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23 de noviembre 2021

Opinión

#YoQuéVoyASaber | El sistema retrógrado

Yo qué voy a saber

Ese sistema que retribuye a quienes nos ofrecen aire. Que premia lo ordinario. Un sistema retrógrado y pend*jo que pone la apariencia por encima de todo ¿o no, Mars?

Por Carolina Hernández

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¿Se acuerdan de La Mars?

Sí, la del sistema retrógrado y pendejo que se metió un condón por la nariz y algunos otros triunfos de la evolución.

Bueno, pues hace unos días me topé con un tuit de alguien que le reconocía su éxito e inteligencia porque la joven de 21 años está triunfando en OnlyFans, lo que le ha permitido viajar por todo el mundo.

Me quedé reflexionando en lo diferente que cada quién percibe el éxito y la inteligencia.

Soy generación X.

Me enseñaron que el trabajo es lo único que lleva al éxito y que un título universitario era la mejor medida de mi inteligencia.

No estoy diciendo que sea así, solo que desaprender lo aprendido no es fácil.

Porque tengo que reconocer que cuando La Mars dijo que la educación en México es un sistema retrógrado y pendejo, tenía algo de razón.

Cada tres años se publican los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de los Alumnos, y cada tres años, México ocupa los últimos lugares en América Latina y, además, va en retroceso, pues ahora con la educación Online el país fue el peor calificado por la OCDE.

Sí, el sistema de educación en México está lejos de ser eficiente.

De acuerdo con un estudio de la Ibero, 30 millones de mexicanos mayores de 15 años son analfabetas o no han concluido su educación básica.

A la educación superior sólo asisten 3 de cada 10 jóvenes en edad de cursarla. 

Sí, el sistema educativo es ineficaz e ineficiente y además, funciona como embudo: del 100% que ingresa a primaria, sólo el 1.5% llega a posgrado.

Y, aun así, terminar una carrera universitaria tampoco garantiza nada.

El ingreso promedio de los profesionistas en México es de 11 mil 549 pesos.

Entonces sí, La Mars tenía razón en eso.

Pero también es el sistema retrógrado y pendejo el que le permite que alguien como ella logre ganar mucho dinero, sin nada más que -como ella misma lo dice- enseñar las nalgas.

Un sistema el que glorifica y recompensa a quien no tiene más que ofrecer que su cuerpo.

Un sistema que perpetúa los estereotipos y que disfraza la cosificación de empoderamiento.

Y ojo, claro que las mujeres pueden decidir sobre su cuerpo. La decisión de La Mars de monetizar su intimidad es solo de ella y por supuesto que no tiene por qué ser ejemplo para nadie.

Mal harían, digo yo, en poner como ejemplo a alguien que piensa que los feminicidios son una exageración, que el paro de mujeres fue por huevonas, que los pobres no deberían tener hijos y que presume como logro orinarse en un pañal adultos.

Mi reflexión no es sobre posar o no en OnlyFans.

Mi reflexión es que de verdad creo que es importante cuestionar ese sistema retrógrado y pendejo que desacredita el conocimiento y que menosprecia la educación

Porque por eso estamos saturándonos de personas que son etiquetadas con la palabra “éxito” por el simple hecho de tener miles de seguidores o de meterse un condón por la nariz.

Ese sistema que retribuye a quienes nos ofrecen aire. Que premia lo ordinario. Un sistema retrógrado y pendejo que pone la apariencia por encima de todo.

Ese sistema que hace que casi nadie reconozca el estudio como un camino al éxito. Que cada vez menos sueñen con ser astronautas, maestras, bomberos o encontrar la cura contra el cáncer, porque es más exitoso enseñar las nalgas o ser tiktoker, youtuber o influencer.

Sí, La Mars tenía mucha razón cuando criticó al sistema, lo que quizá no esperaba es que fuera justo ese sistema el que la llevaría a conocer Roma.

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