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9 de julio 2020

Opinión

Vuelven con regalo

El obsequio que le tenía el presidente Donald Trump a su huésped fue más que simbólico.

Por Ramón Alberto Garza

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Si fue casualidad, fue demasiada. Si fue coincidencia, la sincronización fue perfecta.

El presidente Andrés Manuel López Obrador vuelve de su mini cumbre en Washington con un regalo: la captura de César Duarte en Miami.

El obsequio que le tenía el presidente Donald Trump a su huésped fue más que simbólico.

Si el gobierno de la Cuarta Transformación va contra la corrupción, pues aquí se le entrega –en el preciso día de la cumbre- al prófugo ex gobernador de Chihuahua.

Duarte enfrenta 11 órdenes de aprehensión por delitos de peculado, que suponen el desvío de 6 mil millones de pesos y aportaciones en 2015 de 250 millones de pesos para las campañas políticas del PRI.

La documentación en el desvío de 96 millones de pesos a cuentas personales de Duarte –con las que se justificó la detención- son apenas el primer pétalo para deshojar la margarita, el ramo e incluso el florero tricolor.

Para el presidente López Obrador la cabeza del ex gobernador de Chihuahua es un trofeo para ser exhibido en el salón de Devolver al Pueblo lo Robado.

Pero sobre todo es una prueba de que, contra lo que sus detractores censuraban, el gobierno de Trump se muestra dispuesto a cooperar con el gobierno de la Cuarta Transformación.

La detención de Duarte –en tiempo y forma- fue una expresión muy pragmática de la Casa Blanca para reconocer que el mandatario mexicano nadó a contracorriente para volar en vuelo comercial hasta Washington y hacerse presente al lado del presidente Trump cuando más se le necesitaba. Pagó un precio, pero le están devolviendo el favor.

Sobre todo si a la detención de Duarte se le sumarán muy pronto la disponibilidad –también desde Washington- de los expedientes de Genaro García Luna y de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Esa abundante y delicada información, que involucra a selectos jefes del PRIAN, será clave para atajar el 2021.

Por lo demás, la breve visita fue muy protocolaria. Austera, con abundancia de lugares comunes en los discursos, pero bien operada por Mike Pompeo y Marcelo Ebrard.

Fue evidente la urgencia de los presidentes para jurarse mutuo afecto público. “Fallaron los pronósticos: somos amigos y seguiremos siendo amigos”.

Para el presidente Trump pasamos de ser violadores y criminales a ser las personas más talentosas del planeta. Para López Obrador, que algún día calificó como racista y violador de Derechos Humanos, su homólogo es ya casi como un hermano.

Lo trascendente de esta visita será ir descubriendo con el tiempo lo que de verdad se trató a puerta cerrada. Los compromisos y las promesas, las quejas y los lamentos, de uno y de otro lado.

El punto común de los mandatarios es que los dos tienen enfrente elecciones difíciles.

El presidente Trump, la de su reelección cuesta arriba el próximo noviembre. Y el presidente López Obrador, la de la nada fácil confirmación de Morena como mayoría en el Congreso el próximo junio.

Sorprendió que en la comitiva oficial, más allá de los empresarios de siempre, no se convocara a aquellos personajes quienes desde el sector privado contribuyeron a concretar el nuevo Tratado de Libre Comercio.

Ni siquiera una invitación de protocolo a Ildefonso Guajardo, el ex secretario de Economía que se consumió dos años cuadrando la renegociación.

Más lamentable aún que en los discursos del mandatario mexicano se exaltara -con toda justicia- el valor de los inmigrantes, pero que no se dignaran a convocar a la cena a alguno de esos exitosos empresarios de origen mexicano, que son ejemplo para nuestros paisanos.

No fue de extrañarse la reaparición en el protocolo público de Alfonso Romo. El jefe de la oficina de la presidencia viene conduciendo, a la par con la Cancillería, la relación con Jared Kushner, el enlace plenipotenciario de los Estados Unidos para México.

Por lo pronto el tema de la próxima Mañanera, más allá de cómo se sintió el presidente López Obrador en la Casa Blanca, será la secuela de la detención y próxima extradición de César Duarte.

¿Le darán al ex gobernador de Chihuahua las mismas prerrogativas que al ex director de Pemex?

Amanecemos con dos extradiciones en puerta, una desde España y la otra desde los Estados Unidos. Y esa será la agenda nacional post-Washington. No hay duda que andamos de suerte.

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