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18 de octubre 2024

3 de octubre 2024

¡Que alguien me explique!

Un mal arranque

La expectación por la primera mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum era muy alta. Por desgracia, decepcionó. En forma y en fondo

Por Ramón Alberto Garza

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La expectación por la primera mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum era muy alta. Por desgracia, decepcionó. En forma y en fondo.

Está claro que, bajo el título de Coordinador de Asesores, Jesús Ramírez continúa al frente de la comunicación presidencial. Es otra de las herencias malditas del sexenio anterior. Un saco de odios, resentimientos y complejos que en poco tiempo le harán mucho daño a la nueva inquilina de Palacio Nacional.

Fuera de cambiar el horario a las 7:30 de la mañana y modificar el escenario de verde a blanco, todo lo demás quedó intacto. Para que no se olvide el sello de la casa.

Pero lo más lamentable es que el tema con el que la presidenta Sheinbaum debutó no fue lo que se esperaba para un primer día al frente del gobierno.

Lejos de delinear las acciones para cimentar sus primeros 100 días, el tema que inauguró “la nueva mañanera” fue el de reabrir las heridas del 2 de Octubre, el de la tragedia de Tlatelolco. Una infame y lamentable represión estudiantil que se dio en 1968, hace 56 años.

Y la primera media hora de esa primera mañanera se consumió en voltear por el espejo retrovisor al pasado, cuando los mexicanos estarían esperando el trazo de su ruta hacia el futuro.

Y se pidió por decreto, perdón a las familias de aquellos estudiantes fallecidos. Muy justo, sin duda. Ojalá que ese mismo decreto hubiera incluido el pedir perdón a las casi 200 mil familias de quienes fueron asesinados en el sexenio que acaba de concluir, bajo el mantra de “Abrazos, No Balazos”. O pedirles perdón a los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa por no cumplirles, en seis años, la promesa de resolver el caso de sus hijos desaparecidos. Si en el 68 se inculpó a los militares, en Ayotzinapa no es diferente. ¿Por qué unos sí y otros no?

Pero en esa primera mañanera también se asomaron otros rasgos que dejan en evidencia la continuidad de lo que ya se venía haciendo. Los grilletes sobre la presidenta Sheinbaum están funcionando desde el primer día.

Pocos entienden el por qué si ya trae cruzada en su pecho la banda presidencial, la nueva inquilina de Palacio Nacional insiste en llamar a su antecesor “el presidente López Obrador”. Lo hizo en el mensaje de toma de posesión, lo repitió en el Zócalo y volvió a hacerlo en su primera mañanera. El ciudadano común y corriente está desconcertado. Si López Obrador todavía es presidente, entonces, ¿ella qué es?

Tampoco se entiende que, en la única pregunta de la primera mañanera que no se sintió “a modo”, la de la violencia de Sinaloa, la presidenta Sheinbaum minimizara el conflicto entre cárteles y dijera que la tierra de “El Mayo” y de “El Chapo” no está en crisis. Que no se registra entre las cinco entidades con mayor violencia en México. ¿De verdad cree eso, cuando dos facciones de un mismo cártel se diputan esa dominancia territorial ante la ausencia de los dos jefes?

Lo que sí se evidenció como un traspié fue lo del beso que la presidenta Sheinbaum le dio en la mano al líder del Partido Verde, Manuel Velasco. Y no por el beso mismo, sino por el interés de censurarlo en los medios.

En la toma de posesión, cuando se conoció la controvertida imagen Sheinbaum- Velasco, los discípulos de Jesús Ramírez se apresuraron a exigirle a los medios que “bajaran” esa foto. Incluso, el secretario de Agricultura, Julio Berdegué, calificó de “mentira” el episodio.

Por fortuna, la presidenta Sheinbaum fue muy honesta y aceptó, en su primera mañanera, que sí dio ese beso en la mano del líder del Partido Verde como respuesta a que Manuel Velasco le había saludado también con un beso en la mano. Ése es su estilo. ¿Cuál es el problema? Para qué entonces querer aplicar censuras en algo que es tan claro. Al igual que el saludo de beso con la presidenta de la Corte, Norma Piña.

El conflicto de fondo es que, se acepte o no, Jesús Ramírez estará ahí en su “nuevo cargo” -Coordinador de Asesores- pero haciendo exactamente lo mismo que hizo por seis años. Y eso es controlar la comunicación para cuidarle las espaldas a su jefe, el ex presidente López Obrador, a quien de verdad le debe lealtad.

Por eso, lo errático de la primera mañanera, porque su “cliente” no es la presidenta Sheinbaum. Esto ya quedó de manifiesto con el mal arranque.

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