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Opinión

#YoQuéVoyASaber | ¿Y el escándalo nacional?

Yo qué voy a saber

Lo que le pasó a Tadeo desnuda la falta de capacidad del Estado mexicano para garantizar la vida, la integridad y la justicia, pero también evidencia el cinismo de quienes nos gobiernan y la apatía que mostramos ante una atrocidad como esa

Por Carolina Hernández

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Tadeo tenía tres meses cuando murió en un hospital de la Ciudad de México, pero su cuerpo fue encontrado a 140 kilómetros de distancia, en el penal de San Miguel, en Puebla.

Estaba dentro de un bote de basura lleno de desperdicios de comida.

Es la violencia en una de sus expresiones más perversas.

Sin embargo, aun ahora -casi dos semanas después del hallazgo- no está cerca de ser un escándalo nacional.

El martes 11 de enero, el portal de noticias e-consulta publicó esta pequeña nota.

Cuatro párrafos para informar sobre un bebé muerto, encontrado en un bote de basura. Ningún escándalo.

Ese día yo hablé de Chumel Torrres.

En toda la semana, ese bebé de 3 meses encontrado en un bote de basura no fue tendencia.

El siguiente martes, yo estaba hablando de Mariana Rodríguez.

El macabro hallazgo de ese pequeño es la versión más grotesca de la violencia que nos rodea, de la normalización y de la invisibilización del horror, sin embargo, el presidente le dedicó apenas un minuto en su mañanera y solo para asegurar que, aunque era algo muy feo, pero que -como todo lo malo que pasa en este país- era culpa de los gobiernos anteriores.

El caso de Tadeo involucra la responsabilidad de, por lo menos, los encargados del panteón de Iztapalapa, la alcaldesa de esa demarcación, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la Secretaría de Seguridad Pública de Puebla, las autoridades de los centros penitenciarios estatales, las del penal de San Miguel, y el gobernador del Estado… pero el presidente asegura que es culpa del neoliberalismo.

No de Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa, en donde está el panteón del que fue exhumado el cuerpo de Tadeo.

No de Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la ciudad por la que pasearon a un bebé muerto para cruzarlo a otro estado.

No de Miguel Barbosa, el flamante gobernador de Puebla, quien apenas ayer, casi dos semanas después del hallazgo, hizo dos tibios movimientos: Uno en la Secretaría de Seguridad Pública y otro en la subsecretaría de Centros Penitenciarios… y eso porque la presión mediática después de sus veladas amenazas era ya insostenible.

Pero no, para el presidente ninguno de esos funcionarios tiene la mínima responsabilidad en los hechos.

Apenas ayer, dos semanas después de que se dieran a conocer los hechos, las autoridades detuvieron al encargado de despacho del penal y 19 personas más.

Pero la respuesta no está en esos pequeños ajustes obligados por la presión.

Bueno, ¿y el director del penal? No, pues tampoco y ¿saben por qué? porque no hay.

Desde hace siete meses, el centro de reinserción donde encontraron a ese bebé no tiene a nadie al frente, pues el último director, Jorge Gómez Torres, fue acusado y encarcelado por participar en la fuga de un reo que escapó por la puerta principal.

Tania Ramírez, directora de Redim, calificó lo que pasó con Tadeo como una de las más profundas expresiones de crueldad en contra de la niñez y aseguró que la verdadera justicia para ese pequeño de tres meses será garantizar que algo así de monstruoso no se repita.

Para la activista, la raíz del problema es la podredumbre que da origen a brutalidades como esa y que se gesta en el atrofiado sistema penal que existe en nuestro país.

De acuerdo con datos compartidos por Reinserta, ese penal en el que fue encontrado Tadeo está entre los más peligrosos de México.

Ahí adentro se vive una absoluta ingobernabilidad.

El hacinamiento es del 103%, por lo que los presos no tienen lugar para dormir y algunos lo hacen amarrados a los barrotes o sentados en la taza del baño.

De acuerdo con la periodista Elena Reina, ese centro penitenciario ha sido señalado por contar con un recinto dedicado a la extorsión y también se han denunciado redes de prostitución.

La falta de dignidad con la que son tratados los reclusos lo convierte en todo menos en un centro de reinserción.

Sí, lo que le pasó a Tadeo desnuda la falta de capacidad del Estado mexicano para garantizar la vida, la integridad y la justicia, pero también evidencia el cinismo de quienes nos gobiernan, el desvanecimiento de nuestra capacidad de asombro ante la brutalidad cotidiana y la apatía que mostramos ante las pocas consecuencias de una atrocidad como esa.

Porque en términos planos, el cuerpo de un bebé de tres meses fue sacado de su tumba, trasladado 140 kilómetros, introducido a un penal y tirado a un bote de basura, y como consecuencia, solo hay dos funcionarios de más o menos alto rango removidos de su puesto.

Si eso no nos enciende la sangre lo suficiente para hacerlo un escándalo nacional, dudo que alguna otra cosa lo haga.

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