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Opinión

#YoQueVoyASaber | ¿Verdad que no eran solo los maestros?

Yo qué voy a saber

La escuela en casa está revelando a muchos padres de familia una realidad abrumadora: el trabajo de los maestros es una labor titánica que pocos reconocen.

Por Carolina Hernández

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Van apenas dos semanas que comenzaron las clases en casa y he visto montones de comentarios de padres de familia que se están volviendo locos y se desviven en quejas de lo terriblemente difícil que es la educación de sus hijos. Por otro lado, en mi familia hay muchos maestros y todos tienen esa misma sonrisa dice: ¿verdad que no era solo yo?

Mamás desesperadas por que la vida y la paciencia se les acaba en medio de la explicación de las sumas y las restas.

Súplicas abrumadoras para que esto acabe de una buena vez pues las agobiantes horas que pasan al lado de sus retoños son un martirio.

Sí, no debe ser nada fácil lidiar con las clases en línea y con las tareas de la casa que nunca acaban. Pero en México, más del 54% de los maestros también son padres, lo que quiere decir que todos los días después de sus clases lidian más o menos con los mismos problemas de mantener una casa.

Si ponemos eso sobre la mesa, quizá sea más fácil comenzar a tener más claridad sobre la titánica labor de los docentes. Por que su dedicación y su trabajo no son solo las 6 o 7 horas que pasan dentro de un salón de clases, si no todo lo que hay detrás de esas lecciones.

Las horas que dedican a preparar un tema, revisar, evaluar, consultar, documentarse, llenarse de paciencia… todo eso con sus hijos en casa y para los hijos de alguien más.

En México, el salario promedio de un maestro de primaria es de 7 mil 300 pesos al mes. Poco más de 240 pesos al día.
Pero además, ellos no trabajan en la relativa comodidad de su casa, el 97% de las escuelas de educación básica en nuestro país tienen carencias de infraestructura. O no tienen luz, o no hay desagüe, incluso a veces no hay ni salones. Tampoco todos tienen internet, de hecho el 40% de las escuelas en México no tienen.

Así que los maestros, por lo general, trabajan en condiciones que no son las ideales para la educación y además de eso tienen que lidiar con los conflictos internos de sus hijos, los de ustedes, no los de ellos.

Con alumnos rebeldes, con alumnos con requerimientos especiales, con alumnos víctimas de violencia, con pequeñas personas que tienen diferentes cargas emocionales. 7 horas parados enfrente de grupos de mínimo 50 niños por 240 pesos al día.

Sí, no dudo que hay malos maestros, pero también hay que reconocer que se les ha dejado solos.
Porque en condiciones normales, los padres deberían jugar un papel complementario en la enseñanza de sus hijos.
En condiciones normales, los padres en su casa deberían reforzar las lecciones aprendidas por sus hijos en los salones de clase.

Pero sabemos que ésta no es la realidad. Al menos no de la mayoría, al menos, no de esos padres que hoy se vuelcan al drama de es imposible hacer nada más en el día porque “son padres y maestros a la vez”.

Así que, quizá este es buen momento para valorar a los docentes, quizá sea buen momento para unirse a su reclamo de mejores sueldo, de mejores instalaciones, de un sistema educativo que los aliente, que los respalde, que los reconozca.

Y quizá también sea buen momento reconocer que en algunas fallas no todo era culpa de los maestros.

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