1 de junio 2019
¡Que alguien me explique!
Trump y “su guerra”
La guerra que le acaba de declarar Donald Trump a México tiene todos los ingredientes de un conflicto fabricado. Algunos analistas cercanos a la Casa Blanca dicen que el llamado Gran Negociador montó una operación para distraer la atención de sus múltiples abusos y de paso sentar a México a negociar. Pero más allá de las políticas migratorias mexicanas y de distraer algo muy casero, lo que de verdad quiere Trump de México es que no entremos en romance comercial con China
Por Ramón Alberto Garza
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Hay una película llamada “Wag the Dog” en la que dos comunicadores al servicio del presidente de los Estados Unidos buscan sacarlo de un tremendo lío sexual con una menor a 10 días de jugarse la reeleción.
Y la mejor ocurrencia que tienen es “inventar una guerra”, fabricando en un estudio de televisión toda la trama para venderle a los ingenuos norteamericanos que hay que unirse para enfrentar al enemigo. Olvídense del abuso sexual.
Viene la anécdota a cuento porque la guerra que le acaba de declarar el presidente Donald Trump a México tiene todos los ingredientes de una “guerra comercial” fabricada.
Todavía ayer muchos veían con asombro la traición que significaba que el vecino que tanto elogió el acuerdo final del nuevo T-MEC, saliera como aguafiestas.
Y en uno de sus arranques tuiteros desconociera de facto el nuevo tratado comercial y anunciara aranceles a los productos mexicanos, mientras el gobierno mexicano no frene la migración.
Algunos analistas cercanos a la Casa Blanca dicen que el llamado Gran Negociador montó una operación “Wag the Dog” para distraer la atención de sus múltiples abusos y de paso sentar a México a negociar.
Distraer la atención ante la controvertida comparecencia del fiscal Robert Müller, quien por primera vez desde que inició la investigación del Russiagate daba la cara para explicar si había o no colusión entre Trump y Putin.
Hay que reconocer que en los hechos les funcionó. Y los titulares de los principales medios norteamericanos cambiaron la agenda por la del fuego sorpresivo contra México.
Por supuesto que el presidente Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, tenían bien calculado que el presidente Andrés Manuel López Obrador no iba a gancharse y que mandaría a su canciller Marcelo Ebrard a negociar.
Pero más allá de las políticas migratorias mexicanas y de distraer algo muy casero, lo que de verdad quiere Trump de México es que no entremos en romance comercial con China.
En concreto, eliminar la posibilidad de que sea México –a la par de Canadá, el Reino Unido, Francia y España- las primeras naciones en las que China instale su avanzado sistema de telecomunicaciones 5G.
Esa revolución tecnológica, que obliga a reemplazar los equipos de 4G, viene no solo operada sino también financiada por los chinos, a través de grandes corporaciones globales como Huawei.
Y lo que es todavía mejor, sería financiada por el casi trillón de dólares de bonos del Tesoro norteamericano que el Banco Central de China tiene en sus reservas.
Es decir, el enemigo se va a apoderar de las nuevas tecnologías con dólares que guardaron de su superávit comercial con Estados Unidos.
Ni el presidente Trump, ni los tecnólogos de Silicon Valley y mucho menos los creadores de la última burbuja de Wall Street, quieren que China se apodere de la nueva ola tecnológica que dominará al mundo en el futuro más cercano. Es un hecho que sucederá a más tardar en los próximos cinco años.
Por eso el presidente Trump se está enfrentando con sus aliados de la Unión Europea… y ahora le toca el turno a México. El grito de guerra es T-MEC sí, China nó.
Si eso lo entienden en Palacio Nacional sabrán cómo lidiar mejor con “la guerra de los migrantes” que desplazó al fiscal Müller y la colusión del Russiagate de la atención nacional.
De paso Trump se crea un nuevo campo de batalla para la madre de todas las batallas: la elección presidencial 2020.
¿Lo reeligen o no? A lo mejor la “guerra de los migrantes” y el muro invisible no le alcanzan y tendrá que crear un conflicto en Iraq, como lo hizo George Bush padre con la Guerra del Golfo Pérsico. Pero ni así le alcanzó. Veremos.
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