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5 de mayo 2021

Opinión

#YoQuéVoyASaber | Mezquinos y criminales

Yo qué voy a saber

La tragedia de Estación Olivos, del Metro L12, inició en 2007 cuando el gobierno decidió ahorrarse uno pesos. Fueron mezquinos antes y son mezquinos ahora, porque hay cosas que no deben someterse al delirio de la austeridad

Por Carolina Hernández

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El metro es el corazón que hace latir la Ciudad de México. Todos los días, más de 5 millones de personas circulan bajo tierra. 5 millones de nosotros, de los de a pie, de los que lo usamos todos los días, no solo cuando hay campañas.

Mantenerlo funcionando debería ser una prioridad. Pero se requieren grandes inversiones… porque hay cosas que no pueden ser sometidas al delirio de austeridad.

Porque hacerlo es mezquino y criminal.

Cuando viví en la Ciudad de México me daba miedo usar camiones o taxis, así recorrí ese monstruo de mil cabezas desde sus entrañas, en esos pequeños y siempre atascados vagones naranja.

Ahí, bajo tierra, está el pueblo. Ese del que tanto nos hablan. Ese que cuando hay elecciones recibe la visita del candidato. Ese que importa mucho para el discurso y poco para el recurso.

Porque esta tragedia de la Línea 12, que ha dejado 24 muertos, 79 heridos, decenas de familias destrozadas y ninguna renuncia, comenzó desde el 2007, cuando el gobierno de la Ciudad de México decidió poner trenes equivocados, sobre vías equivocadas y en un trazo equivocado, solo para ahorrarse unos pesos.

Y lo más alarmante es que esa clase política de entonces, son los mismos de ahora, con diferentes puestos, con diferentes colores, con diferentes banderas, pero con la misma miseria interior.

Esa que les permite tomarse una foto en la escena de una tragedia para convertirla en campaña.

Esa que les permite sentarse a escuchar sobre estampillas postales, mientras decenas de familias lloran los muertos de su inoperancia.

Esa miseria que les impide mirarse al espejo para reconocer que es este tren el que necesita inversión.

Porque este tren y no el otro, es el que mueve a los mexicanos.

Pero aun así, uno tras otro, gobierno tras gobierno en esa gran ciudad se han desentendido del gusano naranja.

Porque no es normal que el metro se incendie, y se incendia.

No es normal que se inunde, y se inunda.

No es normal que se caiga, y se cae…

Desde el 2015, cuando Jorge Gaviño tomó el cargo como director del Metro se hizo un diagnóstico que, para ese entonces, ya era desastroso.

Todavía el año pasado, un informe del Órgano Interno de Control del Metro reveló la falta de control de calidad de mantenimiento y de acciones correctivas que garantizaran el buen funcionamiento del Metro.

También el año pasado, vecinos de la colonia Los Olivos, alcaldía Tláhuac, reportaron que la estructura de la Línea ‘Dorada’ presentaba un desnivel en su construcción.

Nadie los escuchó antes, y nadie los escucha, porque como esos reportes, hay cientos.

Imágenes previas a la tragedia, que son ignoradas por el gobierno de hoy, con la misma falta de sensibilidad que el gobierno de antes.

Porque son los mismos y los que no son los mismos, son iguales.

Y porque lo único que no ha cambiado somos nosotros, porque a pesar de que muchas veces parece que el discurso nos divide, a la hora buena, a la hora de resolver, seguimos siendo nosotros, no las autoridades quienes metemos las manos.

No, no tenemos las autoridades que merecemos. Porque nosotros no somos mezquinos y merecemos más.

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