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Política

¿Qué diablos pasó con la Línea 3 del Metro?

¿Por qué la Línea 3 del Metro lleva ocho años en construcción? Más que nada, por estas tres razones:

Por Bernhard Buntru

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La fotografía hubiera sido intrascendente. Pero no lo es. En ella aparece el expresidente Carlos Salinas de Gortari detrás del panel de control de un vagón de tren ligero. Lo flanquean otros tres hombres. 

La imagen fue tomada un 30 de noviembre durante la inauguración de la segunda línea de Metro de la ciudad de Monterrey. ¿El año? 1993

Así es, la última línea de metro de la tercera metrópoli más grande de México fue inaugurada hace casi 30 años.
Mientras tanto, la infame Línea 3 es -literalmente- un cuento de nunca acabar. Un cuento que inició en 2013 con un presupuesto de 2,700 mdp y que ahora supera los 10,000 mdp.

Y esa tragedia se la debemos principalmente a estas tres razones.

Desde antes de colocar la primera piedra, el asunto ya pintaba mal. En un inicio, la licitación de la Línea 3 del metro fue declarada desierta. Es decir, que las empresas no cumplieron con los requisitos requeridos. Solo que -sorpresivamente- poco después salió el ganador del jugoso contrato: Alstom – Constructora Garza Ponce – Moyeda, un consorcio constituido por dos empresas nacionales y una extranjera.

Pero ya te imaginarás. Apenas un año después de obtener el contrato en México, la francesa Alstom hizo historia en Estados Unidos al recibir una multa de 772 mdd luego de declarase culpable de diseñar un entramado de sobornos a nivel internacional.


“Corrompieron a funcionarios gubernamentales y falsificaron documentos de contabilidad vinculados a lucrativos proyectos de energía y transporte para entidades gubernamentales alrededor del mundo”, señaló el ex fiscal general adjunto de Estados Unidos, James M. Cole, frente a los medios de comunicación. 


Mientras tanto, las contratistas nacionales tampoco brillaban por su integridad. Garza Ponce, una de las constructoras más grandes de México, ostentaba -y lo sigue haciendo- un vínculo muy, pero muy cercano, con el Partido Revolucionario Institucional. Tanto, que el presidente y director general, José María Garza Treviño, mantiene una conocida relación de negocios con Javier González Parás, hermano del ex gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás.

Y de Moyeda, ni se diga. Según información publicada por Reporte Indigo, la constructora regiomontana inició obras con un amparo luego de que empresas competidoras se inconformaran con la Secretaría de Obras Públicas del Estado.

Ya que, pese a que estas dos compañías presentaron una propuesta 400 mdp más barata, el consorcio ganador obtuvo más puntos técnicos en la licitación y ganó el contrato. ¿Y por qué obtuvo más puntos, te preguntarás? Porque, según los reportes, este consorcio pudo acreditar que tenía contratados a trabajadores con discapacidad. Sí, ese fue el argumento de las autoridades para otorgarle el contrato a las empresas que presentaron una propuesta 400 mdp más cara que la competencia. 


Lo cual nos lleva a la segunda razón por la cual la Línea 3 del metro en Monterrey sigue siendo un promesa.

Nada de lo antes mencionado se puede entender sin la actuación de nuestros funcionarios de gobierno.

Conocido como el Grupo Allende, la red estaría conformada por empresas contratista, así como los ex gobernadores Natividad González Parás y Rodrigo Medina de la Cruz, quienes habrían ejercieron un fuerte control sobre el otorgamiento de contratos de obra pública en el Estado de Nuevo León. Tanto así, que hoy Rodrigo Medina está vinculado a proceso por el delito de ejercicio indebido de funciones, y en la mira de la Unidad de Inteligencia Financiera que hoy encabeza Santiago Nieto. Quizá por eso prefiere mantenerse fuera de México.

Además, sus allegados Federico Vargas, ex secretario de Desarrollo Social; y Luis Marroquín, ex titular de la secretaría de Obras Públicas, están actualmente inhabilitados por la misma falta. Otros funcionarios de obras públicas de esa administración navegan las mismas aguas.

Pero ahí no para, porque de la sospechada corrupción pasamos a la evidente ineptitud.

Aunque en 2016 el gobierno de Jaime Rodríguez “el Bronco” heredó este enorme elefante blanco, ellos tampoco se salvan.

Porque qué decir de las 70 escaleras eléctricas que adquirieron por 300 mdp, solo para luego darse cuenta que no eran para exteriores -como lo requieren las estaciones de la Línea 3-, sino que eran para interiores. O los vagones que inicialmente iba a proveer la empresa española CAF. Pero que luego no, que iban a ser vagones usados del Metro de Frankfurt, Alemania, y que tendrían que ser adaptados para México. Sino que finalmente será una empresa china la encargada de entregar 26 vagones… hasta febrero de 2021.

Y esas son las tres principales razones por las cuales la Línea 3 se ha convertido en un monumento a la probable corrupción y a la probada incompetencia de ambos contratistas y políticos.

Así que, mientras la ciudad colapsa, los regiomontanos se preguntan qué sucedió.

Y, mientras, los que se comprometieron, hoy están muy, muy lejos.

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