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18 de junio 2025

27 de junio 2023

¡Que alguien me explique!

Una elección sin elección

La oposición a Morena dio a conocer ayer los pormenores de lo que será su proceso interno para elegir al “Responsable de la Organización del Frente Amplio Va por México”

Por Ramón Alberto Garza

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La oposición a Morena dio a conocer ayer los pormenores de lo que será su proceso interno para elegir al “Responsable de la Organización del Frente Amplio Va por México”.

Traducido al castellano, para elegir a su candidato presidencial 2024. Pero como todavía no se pueden iniciar los procesos electorales porque los sanciona el INE, ya empezaron mal -igual que Morena- simulando que no están en campaña con solo cambiarle el nombre al niño o a la niña.

Pero al margen de la simulación, hagamos el recuento de las reglas para los que quieran participar y nos daremos cuenta del enorme error que están cometiendo. La elección puede terminar secuestrada por aquellos que tengan la capacidad de inyectarle más dinero.

Uno, a partir de ayer lunes se podrá registrar el que quiera y la fecha límite para hacerlo es el 9 de julio.

Desde ese momento tendrán un mes para recolectar las 150 mil firmas que le darán al precandidato su pasaporte a la contienda.

Las firmas de todos los precandidatos se sumarán para integrar lo que será el padrón acotado, que servirá para autorizar quiénes votan el día de la elección. Si son 12 precandidatos y cada uno presenta las 150 mil firmas mínimas requeridas, en total serán un millón 800 mil electores los que aparezcan en el padrón.

Es decir, de un universo de 90 millones de electores que hay actualmente en el padrón nacional para 2024, apenas se auscultará al dos por ciento. Y si a ti no te pidieron o tú no le diste tu firma a un precandidato, pues no tendrás derecho a votar, aunque te presentes en el centro de votación.

La trampa de estos números es que si algún precandidato o precandidata le mete dinero y presenta no las 150 mil firmas mínimas, sino un millón de firmas, esos registros se irán al padrón oficial y ese aspirante tendrá más simpatizantes que puedan votar por él o por ella. El asunto vuelve a los mismos vicios de los partidos. ¿Quién controla el padrón? La respuesta: los que le ponen más dinero.

Las reglas dicen que se aplicarán cuatro encuestas y se harán cinco foros para contrastar ideas de los aspirantes. Aquellos que después de estos procesos -foros y encuestas- registren las mayores preferencias serán los que se incluirán en la boleta electoral.

Para consumar la elección se anuncia la instalación de 300 centros de votación. Dicen que serán con múltiples urnas para que puedan procesar a todos los que acudan. Pero si son solo un millón 800 mil registrados en el padrón, serán entonces 6 mil electores por centro de votación.

Y si uno de esos centros se instala en Tepetongo, Zacatecas, en Perote, Veracruz, o en Acaponeta, Nayarit, y ahí a nadie le pidieron firmas para algún precandidato, pues nadie tendrá derecho a votar. El centro de votación estará vacío.

Dirán que, por lógica, los centros de votación se pondrán en donde están los grandes núcleos de población, para optimizar la concurrencia de aquellos quienes dieron sus firmas y sí aparecen en el padrón.

Si es así, estaremos ante una elección fifí, que marginará a los electores de pequeñas poblaciones, a los del campo. El promedio de centros de votación será de 10 por estado. ¿Será eso representativo?

Volvemos, pues, a que al igual que en el levantamiento de las firmas, la elección la ganará aquel precandidato que tenga mayores recursos para movilizar a sus votantes a los 300 centros de votación. Y eso significará ponerle dinero al acarreo.

Lo que se asoma es el vicio de origen que existe en los partidos, que controlando el padrón, se controla el resultado. Pregúntenle a la cúpula del PAN cómo a pesar de las grandes derrotas, su líder Marko Cortés sobrevive.

Por eso, Germán Martínez se bajó de la contienda. Por eso el yucateco Mauricio Vila ya dijo mejor me quedo a comer cochinita pibil en mi tierra. Por eso Sergio Aguayo no se prestó a ser uno de los árbitros de esta elección interna.

Alguien tiene que replantear las reglas, porque a como están, la sana intención del llamado Frente Amplio va a terminar en un enorme fracaso, aún antes de la elección presidencial del 2024.

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