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Opinión

#YoQuéVoyASaber | Reciclando política

Yo qué voy a saber

Ya comenzó la basura política. Literal, basura contaminando toda la ciudad. Y es que parece que lo único que saben reciclar los políticos son esas tácticas fósiles que, seamos sinceros, todos odiamos

Por Carolina Hernández

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Lo único bueno de las campañas políticas es que arrancaron después del horario de verano; así que, de entrada, nos ahorramos una hora de discursos y promesas gastadas.

Sin embargo, los aspirantes aún tienen mil 440 horas más para llenarnos de esa política vieja de spots, calcomanías, playeras y sobre todo, espectaculares y lonas contaminando toda la ciudad.

Y es que parece que lo único que saben reciclar son esas tácticas fósiles que, seamos sinceros, todos odiamos.

Nadie quiere ver la enorme cara de los candidatos por todos lados.

En las elecciones del 2018, el polietileno, polipropileno y poliuretano fueron la base de la fabricación de la mayoría de la propaganda electoral.

Eso a pesar de que el Artículo 209 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE) detalla que:

Toda la propaganda electoral impresa que se utilice durante las precampañas y campañas electorales en el Proceso Electoral Federal 2014-2015, deberá elaborarse con material reciclable y biodegradable que no contenga sustancias tóxicas o nocivas para la salud o el medio ambiente, como el papel y cartón, plásticos biodegradables y tintas base agua o biodegradables.

Sin embargo, a casi nadie le importó.

Como no les importa ahora porque, aunque al arrancar las campañas los políticos se comprometen a atender esa disposición, básicamente solo es su palabra lo que los respalda.

Y todos sabemos que es una excelente idea confiar en la palabra de los políticos, dijo nadie nunca.

Basta con asomarse tantito a la calle para ver las enormes filas de enormes caras, una pegada al lado de la otra, como si eso tuviera un real sentido en la decisión del voto.

Una encuesta de la fundación México Sostenible, realizada en la CDMX entre marzo y junio del 2018, reveló que para el 82 por ciento de los capitalinos los ‘flyers’, pendones, lonas o pintas en bardas no influyen en su decisión para votar.

Y basta usar el sentido común para tener en cuenta que, para estas elecciones hay 16.1 millones de posibles votantes que tienen entre 18 y 24 años.

Son los centennials, una generación nativa digital que, además, tiene una gran tendencia a la sustentabilidad y todo lo ecofriendly. Porque le hemos dejado un cochinero medioambiental y están tratando de arreglarlo.

Pueden imaginar a esos jóvenes entusiasmados por ver una carota pegada en la pared, sabiendo que al concluir las campañas habrá toneladas de basura que tardará 80 años en biodegradarse.

No lo sé, Rick.

Los equipos de trabajo de los aspirantes a un puesto político ya deberían estar ideando una nueva forma de política sustentable, responsable y proactiva.

Imaginemos, por ejemplo, que en lugar de hacer 250 lonas pequeñitas -que por cierto con ese tamaño ya ni sirven para hacerle una casita a los perros-, pero si en lugar de imprimir tantas para pegarlas una tras otra en la reja de un terreno baldío, hacen una grande y con el dinero que se ahorran contratan gente para limpiar ese baldío.

Y lo venden como parte de su campaña:

“Así como limpio este baldío limpiaré la corrupción de Ciudad Gótica”.

O qué tal, que en vez de poner su enorme cara ‘de oquis’ en una barda, contratan artistas urbanos que intervengan ese espacio, o si en lugar de imprimir millones de volantes que van directo a la basura, usan ese presupuesto para poner un pequeño centro de reciclaje de papel… no sé, obviamente, no soy estratega político, pero creo que este tiempo de campañas podría aprovecharse para ser más responsables con el medio ambiente, y en una de esas, hasta ganar votos.

Porque es completamente obsoleto que, a estas alturas, los candidatos sigan haciendo esa política vieja de slogans vacíos y basura por todos lados.

Los tiempos ya no están para seguir reciclando ideas viejas.

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