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11 de agosto 2020

Opinión

#YoQuéVoyAsaber | Todas hemos sido la Mariana de un Samuel

Yo qué voy a saber

La imagen viral de esa mujer, toda confundida tratando de explicarle a su marido el senador que no está enseñando una rodilla es, cuando menos, lastimosa. Pero lo peor es que todas hemos sido esa mujer en alguna etapa de nuestra vida.

Por Carolina Hernández

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¿Terrible, no?

¿Pero saben qué es lo peor?

Que en este país, todas hemos sido la Mariana de un Samuel.

Y sí, la imagen de esta mujer, toda confundida tratando de explicarle a su marido que no está enseñando una rodilla y pidiendo perdón es, cuando menos, lastimosa.

Pero no importa si es influencer, si es rica, si es pobre, si es lista, si es buena… porque todas hemos sido esa mujer en alguna etapa de la vida.

Porque así nos enseñaron.

Porque nuestro cuerpo siempre ha sido un territorio que pertenece a otras personas.

Pero si algo provocamos con él, entonces sí hay que disculparnos porque ahí sí es nuestra culpa.

Y no solo debemos disculparnos, también debemos explicar por qué el otro hizo lo que hizo.

Porque eso hacemos cuando somos la Mariana de un Samuel. Justificamos y nos disculpamos.

Porque la violencia cotidiana nos pega igual a ricas que a pobres, a blancas que a negras, a las listas como a las no tanto.

Pero el problema de justificar esa violencia es que nos lleva a verla como algo normal.

Y entonces, aceptamos que suceda.

Aceptamos el piropo no deseado, porque no es para tanto.

Aceptamos no salir con falda corta, porque no queremos provocar.

Aceptamos dejar de estudiar, aceptamos ser las encargadas de la casa, aceptamos que nuestra rodilla no es nuestra.

Y así, de a poco, vamos aceptando cada vez más cosas…

¿Han escuchado del síndrome de la rana hervida?

El asunto ahí es que si aventamos una rana en agua hirviendo (por favor no lo hagan es una analogía), pero bueno, si la avientas, saltará.

Pero si ponemos la rana en agua tibia y subimos lentamente la temperatura hasta que hierva, el pobre animal no percibirá el peligro y se cocerá hasta la muerte.

Igualito sucede con la violencia cotidiana, esa que le llaman micromachismos y que son extremadamente peligrosos, porque, primero no tiene nada de micro y porque además son cotidianos, persistentes y eventualmente llegarán a un punto de ebullición, pero no nos daremos cuenta hasta que ya sea demasiado tarde.

En México, 63 de cada 100 mujeres de 15 años y más declaró haber padecido algún incidente de violencia por parte de su pareja.

Sin embargo, de acuerdo con datos de la ONU el 88.4% de las mujeres que fueron agredidas en nuestro país, no presentó denuncia.

Algunas, probablemente lo vieron normal y hasta lo justificaron.

Pero ya va siendo hora de usar esas rodillas que tanto ofenden para caminar fuera de una olla que está a punto de hervir.

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