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Política

Bronca en la Corte

Lo sucedido ayer en la Suprema Corta representa un verdadero cisma político que abre dos posibilidades.

Por Ramón Alberto Garza

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Que en la Suprema Corte se le dé entrada, así sea parcial, a la petición de un gobernador para que no se le castigue a pesar de lo que digan otros tribunales autónomos y los poderes legislativos federales y locales, es en sí misma una noticia….

Que renuncie súbitamente un ministro de la Suprema Corte de larga trayectoria política, a quien le faltan 11 años para cumplir su mandato, también es una sacudidora noticia.

Pero que el ministro de la Corte que le dio entrada a la queja del gobernador sea el mismo que dos horas más tarde de emitir su fallo renunció a su elevadísima encomienda, eso sí es un cisma político.

No hay forma de no ligar un hecho con el otro, por una sencilla razón. Si el ministro Medina Mora iba a renunciar y lo tenía programado desde que se levantó de la cama esta mañana, pudo haberse excusado enviando el caso de Jaime “El Bronco” Rodríguez a que lo dictaminara otro de sus colegas ministros. Sería lo moralmente correcto.

Por eso aquí el análisis de este caso inédito que dará todo de qué hablar, y que abre dos posibilidades.

Una, el ministro Medina Mora hizo una jugada de sacrificio dando entrada a la carpeta de “El Bronco” y eso no gustó en algún lado. Y lo presionaron para renunciar acelerando las investigaciones que sobre presunto lavado de dinero le exhibieron hace unas semanas.

Dos, Medina Mora fue obligado a procesar el equivalente a un amparo no definitivo en favor de “El Bronco” –por algún canje de favores- y a las dos horas el ministro optó por su renuncia para enviar el mensaje de que lo hizo contra su voluntad.

Cualquiera que sea la respuesta, no es buena. El hecho abre todo un nuevo expediente de confrontación entre el viejo régimen, el PRIAN, que defiende a El Bronco, y el nuevo régimen que tiene como su bandera insignia el combate a la corrupción.

El costo es muy alto para una Corte que cuestiona a contracorriente las resoluciones de organismos como el Tribunal Federal Electoral, el Senado y el Congreso local de Nuevo León, para castigar a un gobernador que usó recursos públicos para su campaña presidencial.

Aunque en medio de cualquier posibilidad, se tejen dos escenarios en los que El Bronco se estaría jugando su última carta para salvar su salida de la gubernatura.

Uno ya lo revelamos aquí, en el video editorial del 10 de septiembre publicado bajo el título de “El Chantaje de El Bronco”.

Ahí advertíamos que el gobernador de Nuevo León había enviado sendos mensajes a los políticos y empresarios que lo engatuzaron y le patrocinaron con efectivo su campaña presidencial para restarle votos al candidato Andrés Manuel López Obrador.

La amenaza sería clara: o me defienden de la inhabilitación del Congreso local o saldré a decir los nombre de quienes desde Los Pinos o desde algunas corporaciones privadas de Monterrey y de la Ciudad de México, me financiaron la campaña contra el ahora presidente de México.

Pero a falta de respuesta, se insiste que “El Bronco” también habría acudido con instancias confiables para entregarle al gobierno de la Cuarta Transformación el as que tenía para jugarse al final de la batalla, si la guerra se daba por perdida.

La propuesta sería entregar las pruebas suficientes del presunto financiamiento de tres mil millones de pesos que habrían salido de la Tesorería de Nuevo León en tiempos de Rodrigo Medina para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en el 2012.

El razonamiento es sencillo: si quienes me llevaron al baile se desaparecieron y me dejaron solo, me voy con el nuevo dueño del salón de baile para entregar las cabezas de los traidores en un intento por comprar protección.

Sea una o la otra, o una combinación de ambas, El Bronco está defendiéndose de lo que en el Congreso de Nuevo León ya se daba como un hecho: la imposición del castigo, su inhabilitación, salida del gobierno e instalación de un interino por dos años.

La desafortunada cadena de sucesos en los que apareció involucrado el ministro Eduardo Medina Mora solo vino a atizarle nuevo fuego a la ardiente hoguera. Y a abrir una peligrosa Caja de Pandora.

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