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22 de agosto 2020

Opinión

¡Vé el asco!

Esta vez, el presidente López Obrador habría decidido irse al frente de batalla. No negociar los silencios. Y se abrió una guerra política que apenas empieza.

Por Ramón Alberto Garza

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Lunes 17 de agosto: Filtran video de directivos de PEMEX en el sexenio Peña Nieto entregando maletas de efectivo a asesores del PAN en el Senado.

Miércoles 19 de agosto: Filtran íntegro el Expediente Lozoya Austin, que exhibe presuntos ilícitos de tres expresidentes –Calderón, Peña Nieto y Salinas- además de 16 funcionarios más.

Jueves 20 de agosto: Filtran video en el que Pío López Obrador –hermano del presidente- recibe millones de pesos en efectivo de David León, asesor del entonces gobernador chiapaneco Manuel Velasco.

Del Pemexgate y Amigos de Fox en el 2000, al Pemexgate de Lozoya y el Hermano de López Obrador en el 2020.

Veinte años después volvemos a la guerra de los donativos en lo oscurito y de las aportaciones ilegales para campañas electorales.

Entonces fue entre el PRI de Labastida y el PAN de Fox. Ahora es entre el PRIAN de Salinas, Peña y Calderón con Morena de López Obrador.

Pobre fue la respuesta del presidente en su conferencia Mañanera de ayer viernes en Aguascalientes, al reaccionar frente al video de Latinus y Carlos Loret.

El inquilino de Palacio Nacional usó dos raseros para medir la misma acción ilegal. Si los dineros vienen de Odebrecht a la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012, eso es corrupción condenable.

Si los dineros vienen en efectivo, entregados a su hermano por un personaje que ya despacha en la primera fila de la Cuarta Transformación, esas son aportaciones legales y aceptables. Nada más falso.

Si de verdad fueron aportaciones “para el movimiento”, Pío López Obrador o Morena estaban obligados a reportarlas al Instituto Nacional Electoral para darle transparencia al donativo que, dice el presidente, “viene del pueblo”. ¿Lo hicieron? ¿Cómo saber el origen de ese dinero?

Pero el presidente López Obrador no cerró la puerta a que se pueda investigar a su hermano Pio. Y volvió a leer en la Mañanera su promesa de que si cualquier familiar suyo –esposa, hijos, hermanos, cuñados o amigos- hacían negocios ilícitos, serían consignados.

Hasta ahora lo único que sabemos es que David León, a quien “por su eficacia, honradez e integridad” se le estaban ya encomendando la adquisición de todos los medicamentos para el gobierno de la Cuarta Transformación, se vio obligado a no tomar posesión en medio del escándalo.

Y hasta ahora, el hermano Pío no ha dicho ni pío.

Pero el presidente López Obrador cometió un lapsus. Dijo que desde hacía cuatro días -16 de agosto- sabía de la existencia de ese video de su hermano Pío, porque David León se lo comentó.

Luego entonces, ¿será casualidad que un día después de que lo supiera, se filtrara el video escándalo de los asesores panistas recibiendo maletas de dinero del Pemex de Lozoya Austin?

¿Y será casual que otro día después se consumara la filtración del expediente íntegro de su denuncia en el que Lozoya Austin involucra no solo a los expresidentes Peña Nieto y Calderón, sino también al ex presidente Salinas?

Y aquí es donde emergen las hipótesis. ¿Se filtraron el video azul y el Expediente Lozoya para contrarrestar el video del hermano Pío, que ya se veía venir?

La primera pregunta a responder es ¿quién grabó ese video? La respuesta es sencilla. No fue el hermano presidencial, sino quien le entregó el dinero en efectivo para apoyar el movimiento. Y ese personaje es David León, quien en 2015 era un asesor cercano a Manuel Velasco.

Cuando el gobernador chiapaneco por la alianza Partido Verde-PRI recibió ese video tan comprometedor, debió entregarlo a uno de sus jefes tricolores, fueran Peña Nieto o Salinas.

Y quien lo recibió se lo guardó, lo “anejó” como botella de buen vino, para exhibirlo cuando fuera necesario. Cuando la guerra política en contra del PRIAN arreciara. Para neutralizar.

Entre 2015 y 2020, lo único que sucedió es que Manuel Velasco canceló sus alianzas con el PRI y mudó su capital político al servicio de Morena y del candidato López Obrador. Pero el video que David León grabó ya estaba en poder de uno de sus jefes priistas.

Alguien se enteró de que venían las filtraciones de los videos de los asesores panistas recibiendo millones de pesos de Pemex y que se filtraría también la denuncia de Lozoya Austin, y entregó el video del hermano Pío para su difusión.

El equipo de Loret y Latinus debieron confirmar los hechos con David León, quien al enterarse de que el escándalo se asomaba, le informó al presidente López Obrador lo que se venía.

Quien lo filtró sin duda buscaba disuadir al mandatario de que no abriera una guerra de videos y ataques contra los expresidentes del PRIAN, porque con la filtración del video de su hermano Pío, él también podría salir perjudicado.

Fue la misma estrategia que los priistas utilizaron en el 2001 para congelar los escándalos del Pemexgate y Amigos de Fox. Los castigos y las multas fueron marginales.

Pero el presidente López Obrador habría decidido irse al frente de batalla. No negociar los silencios. Y se abrió una guerra política que apenas empieza.

Pero por las inmediatas consecuencias, algunos allegados al gobierno de la Cuarta Transformación no se cansan de lamentar: ¡Manuel, vé el asco en el que acabó todo esto!

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