22 de julio 2019
¡Que alguien me explique!
Voltear a China
El gobierno de la 4T podría tener en China a un aliado inmejorable para sacudirse los temores de dependencia de los Estados Unidos.
Por Ramón Alberto Garza
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La guerra comercial entre los Estados Unidos y China ya escaló y fuerte al terreno de las inversiones.
Durante los últimos años el dinero que venía de China para ser invertido en Norteamérica creció exponencialmente, hasta alcanzar los 46 mil 500 millones de dólares tan solo en el 2016.
Pero los forcejeos entre Washington y Beijing colapsaron la confianza y al cierre del 2018 la inversión china en Norteamérica cayó 88 por ciento, para alcanzar apenas los 5 mil 400 millones de dólares. Un desplome brutal.
Por supuesto que en alguna medida la caída obedece a una desaceleración de la economía china. Pero sin duda la causa mayor es el odio que el gobierno del presidente Donald Trump está creando entre los norteamericanos hacia todo lo que huela a China.
Fuimos de los primeros en advertir aquí que la guerra entre Estados Unidos y China es tecnológica. Y que la Casa Blanca y Silicon Valley están alarmados por los avances chinos en las tecnologías del 5G que dominarán el mundo digital en los próximos años. El fallido boicot a Huawei es el mejor ejemplo.
La pregunta ahora es, ¿qué está haciendo México para atraer algunos de esos miles de millones de dólares de inversiones Chinas que ya no están encontrando acomodo en los Estados Unidos?
Por supuesto que es entendible que teniendo a los Estados Unidos como el primer socio comercial, el gobierno mexicano extreme precauciones para no dañar la relación. Diplomacia comercial.
Sobre todo cuando a pesar de los intentos de Trump de sabotearla con las amenazas de la cancelación al tratado de libre comercio en nada se altera el superávit que tenemos con el vecino del norte.
El inquilino de la Casa Blanca sufre porque no entiende cómo a pesar de sus ataques furibundos, seamos capaces de venderles mas de lo que les compramos.
Pero aún con una relación tan sólida, tendríamos que estar mas que alarmados de que el 73 por ciento de nuestras exportaciones tengan como destino final los Estados Unidos.
Para cualquier nación eso sería una bendición. La vecindad geográfica y el TLC –hoy rebautizado como T-MEC- consolidó los lazos comerciales para una auténtica integración también con Canadá. Y es algo que debemos cuidar con pinzas.
Pero al mismo tiempo se vuelve un peligro, sobre todo cuando vemos la dependencia que México viene creando en sus importaciones de gasolina, de gas y de alimentos básicos como maíz, trigo y sorgo.
Nunca para un ser humano, una familia o una organización, es buena la dependencia de un solo proveedor. La diversificación no solo es sana, es indispensable para no ser presa de un secuestro económico.
¿Imaginan si mañana se levanta el presidente Trump de malas y decide que como no estamos haciendo el esfuerzo suficiente para combatir la migración centroamericana nos va a racionalizar los envíos de gasolinas, de gas o de granos? Nos paralizarían.
Por eso insistimos en voltear hacia China. Porque además de ser la economía de mayor crecimiento global en las últimas dos décadas, aún con la desaceleración puede convertirse en un justo equilibrio comercial frente a la dependencia norteamericana.
Hoy enviamos a China apenas el 2.1 por ciento de nuestras exportaciones. El mismo nivel de comercio que tenemos con Alemania.
Pero en importaciones, el 15 por ciento de lo que compramos en el extranjero ya viene de China. ¿Podríamos buscar un mejor balance? Alfonso Romo, Graciela Márquez y Marcelo Ebrard tendrían la última palabra.
Pero sobre todo hay que trabajar para que nos vean desde el lejano oriente como una opción apetecible para invertir los mas de 40 mil millones de dólares que dejaron de enviar anualmente a los Estados Unidos.
El gobierno de la Cuarta Transformación podría tener en China a un aliado inmejorable para sacudirse los temores de dependencia de los Estados Unidos….. al menos para comprar un seguro mientras Trump despache en la Casa Blanca.
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