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6 de septiembre 2017

Internacional

Barack Obama, en contra de la cancelación de DACA

En un escrito publicado en sus redes sociales, Barack Obama dijo que la decisión de Donald Trump sobre la cancelación del programa DACA es una falta de sentido común

Por Melissa Aguilar

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A través de sus redes sociales, el expresidente Barack Obama se declaró en contra de la decisión tomada por la administración de Donald Trump sobre la cancelación de DACA.

Esta es la traducción del texto publicado por el exmandatario.

«La inmigración puede ser un tema controversial. Todos queremos fronteras seguras y a salvo, y una economía dinámica, y gente de buena voluntad puede tener desacuerdos legítimos sobre cómo arreglar nuestro sistema de inmigración para que todos juguemos bajo las mismas reglas.

Pero de eso no se trata la acción que tomó la Casa Blanca hoy. Esto es acerca de los jóvenes que crecieron en América – chicos que estudian en nuestras escuelas, jóvenes adultos que comienzan sus carreras, patriotas que prometen lealtad a nuestra bandera.

Estos ‘dreamers’ son americanos en su corazón, en sus mentes, en todas las formas excepto una: en papel. Fueron traídos a este país por sus padres, algunas veces incluso cuando eran niños. Puede que no conozcan otro país más que el de nosotros. Puede que no sepan otro idioma más que el inglés. Puede que no tengan idea de que son indocumentados hasta que solicitan un trabajo, entrar a un colegio o una licencia de conducir.

A través de los años, políticos de ambos partidos han trabajado juntos para escribir una ley que les dijera a estos jóvenes- nuestros jóvenes- que si tus padres te traían aquí cuando eras niño, si habías vivido aquí cierto número de años, y si estabas dispuesto a ir a la escuela o servir en el ejército, entonces tendrías una oportunidad de quedarte y ganar tu ciudadanía. Y por los años que fui presidente, le pedía al Congreso que me enviara un proyecto de ley así.

Ese proyecto de ley nunca llegó. Y porque no tenía sentido para mí en rechazar gente joven talentosa, enfocada y patriótica del único país que conocen solo por las acciones de sus padres, mi administración actuó para levantar la sombra de una deportación para estas personas, para que pudieran continuar contribuyendo a nuestra comunidad y nuestro país. Lo hicimos basándonos en el ya establecido principio legal y discreción del ministro público, que despegó gracias a Demócratas y Republicanos, porque nuestras agencias de inmigración tienen recursos limitados, y tiene sentido enfocar esos recursos en aquellos que llegan ilegalmente a este país para hacernos daño. La deportación de criminales aumentó. Alrededor de 800 mil jóvenes salieron adelante, siguieron requisitos rigurosos y se sometieron a chequeos de antecedentes. Y América creció más fuerte como resultado.

Pero hoy, esa sombra se ha cernido sobre algunos de nuestros mejores y brillantes jóvenes una vez más. Elegir como blanco a estos jóvenes está mal- porque no han hecho nada malo. Es auto derrotarnos- porque quieren comenzar nuevos negocios, trabajar en nuestros laboratorios, servir en la milicia, y contribuir al país que amamos. Y es cruel. ¿Qué pasaría si el maestro de ciencia de nuestros hijos, o nuestro amigable vecino resulta ser un dreamer? ¿A dónde se supone que lo enviemos? ¿A un país que no conoce o recuerda, con un lenguaje que probablemente no hable?

Seamos claros: la acción tomada no es legalmente requerida. Es una decisión política y una cuestión moral. Lo que sea que concierne a los americanos puede ser sobre inmigración en general, no deberíamos amenazar el futuro de este grupo de jóvenes que no tienen culpa, que no son una amenaza, que no nos están quitando nada. Ellos son el pitcher en el equipo de softball de nuestros hijos, el primero en responder cuando hay un desastre en nuestra comunidad, el cadete en las Fuerzas Armadas que no quiere nada más que usar el uniforme del país que le dio una oportunidad. Echarlos no va a bajar nuestra tasa de desempleo, o alivianar los impuestos de nadie, o subir nuestros sueldos.

Es precisamente por esta acción, contraria a nuestros espíritu y al sentido común, que empresarios, líderes de fe, economistas y americanos de todas las líneas políticas hicieron un llamado a la Administración para no hacer lo que hicieron hoy. Y ahora que la Casa Blanca le ha dado al Congreso la responsabilidad sobre estos jóvenes, está en manos de los miembros del Congreso proteger a estos muchachos y nuestro futuro. Me duelen aquellas personas que han sugerido que deberían. Y me uno a la mayoría de los americanos que esperan a que el Congreso que ellos alcancen un sentido de urgencia moral que iguale la urgencia de los sentimientos de estos jóvenes.

 

En fin, esto se trata de decencia básica. Esto es acerca de si somos personas que patean a jóvenes esperanzados fuera de América, o los tratamos la manera en que queremos que traten a nuestros hijos. Es acerca de quiénes somos como personas- y quienes queremos ser.

Lo que nos hace americanos no es una cuestión de cómo nos vemos, o de dónde vienen nuestros nombres, o la forma en la que rezamos. Lo que nos hace Americanos es nuestra fidelidad a los ideales- que nos crearon iguales a todos; que nos merecemos la oportunidad de hacer lo que queramos con nuestras vidas: que todos compartimos una obligación de levantarnos, hablar fuerte y asegurar nuestros valores para la próxima generación. Esa es la forma en que América ha viajado hasta ahora. Eso es como, si seguimos de esa manera, vamos a alcanzar una unión más perfecta.

 

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