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24 de enero 2019

Política

Apoyar o no a Juan Guaidó

En el conflicto de Venezuela, México dice ser neutral. Pese a las críticas, parece ser una decisión calculada

Por Rodrigo Carbajal

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Éste es el mapa que está dividiendo a América. De verde, los países que reconocen a Juan Guaidó como el Presidente encargado de Venezuela. De rojo, los que apoyan al gobierno de Maduro. De gris, los países que permanecen neutrales pero mantienen relaciones diplomáticas con el régimen chavista.

Hay lista como ésta que encasillan a México en la misma categoría que la Cuba de los Castro y la Bolivia de Evo Morales.

Sin embargo, hay tres elementos que diferencian a la postura mexicana.

Uno: La Secretaría de Relaciones Exteriores ha hecho énfasis en la neutralidad.

Este es el mensaje del subsecretario Maximiliano Reyes:

“No queremos caer en el extremo antagonista en el que pensamos se encuentran todas las partes involucradas en el conflicto. Pretendemos ubicarnos en un centro que sea capaz de generar puentes de diálogo.”

Eso nos lleva al segundo punto: México ha ofrecido mediar el conflicto en Venezuela. La política exterior mexicana en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es la de la no intervención. Pero mediar no es sinónimo de intervenir.

El comunicado de la cancillería deja en claro que México busca una salida democrática al conflicto, en línea con lo expresado por España, Portugal, Uruguay y la Unión Europea.

Horas después de que se dio a conocer la posición de México respecto a la situación en Venezuela, Uruguay emitió un comunicado haciendo un llamado conjunto con el gobierno mexicano a encontrar una transición democrática pacífica en Caracas.

Y finalmente, el tercer punto, que es el más importante: México está a favor de que se celebren nuevas elecciones libres en Venezuela.

La Presidencia de Juan Guaidó está validada por un mecanismo legal. No llegó al poder mediante un golpe de Estado.

Sin embargo, la ley de Venezuela está diseñada para resolver una crisis constitucional, no para nombrar a un nuevo jefe de Estado de manera permanente.

De acuerdo a la constitución bolivariana, el Presidente de la Asamblea Nacional asume el control del Poder Ejecutivo durante treinta días para organizar elecciones.

México todavía no ha reconocido a Juan Guaidó, pero el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha asumido una postura que apoya el mecanismo de transición política que contempla la Constitución de Venezuela y que está siendo utilizado por el Presidente de la Asamblea Nacional como el eje legal de su proyecto.

Además, la postura de neutralidad de México tiene otra ventaja: le da margen de acción frente a una situación que nadie sabe cómo va a terminar.

Una consecuencia no deseada de apoyar a Juan Guaidó es aislar a Nicolás Maduro. Si el gobierno chavista mantiene el apoyo de las Fuerzas Armadas, esto podría perpetuar el conflicto y derivar en un baño de sangre.

En el 2017, el enfrentamiento del gobierno con manifestantes de la oposición dejó más de cien muertos, según cifras de la ONU.

La presión internacional busca que el ejército rompa filas contra el régimen de Maduro, pero hasta ahora no ha tenido éxito.

La opción de una intervención extranjera también es complicada: la creciente influencia de Rusia y China en Venezuela dificultaría cualquier alternativa militar de Colombia, Brasil e incluso Estados Unidos.

Éste es el contexto que tiene que considerar México. No existen las decisiones perfectas.

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