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Opinión

#YoQuéVoyASaber | Abusos y costumbres

Yo qué voy a saber

A pesar de la ceguera del presidente, la venta de niñas no es una excepción, es una costumbre que está vigente y no solo se realiza con la complicidad de las autoridades, sino que se encuentra normalizada en varias regiones del país

Por Carolina Hernández

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La excepción de la que habla el presidente persiste como usos y costumbres en 66 pueblos de la sierra, costa y montaña de Guerrero.

Esa excepción es la causa de que al menos 300 mil niñas hayan sido vendidas como mercancía en los últimos 10 años.

Esa excepción es esclavitud y es violencia y la única justificación de que siga pasando es por los abusos y costumbres, que este gobierno, perpetúa.

Angélica fue vendida en matrimonio cuando tenía 11 años. Fue obligada a casarse con un niño de 12 a cambio de un pago a su padre de 120 mil pesos, cajas de cerveza y metates, entre otros obsequios.

Por esa excepción de la que habla el presidente, el suegro de Angélica quiso abusar de ella.

La niña huyó y fue detenida y encarcelada por la Policía Comunitaria.

Permaneció 10 días en la cárcel. Pero para Andrés Manuel, Angélica y todas las niñas que son forzadas al matrimonio son una excepción que no es motivo para cuestionar a nadie.

De acuerdo con la ONG ‘Yo quiero, yo puedo’, tan solo en las comunidades de Metlatónoc, Guerrero, más del 40% de las niñas son vendidas en matrimonio.

Más del 40% no suena mucho a una excepción.

Y estos “matrimonios arreglados” suceden en todo el país, pero se concentran en ciertos estados y en las zonas más pobres.

De acuerdo con un estudio de la Unicef, una niña de un hogar pobre tiene tres veces más probabilidades de contraer matrimonio que una niña que provenga de un hogar con mejores ingresos.

De acuerdo a cifras oficiales, más de 3 mil niñas y adolescentes guerrerenses de entre 9 y 17 años parieron el año pasado.

Casi todas estaban dentro de un matrimonio arreglado.

Sí, eran la mayoría, no la excepción.

Y estas excepciones de las que habla Andrés Manuel están relacionadas con la violencia de género, la mortandad materna y el abandono escolar.

Según datos de ‘Save the Childrens’, apenas el 6.4% de las niñas embarazadas regresan a estudiar, lo cual reproduce un ciclo de pobreza y violencia que les impide salir de esa miseria.

El reporte “Rompiendo las cadenas”, publicado por World Vision, revela que el matrimonio infantil se ha duplicado en varias comunidades entre marzo y diciembre del 2020, en comparación con el mismo periodo del 2019.

El hallazgo corresponde al aumento de la pobreza debido a la pandemia, razón por la que las familias “ofertan” a sus hijas para salir adelante.

Así que, a pesar de la ceguera del presidente, la venta de niñas no es una excepción, es una costumbre que está vigente y no solo se realiza con la complicidad de las autoridades, sino que se encuentra normalizada en varias regiones del país.

Esas excepciones de las que habla Andrés Manuel causan dolor y son una injusticia.

Esas excepciones convierten a niñas en esclavas violentadas día y noche, abusadas, ultrajadas, sometidas por sus maridos o por sus suegros, con quienes se quedan como sirvientas.

La erradicación de la práctica del matrimonio infantil es parte de los “Objetivos del milenio de la ONU”.

Pero según las propias estadísticas es muy poco probable que la práctica desaparezca antes del 2030… y menos si se sigue pensando que son la excepción.

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