenido los resultados esperados. Su CEO, Fernando González Olivieri, anunció que la empresa no alcanzará el objetivo de grado de inversión en el 2020.

 

Pero ésta es sólo la punta del iceberg. Entre los accionistas de la compañía se habla de un riesgo mucho mayor: la posibilidad de un takeoverhostil. Porque las condiciones están dadas para este escenario: el precio de la acción de Cemex está rondando los niveles de 2008, 2009 en los que la compañía estuvo a punto de declararse en quiebra.

 

Y lo más importante: Cemex es la única empresa del primer plano del llamado Grupo Monterrey en el que la familia no tiene un control mayoritario del gobierno corporativo. A diferencia de lo que sucede en Alfa con la familia Fernández y Garza Sada; de la estructura accionaria familiar de Cydsa; o lo que pasa en Vitro, con los Sada; los Zambrano no tienen la mayoría de los títulos con derecho a voto.

 

Lorenzo Zambrano hizo de Cemex la empresa mexicana más global, pero eso tuvo un costo. Se trituró el capital y se invitó a grandes fondos de inversión a tomar una posición accionaria. Eso representa un riesgo significativo. Actualmente, el accionista mayoritario de la cementera mexicana es Blackrock, con el 10.2 por ciento de los títulos. El segundo mayor tenedor es otro fondo de administración de activos, Dodge & Cox, con 8.2 por ciento de las acciones.

 

De acuerdo a información de la Comisión de Valores de Estados Unidos, no hay ningún otro accionista con una participación mayor al 5 por ciento de la compañía. Eso incluye, por supuesto, a la familia Zambrano.

 

La combinación de un precio de la acción cercano a mínimos históricos con una estructura accionaria horizontal abren la puerta la posibilidad de una adquisición hostil. Eso lo saben en Cemex.

 

Y el momento de definición podría estar a la vuelta de la esquina. Entre noviembre de este año y marzo del 2020, Cemex tendrá que redimir más de 520 millones de dólares en bonos convertibles a acciones.

 

Fuentes cercanas al asunto aseguran que hay una división al interior de la compañía porque esto implica que se tendrá que tomar una decisión difícil. Hay dos opciones:

 

La primera es diluir la estructura accionaria de la compañía para financiar el pago de estas obligaciones. Eso significa que la posición de la familia Zambrano quedará todavía más disminuida.

 

La segunda es cumplir con el pago de los bonos en los términos establecidos que evitan diluir las acciones de Cemex. Esto implica un pago significativo en un momento en el que la posición financiera de la cementera pasa por un momento de fragilidad. El pago de los 520 millones de dólares representa casi la novena parte de una compañía que está valuada en 4,500 millones de dólares.

 

Esta división representa una oportunidad para cualquier vehículo de inversión que intente desembarcar en Cemex.

 

Sabemos que la compañía no alcanzará el grado de inversión en 2020 y que sus acreedores tuvieron que intervenir para reencausar la estrategia financiera.

 

En marzo del 2019, el Consejo de Administración aprobó un programa de recompra de acciones de Cemex por 500 millones de dólares. Para entender la magnitud de la cifra, esto representa el 11 por ciento del valor total de la compañía. Además, al cierre del segundo trimestre, el efectivo en cajas de Cemex era de apenas 304 millones de dólares.

 

Los acreedores concluyeron que este plan estaba fuera de toda proporción y llegaron a tocar la puerta para hacer reconsiderar a Cemex de que esto ponía en riesgo sus intereses financieros de largo plazo. Al final, se llegó a un acuerdo en el que se restringió el monto máximo de la recompra a 200 millones de dólares.

 

Sin embargo, en realidad, la restricción fue mayor dado que la compañía aprobó un dividendo de 150 millones de dólares. Es decir, en última instancia, los acreedores corrigieron la plana y sólo permitieron que se utilizaran 50 millones de dólares, el 10 por ciento de lo que el Consejo de Administración estipuló originalmente.

 

Este acuerdo se sujetó a un estándar en el que se condicionó a Cemex a mantener un nivel de deuda sobre flujo de operación menor o igual a cuatro veces. La compañía, estando en el límite de este indicador, decidió ejecutar la recompra de acciones esta última semana. Era ahora o nunca.

 

El efecto de este impulso temporal al precio de la acción sólo recuperó una parte del terreno perdido. Tan solo en el último mes, Cemex perdió el 15 por ciento de su valor de mercado.

 

Los analistas de las casas de bolsa han recortado el precio objetivo de la acción de Cemex de manera dramática, pasando de 16.25 pesos en noviembre de 2018 a 8 pesos en agosto de 2019. Su principal crítica es que el roadshowde inversión no ofreció nada atractivo para los mercados.

 

A eso hay que sumarle un creciente riesgo de reputación. Las acusaciones de soborno en Colombia no son algo menor. El principal vocero de esta campaña de desprestigio es nada más y nada menos que Álvaro Uribe, el ex presidente de Colombia, cuyo principal aliado político, Iván Duque, es hoy presidente.

 

Por otro lado, el hecho de que la recompra de acciones represente la principal estrategia de supervivencia para Cemex no ha caído bien entre algunos accionistas. Se cuestiona que se utilice dinero de caja para proteger la posición de la administración en la compañía, cuando ese dinero podría tener un uso más productivo.

 

No es casualidad que esta operación de recompra de acciones se haya implementado de manera simultánea en Alfa, otra empresa regiomontana que ha perdido cerca del 70 por ciento de su valor de mercado en los últimos cinco años.

 

De hecho, hay un grupo importante de miembros del llamado Grupo Monterrey que ocupan asientos tanto en Cemex como en Alfa: Armando Garza Sada, Francisco Javier Fernández Carbajal y David Martínez Guzmán.

 

En las últimas dos décadas, la élite empresarial regiomontana estuvo obligada a vender las acereras, los bancos y las cerveceras a grupos extranjeros.

 

Una adquisición hostil, alimentada por la creciente división al interior de Cemex, sería una humillación mucho mayor.
En una corporación tan horizontal como Cemex, donde no existe un grupo de accionistas dominante y el rumbo de la compañía queda en manos de profesionales, la única manera de que la administración mantenga su posición es con resultados. Y en este momento, eso no se está dando.

 

Los accionistas regiomontanos de Cemex todavía pueden levantar la voz para rescatar el legado de Lorenza Zambrano.

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