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20 de noviembre 2019

Política

Todos somos indígenas

Todo mexicano puede autodenominarse “indígena” con solo decirlo.

Por Bernhard Buntru

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Así de fácil, con solo decirlo, todos en México podemos ser indígenas.
Porque así lo establece el artículo 2 de la Constitución y lo refuerza la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

“…será persona indígena quien se autoadscriba y reconozca a sí mismo como tal”, dicta una jurisprudencia de la Corte.

Pero en un país en el que las personas indígenas continúan siendo el grupo más discriminado, ¿quién querría serlo?

Bueno, pues ahí viene la polémica que se desató tras este anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Va a seguir el programa de Pensión a Adultos Mayores, que ya está llegando a todos, para los no indígenas a partir de los 68 años… en el caso de los miembros de comunidades indígenas es a partir de los 65 años”.

Pero entonces, ¿si alguien quiere su pensión tres años antes, podría autonombrarse indígena y conseguirla? Legalmente, sí.

Porque este criterio de definirse a sí mismo como indígena es reconocido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
Y además, tiene su porqué.

Primero que nada, tiene objetivo identificar a los destinatarios de aquellos derechos especiales reconocidos en la Constitución. Como este de la pensión que ahora gozarán.

Pero al mismo tiempo busca prevenir que sea el Estado quien etiquete -ya sea por lugar de origen, color de piel, u otro factor- a un segmento de la población que ha sufrido discriminación histórica.

Solo que aquí es donde se pone complicado el asunto. Porque antes, para determinar si alguien era miembro de un pueblo originario o no, se consideraba, sobre todo, si esta persona era hablante de una lengua indígena. Ahora eso ya no se toma en cuenta.

Y es que, por ejemplo, hoy en día hay personas que nacieron en comunidades indígenas pero crecieron hablando español… precisamente, porque sus familias sentían que si sus hijos aprendían la lengua materna, estos seguirían siendo identificados como indígenas por el resto de la sociedad, por lo que seguirían condenados a la discriminación social.

En palabras del ministro en retiro de la Suprema Corte, José Ramón Cosío, definir al final del día, quién sí y quién no es indígena, y quién tiene derecho a la pensión a los 65 y quién a los 68, es un asunto técnicamente complejo.

Una persona podría decir yo me considero indígena ¿por qué razón?, por la que quiera. O simplemente -lo voy a decir y ojalá no suceda esto, pero también es posible- por un cinismo de ahorrarse los tres años y esa persona tendría derecho a hacerlo.

La pregunta es ¿habrá quien se asuma indígena sin serlo, solo para acceder a una pensión de 2,550 pesos bimestrales tres años antes?

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