¿Cuánto falta para la elección?

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9 de junio 2017

¡Que alguien me explique!

AMLO, el pacífico; Anaya, el rebelde

¿Un nuevo AMLO? Mientras los dirigentes del PRI y del PAN impugnan abiertamente el proceso de los resultados, el líder de Morena dice que irá por la vía de las instituciones. Lo que condena a Morena, se le celebra al PRIAN.

Por Ramón Alberto Garza

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Abramos hoy el debate con una pregunta: Si como lo hicieron Enrique Ochoa y Ricardo Anaya en Coahuila, Andrés Manuel López Obrador hubiera salido a las calles del Estado de México a demandar el respeto del voto… ¿Como lo calificarían?

Hasta hoy las posiciones de los presidentes del PRI y del PAN a sus candidatos, el ganador ya oficial Miguel Riquelme y el desafiante panista Guillermo Anaya, es de heroísmo democrático. Cada cual sale de la mano de miles de sus simpatizantes a defender en las calles su voto.

Si eso mismo se repitiera en el Estado de México, al presidente de Morena no lo bajarían de revoltoso, instigador, irrespetuoso de las instituciones, que no sabe perder… todo un peligro para México.

¿Significa esto que hay dos medidas democráticas entre los mexicanos? ¿Una para aplaudir la muy justa enjundia democrática de los partidos del sistema y otra muy distinta, en las mismas circunstancias, para el partido que desafía al establishment?

Por eso hay que analizar bien lo que sucedió el pasado 4 de junio en del Estado de México y Coahuila, en donde sin discusión las elecciones no fueron ni las mas democráticas, ni las mas pulcras, mucho menos ejemplares.

Lo ma optimista que se puede decir es que los conteos rápidos y los PREPS, en cada uno de esos estados, dejaron mucho que desear. Alejaron la certidumbre que esos competidos procesos electorales exigían.

Pero dicho lo anterior, el desenlace postelectoral apunta a lo que siempre sostuvimos semanas atrás: que esas entidades tan emblemáticas acabarían con comicios que se decidirían no en las urnas, sino en los tribunales.

Y contra el pronóstico de los malquerientes, tanto Andrés Manuel López Obrador como Delfina Gómez vienen exhibiendo un rostro postelectoral de institucionalidad y prudencia. Todo hasta hoy en Morena es por los cauces legales.

Ambos, Andrés y Delfina, saben que pelear el Estado de México no puede ser a cualquier precio, sobre todo cuando se tiene a la vuelta la elección presidencial del 2018.

Situación completamente opuesta a la que se respira en el postelectoral de Coahuila, en donde un mal entrenamiento de los funcionarios de casilla por parte del Instituto Electoral de Coahuila, dejó fuera de la contabilidad del PREP al 28 por ciento de las casillas. Sus actas venían en el interior de los paquetes. Craso error con elevada presunción de mano negra.

Por eso los presidente del PRI, Enrique Ochoa, y del PAN, Ricardo Anaya, se apersonaron en Saltillo. Para impugnar abiertamente el procedimiento.

Y marcharon por las calles con sus candidatos Miguel Riquelme y Guillermo Anaya, acompañados en el caso del PAN de figuras nacionales como Margarita Zavala, Santiago Creel y Rafael Moreno Valle.

¿Significa esta tranquilidad en el Estado de México y esta airada protesta en Coahuila un presagio de que alguien que no ganó en el primero ya está negociando el no hacer olas, a cambio de que se les reconozca el disputado triunfo en el otro?

Si fuera así, que nadie se pregunte luego por que se habla de PRIAN o por que se debate sobre la llamada Mafia del Poder. Porque el rasero con el que se mide un mismo hecho es aplaudido en unos y condenado en otros.

Quien lo iba a decir. El PAN levantándose de la mesa desconociendo a las autoridades electorales y Morena reiterando que impugnará por la ruta de las instituciones.

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