¿Cuánto falta para la elección?

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25 de agosto 2017

¡Que alguien me explique!

Alianza: ¿Con quién?

Si el PRI sabe que solo puede retener Los Pinos en las elecciones del 2018 con una alianza con el PAN, entonces la receta ya se complicó

Por Ramón Alberto Garza

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Está claro que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ya se confrontó con el PAN…. o mejor dicho, con su líder Ricardo Anaya.

Y lo que venía siendo una maravillosa luna de miel, que incluso dibujaba en el horizonte la esperanza de una alianza electoral para el 2018, al menos hoy no existe. Sobre la mesa ya están los papeles de divorcio.

Ninguno, ni gobierno ni Anaya, lo aceptan en público, pero los hechos hablan mas que mil palabras.

El epicentro de esta historia es que en su último intento de hacer bloque político, el PRI-gobierno le pidió a Anaya y al PAN un voto de confianza para el abogado Raúl Cervantes.

La intentona era conciliar que bajo la nueva legislación judicial, el procurador se convirtiera en automático en el primer fiscal independiente

A cambio de eso, al PAN se le otorgaría la nueva fiscalía anticorrupción, una posición de equilibrios que sin duda tendría trabajo de mas desde su arranque.

Pero en medio de las negociaciones, se atravesaron las elecciones del Estado de México y de Coahuila. Y
aunque en la tierra del presidente el PAN se debió conformar con el deshonroso cuarto lugar, en Coahuila los azules disputaron codo a codo el voto con el PRI.

Tan reñidas, que las impugnaciones apuntaban hacia la casi segura anulación de las elecciones, propiciando una nueva contienda en la que sin duda pintarían de azul a Coahuila.

A cambio de validar esa anulación, el PRI-gobierno pedía que se acelerara la ratificación del procurador Cervantes, pero aquello no acabó de cuajar.

El PRI-gobierno vio en el panista Anaya a un “traidor” que les habría prometido algo que al final del día no pudo cumplir. Y sobrevino el asalto final: una guerra mediática abierta.

Como primer acto, Anaya detectó que el gobierno se movía para filtrar a algunos medios su patrimonio y el de su familia política, en un intento por sembrar la duda razonable sobre el origen de sus recursos y presumir un enriquecimiento inexplicable. Y lo denunció con anticipación.

Publicados los detalles, la reacción de Anaya y de la cúpula panista fue la de aparecer y confrontar lo que calificaban como una afrenta operada desde el máximo poder. ¿Se buscaba la caída de Anaya para pactar con un sucesor mas a modo?

Y para no dejar duda del quiebre entre el gobierno y el PAN, ayer el presidente Enrique Peña Nieto recibió en Los Pinos al gobernador electo de Coahuila, el priista Miguel Angel Riquelme.

El mensaje contundente es que la anulación de la elección ya no es una posibilidad. Para atrás los fielders y nadie le debe nada a nadie.

Así que frente a esta guerra de filtraciones y mensajes cifrados, la pregunta obligada es: ¿Sobrevive algo entre ese noviazgo del PRI y el PAN, como para imaginar la posible alianza rumbo a la presidencial 2018?.

O bajo esta nueva realidad de alejamiento, ¿El único matrimonio político posible de Anaya y al PAN es con Alejandra Barrales y el PRD?

Pero cuidado, porque lo que se vislumbra hacia adelante todavía peor. Si el establishment sabe que solo puede retener Los Pinos con el poder de una alianza, entonces la receta ya se complicó o de plano se echó a perder.

Lo único cierto de todo es que alguien le está jugando abiertamente las contras a un Anaya, quien hoy siente que le quieren arrebatar “a la mala” la presidencia de su partido y su candidatura presidencial 2018. ¿Lo
lograrán?

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