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22 de noviembre 2024

6 de diciembre 2021

Política

Bartlett y Nahle quieren el control energético del país

La política energética del gobierno de López Obrador no es una improvisación. Esta administración pretende convertir a la CFE y a la refinería de Dos Bocas en dos aduanas de control para la mayoría de los nuevos proyectos energéticos del país

Por Redacción Magenta

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¿Qué pasó?

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador pretende convertir a la CFE (a cargo de Manuel Bartlett) y a la refinería de Dos Bocas (proyecto que encabeza Rocío Nahle) en dos aduanas de control para la mayoría de los nuevos proyectos energéticos del país.

¿Por qué importa?

  • Además de desaparecer a los órganos autónomos como la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), la política energética de AMLO pretende devolverle el poder monopólico a la CFE de Bartlett, lo que incluiría el manejo en el suministro de gas natural de la Península de Yucatán.
  • De acuerdo con el portal Natural Gas Intelligence (NGI), la CFE tiene proyectada la construcción de las plantas de gas natural Mérida IV y Riviera Maya para abastecer del hidrocarburo a la zona, que por el momento se da a través de un canje con Pemex (con el gas producido en Cactus y Nuevo Pemex).
  • Sin embargo, con la entrada en operación del gasoducto submarino Sur de Texas-Tuxpan, las condiciones de suministro han mejorado en todo el sistema, aunque no hay garantía de que el transporte hacia el sureste pueda ser abastecido por Pemex sin interrupciones.

El contexto:

  • Por ello, a finales de noviembre, la Comisión Federal de Electricidad anunció sus planes de aumentar el suministro de gas natural en Yucatán, con un volumen de 400 millones de pies cúbicos por día a un costo de 4 mil 500 millones de dólares.
  • El proyecto consistiría en el desarrollo de un sistema de transporte de gas natural vía marítima, a través de un nuevo oleoducto marino que correría paralelo al Sistema Integrado de Gas Natural (Sistrangas), comenzando en la zona de Tuxpan, Veracruz y conectando al gasoducto Mayakan en Campeche y Tabasco.

Los detalles:

  • Según reportes de Eduardo Prud’homme, director de la consultora energética mexicana Gadex y quien trabajó durante 14 años en la CRE, si bien no se trata de la alternativa de menor costo, es consistente con la posición de la CFE de subcontratar sus principales objetivos en la última década.
  • El especialista aseguró que, por el tamaño de la inversión y sobre todo por sus beneficios, dicho proyecto sería el más importante del sector energético para el gobierno de la 4T, detrás de la refinería de Dos Bocas, aunque ambos están conectados.
  • Y es que si no se logra contar con la suficiente disponibilidad de gas para sus procesos térmicos y de conversión, la viabilidad operativa de la refinería también estaría en riesgo.
  • “Desde el punto de vista de la seguridad energética, el aumento de la disponibilidad de gas permitiría superar la condición crítica de suministro en el Sureste y al mismo tiempo garantizar el gas natural a Dos Bocas”, indicó Prud’homme en un artículo para el portal Natural Gas Intelligence.
  • Aunque el contar con un mayor volumen de gas en el área reduciría en un 60% los costos de generación de CFE en Yucatán, además de aligerar las presiones de Pemex para cuestiones de suministro, el principal problema sería la adjudicación de proyectos.
  • Y es que, a diferencia de gobiernos anteriores en que los gasoductos de la CFE fueron licitados, en la administración actual, los contratos se asignan de forma directa, lo que contravendría los lineamientos del Centro Nacional de Control del Gas Natural (Cenagas) para oleoductos estratégicos como el planteado.
  • Más aún que el proyecto aún no ha sido sancionado formalmente y ya TC Energy Corp mencionó este proyecto en su Investor Day, listo para ser quien lo lleve a cabo. “La ausencia de un mecanismo competitivo indudablemente conducirá a cierto grado de riesgo regulatorio”, advirtió Prud’homme.
  • Otro de los aspectos críticos, más allá de los ya citados, es el tiempo. Y es que en un escenario optimista, la construcción del gasoducto tendría que empezar a mediados de 2022, con una duración de tres años, de acuerdo al plazo que tomó la licitación y el inicio de operaciones del gasoducto marino existente.
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