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20 de febrero 2020

Economía

Alfa en Omega

Lo que sucede en Grupo Alfa parece emular los mejores y los peores días del reinado de los Luises en la Francia imperial.

Por Ramón Alberto Garza

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La pesadilla que vive Grupo Alfa no termina. En los últimos 15 días el valor de su acción decreció otro 17.36 por ciento más.

El desplome acumulado en el último año alcanzó un peligroso 41.77 por ciento. Y desde el 2014 -cuando Armando Garza Sada asumió la dirección de la corporación- su valor registra ya una caída de 71.71 por ciento.

Hace seis años la acción de Alfa cotizaba en 46.28 pesos; hoy apenas alcanza los 13.09 pesos.

Cotizada en dólares, al tipo de cambio vigente, en el 2014 alcanzaba los 3.49 dólares por acción y ahora en 2020 apenas alcanza los 79 centavos de dólares.

La sorpresa fue el último e inesperado desplome, después de la conferencia telefónica para reportar resultados del 2019, en la que los inversionistas salieron desilusionados después de hablar con el Director de Finanzas, Eduardo Escalante.

El consenso es que para unos fue una muy desafortunada conferencia, por decir lo menos. Para otros se trató de una decepcionante actitud de una dirección que no muestra la capacidad de trazar un rumbo de futuro.

El consenso entre los inversionistas es que por primera vez se presentan problemas simultáneos en los tres negocios clave: Alpek, Nemak y Sigma. La fórmula corporativa de compensar las pérdidas de una con las ganancias de otras se diluyó.

Para los analistas, Alpek vive en un mercado de crecimiento casi cero. Los envases de plástico son rechazados en todo el mundo, su consumo va a la baja . Y la caída de los márgenes en la petroquímica mundial, en especial en Estados Unidos y China, le restaron márgenes de utilidad.

Nemak no es diferente. La caída cíclica del mercado automotriz se viene a unir a la entrada tardía para reconfigurar el reemplazo de los motores de combustión interna por sus versiones híbridas o eléctricas. La reducción es estrepitosa en los volúmenes de producción.

Y en Sigma, la subsidiaria más grande del grupo que viene aportando el 50 por ciento del valor de Alfa, entró en una dinámica de costos elevados como consecuencia de las pandemias en China y en Europa. La carne de puerco escasea y los precios se elevan. Solo en México fueron capaces de gestionar aumentos de precios. Campofrío en España redujo sensiblemente sus márgenes.

Pero sin duda el mensaje que más decepcionó fue el de la imposibilidad de la alta dirección de Alfa para explicar cómo van a revertir tendencias tan negativas en los tres negocios.

Los inversionistas tomaron como un insulto la afirmación del la dirección de finanzas de que Alfa tiene un futuro muy prometedor y sólido, con una eficiente y experimentada dirección corporativa. Si eso fuera cierto, por qué se registraron write offs por casi dos mil millones de dólares.

Lo que se evidenció en la conferencia de resultados con los analistas fue la incapacidad de la alta dirección para identificar los problemas.

Uno de los tenedores de papeles de Alfa dijo que el Consejo de la corporación estaría obligado a explicar el por qué dejar pasar tantos errores. “No los ven o los están escondiendo”.

La cereza en el pastel de la frustración fue la reiterada negativa de la actual dirección de Alfa para reducir sus elevados costos corporativos.

Las estimaciones de los analistas indican que frente a la gran caída de rentabilidad, el gasto en las oficinas de la alta dirección se mantiene en los 60 millones de dólares anuales.

Los inversionistas habría esperado que en esta conferencia se les anunciara un avance más drástico en la reducción de costo, una mejor asignación de capital y una más agresiva recompra de acciones combinada con una venta de activos. Pero sobre todo avanzar en la eliminación de la costosa estructura corporativa.

Lo que sucede en Alfa parece emular los mejores y los peores días del reinado de los Luises en la Francia imperial.

Luis XIV fue el rey emprendedor -Roberto Garza Sada- un hombre brillante que consolidó un imperio industrial para crear con orgullo toda una dinastía.

Luis XV fue el rey de los sueños imperiales -Bernardo Garza Sada- el hombre que estableciendo una corte real desde donde reinaba despóticamente, propició los excesos que en los 80 precipitaron una quiebra que casi acaba con el reino.

Y Luis XVI, Armando Garza Sada, el afable aficionado a las discusiones intelectuales, aferrado a las glorias pasadas pero sin propuesta de futuro. Indeciso en la toma de decisiones.

El cuestionamiento hoy en los mercados financieros es si alguien dentro de Alfa será capaz de impedir que la corporación y sus directivos corran la misma suerte que le costó guillotina y su cabeza a Luis XVI.

En pocas palabras, apostar a que Alfa tenga la capacidad de resurgir de sus cenizas o resignarse a que una rebelión de accionistas obligue a una revolución. El Alfa de hoy sería entonces Omega.

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