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¡Que alguien me explique!

Camino a La Chingada

Dicen los que censuran a López Obrador que en la lógica ciudadana algunas de sus declaraciones se sienten fuera de lugar, disruptivas y hasta amenazantes al interés nacional.

Por Ramón Alberto Garza

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Sobran los detractores que insisten en que el principal enemigo de Andrés Manuel López Obrador es él mismo.

Y que al margen de que le hayan robado o no las elecciones del 2006, cuando arrancó aquella campaña  tenía una amplísima ventaja que se fue acortando,  hasta alcanzar márgenes que habrían permitido al sistema la manipulación post-electoral que él acusa.

Dicen los que censuran a López Obrador que en la lógica ciudadana algunas de sus declaraciones se sienten fuera de lugar, disruptivas y hasta amenazantes al interés nacional.

Como la que acaba de hacer en Guerrero, en donde el precandidato de Morena anunció que en un intento por pacificar a México, evaluaba hacer un pacto con amnistía para los jefes del crimen organizado.

“Si es necesario vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía, siempre y cuando se cuente con el apoyo de las críticas. No descartamos el perdón. Se debe perdonar si está de por medio la paz y la tranquilidad del pueblo”,anunció el líder de Morena.

Esta es la primera declaración de López Obrador controvertida, fuera de lugar, que polariza incluso el ánimo de sus simpatizantes en la carrera presidencial 2018.

¿De dónde salió esa nefasta propuesta que podrá ser debatida, pero que de origentiene el sabor de lo ilegal, del no apego al Estado de Derecho?

¿Acaso es su primera ocurrencia de esta precampaña, sin medir las consecuencias o es una opinión consensuada con sus principales estrategas políticos que refleja algo que no conocemos?

Porque si esa amnistía se plantea similar a la que propuso el presidente Juan Manuel Santos a las guerrillas de las FARC en Colombia, el tema obliga a un gran debate nacional, con referendum incluido. Como se hizo en aquella nación sudamericana.

Con la diferencia de que la guerrilla colombiana puede disfrazar sus nexos con el narcotráfico escudándose en que su lucha es social, para reivindicar al pueblo.Eso les decía Tirofijo, el subcomandante Marcos colombiano.

Pero si López Obrador tiene como eje de su discurso el acabar con la llamada “mafia del poder”, ¿cómo puede justificar proponerles amnistía y perdón “a la mafia del narcotráfico”, “a la mafia de los huachicoleros”, “a la mafia de los que cobran piso”, “a la mafia de secuestradores”, que juntas todas integran la llamada  “mafia del crimen organizado”?

Bajo ese supuesto, el discurso morenista de ir contra la corrupción se cae en pedazos, puesto que si va a propiciar la amnistía para los narcos, ¿por qué no también extender ese perdón a los políticos o empresarios corruptos, con tal de que el país no se incendie y esté en paz?

Ese fue el enorme error que cometieron Vicente Fox y Felipe Calderón. Que continuaron el modelo del viejo PRI y acabaron sentados en la mesa, pactando con Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Lo liberaron, le abrieron con Genaro García Luna el camino para ser el jefe de jefes del narcotráfico, estallaron la guerra contra Golfos y Zetas, pero al final del día México se tiñó de miedo y sangre. Nada valió esa fallida estrategia.

Por eso López Obrador tiene que rectificar esa posición muy desafortunada. Porque no faltará quienes lo acusen de que ya pactó con el crimen organizadoy que por eso busca perdonar y darles amnistía. ¿A cambio de qué?

Y si no lo hace, el todavía precandidato de Morena estará pavimentando su camino no rumbo a Los Pinos, sino a La Chingada, su rancho en donde acabaría pasando sus últimos días.

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