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1 de junio 2021

Opinión

#YoQuéVoyASaber | El miedo espiritual

Yo qué voy a saber

Tenemos miedo de no ser lo suficientemente sanos o espirituales o buenos; por eso, buscamos que alguien nos diga cómo serlo... y hasta les pagamos. Pero hay muchos charlatanes disfrazados de coaches y Gurús

Por Carolina Hernández

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Las personas necesitamos creer.

Creer en un dios, creer que el avión no se va a caer si encendemos el celular, creer en la transformación, creer que Jenny Rivera está viva y hace un pozole riquísimo.

Creer en algo nos quita el miedo.

Y tenemos mucho miedo…

El fin de semana pasado, la youtuber Maire Wink denunció en un video al “gurú” Ricardo Ponce.

Ella, junto con otras tres mujeres, aseguraron que el “guía del autoconocimiento y experto en la liberación emocional”, usa la espiritualidad para abusar sexualmente de sus discípulas.

Pero lo que les pasó a ellas está lejos de ser un caso aislado.

Los vendedores de recetas genéricas para alcanzar la felicidad están por todos lados.

Disfrazados de amos de las emociones, acompañantes espirituales, coaches de vida, guías del despertar, mentores del cambio, creadores de la autosanación.

Y están ahí porque tenemos miedo.

Miedo a estar solos, miedo a sentirnos vacíos, miedo a equivocarnos, miedo a no ser suficientemente espirituales, suficientemente sanos, suficientemente buenos.

Y queremos que alguien nos diga cómo hacerlo.

Ahora… por supuesto que necesitamos ayuda.

El mundo es un caos, hay incertidumbre por todos lados y se nos están acabando los modelos a seguir. Por supuesto que necesitamos ayuda.

Millennials y Centennials lo han aceptado perfecto.

Estas generaciones no tienen problemas en hablar de su salud mental ni de sus emociones.

Van a terapia y disolvieron el estigma de hacerlo.

El problema es cuando le damos a cualquier charlatán el control de nuestras decisiones.

Y no hace falta tener un perfil especial: no hay ninguna correlación entre “caer en la trampa” y el coeficiente intelectual o el nivel socioeconómico o el grado de pigmento en nuestra piel.

Vulnerables somos todos. Desde Justin Bieber y Gloria Trevi hasta el Chicharito.

Solo hace falta que estemos lo suficientemente inseguros y que aparezca el manipulador adecuado.

El gurú de ojos negros que nos venda la fórmula secreta de la felicidad enlatada con arena de Bacalar.

Y, como la Trevi, la compramos con los ojos cerrados.

Hay que abrir los ojos.

Si te vende una solución fácil y genérica, si todo se torna sexual, si se llama a sí mismo “gurú”, si te aleja de familiares y amigos, ahí no es.

Y esta no la dice ningún experto, pero…

¿Qué clase de narcisista no sigue a nadie?

Y sí, a veces no es fácil distinguirlos porque estamos vulnerables, nos sentimos inseguros y esas personas lo aprovechan.

Por eso, mientras Ponce “abraza los momentos oscuros” nosotros debemos echarles luz a esos curanderos new ages, mercaderes de la felicidad.

Exigir leyes que regulen sus prácticas y que de verdad les castiguen cuando hay abusos, pero además, podríamos también dejar de inventar falsos dioses para luchar contra nuestros propios miedos.

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