¿Cuánto falta para la elección?

3 de mayo 2024

28 de julio 2021

¡Que alguien me explique!

Badiraguato sin testigos

Demasiado riesgo personal el volver a la misma peligrosa región, sin custodios suficientes, como ya lo hizo en su segunda visita a Badiraguato. AMLO se va a meter de nuevo a la boca del lobo

Por Ramón Alberto Garza

COMPARTE ESTA HISTORIA

El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que este viernes se irá de gira a Sinaloa, donde por tercera ocasión en lo que va del sexenio visitará Badiraguato.

Para aquellos que no tengan fresca la memoria, Badiraguato es el enclave más emblemático del narcotráfico en este continente, la sede del Cártel de Sinaloa.

En ese terruño nació Joaquín “El Chapo” Guzmán y ahí vive doña María Consuelo Loera Pérez, la madre del capo, y abuela del liberado Ovidio Guzmán.

También es el pueblo de origen de Rafael Caro Quintero, quien fuera el fundador del Cártel de Guadalajara, acusado de participar en el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar.

Es el mismo Caro Quintero a quien hoy -libre de su sentencia- se le ubica como el enlace que coordina las relaciones pacíficas entre Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos del Chapo.

El pretexto oficial en la visita presidencial del viernes a Sinaloa es para supervisar la construcción de la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo, ubicada dentro del llamado “Triángulo Dorado” donde abundan los plantíos de amapola y marihuana.

Es la misma carretera que vistió el 29 de marzo de 2020 y en donde el mandatario se bajó de su camioneta para acudir a saludar a la madre del “Chapo” Guzmán.

“No te bajes, no te bajes. Ya recibí tu carta…”.

Fue claro que en aquella gira el presidente cayó en una trampa que le significó un elevado costo en su imagen. Sobre todo, cuando los medios de comunicación no tuvieron acceso a ese tramo del recorrido, al que solo accedieron los más cercanos al mandatario.

Pero “alguien” se encargó no solo de videograbar el peculiar encuentro, con la madre y el abogado de “El Chapo”, sino de filtrar aquellas imágenes por las redes sociales. Fue un escándalo internacional.

Esas imágenes incluían también fotografías del mandatario comiendo al aire libre con las autoridades de Badiraguato, allegadas todas a la familia Guzmán Loera. También esas fotografías fueron filtradas a los medios.

Pues ahora, una vez más -y a pesar de la dura experiencia y el alto costo en imagen- el presidente López Obrador acude hasta Badiraguato.

El anuncio indica que a esa gira no tendrán acceso los reporteros que cubren la fuente presidencial, ni medio de comunicación alguno, sea local, nacional o internacional.

¿Cuál es el interés presidencial de volver a un sitio que está tocado por la narco-maldición de ser la cuna de dos de los más renombrados capos mexicanos: uno, El Chapo -purgando ya su condena en una prisión de Nueva York- y el otro, Caro Quintero, buscado como prófugo por los organismos de seguridad de los Estados Unidos?

Demasiado riesgo personal el volver a la misma peligrosa región, sin custodios suficientes, como ya lo hizo en su segunda visita. Se va a meter de nuevo a la boca del lobo.

Demasiado espacio para abrir esa visita a la especulación de que, si lo hace, es porque se sabe protegido y porque volverá a tener algún encuentro con allegados a los capos, y que por esa razón, los medios de comunicación volverán a estar marginados de esa gira en particular.

¿Alguien puede garantizar que no vuelvan a grabarle el video de algún saludo o encuentro incómodo, como el que nadie quería que se viera aquel mediodía del 29 de marzo de 2020?

Demasiada poca la sensibilidad presidencial como para no recordarle que el gobierno de la Cuarta Transformación está bajo la lupa internacional, por ser tan laxo, casi nulo, en el combate al crimen organizado.

Demasiada piel gruesa para hacer una gira así en los días en los que se acusa que Morena se hizo de las gubernaturas del Pacífico -Sinaloa incluida- gracias al apoyo del crimen organizado.

Demasiado tentar a la suerte, cuando en los Estados Unidos estamos en la antesala de que se declare a los cárteles mexicanos como grupos terroristas, lo que permitiría la operación directa, en territorio nacional, de fuerzas norteamericanas.

Demasiado vuelo a la imaginación cuando se anuncia la prohibición de acceso para los medios de comunicación. ¿Pues no que estábamos frente a un gobierno transparente? ¿O definimos las “giras en lo oscurito”?

Si se trata de una simple supervisión a una carretera, ¿por qué cerrarle el paso a las cámaras y los micrófonos?

Cuántas poblaciones con más necesidades apremiantes o cuantos estados darían lo que fuera por una gira presidencial, que hasta ahora les han regateado. Esta será la tercera para los seis mil habitantes de Badiraguato.

Alguien debe estarle recomendando a Silvano Aureoles, el gobernador michoacano al que el presidente López Obrador le niega audiencia, que vaya el viernes a Badiraguato.

Quizás allá tenga más posibilidades de que lo reciban o de perdido -en un golpe de suerte- hasta se bajan de la camioneta para saludarlo.

Publicidad
Publicidad
Publicidad