18 de febrero 2025
¡Que alguien me explique!
Trump y AMLO: rostros iguales
Todavía no cumple un mes en la Casa Blanca y cada día, Donald Trump acaba por parecerse más a Andrés Manuel López Obrador. Uno desde la derecha, el otro desde la izquierda, pero acaban por ser lo mismo
Por Ramón Alberto Garza
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Todavía no cumple un mes en la Casa Blanca y cada día, Donald Trump acaba por parecerse más a Andrés Manuel López Obrador. Uno desde la derecha, el otro desde la izquierda, pero acaban por ser lo mismo.
Siete son las coincidencias de ese par de mandatarios ególatras, megalómanos y narcisistas que sólo tienen una visión de las cosas: la que ellos imponen sin derecho a réplica.
1.- “ME ROBARON LA ELECCIÓN”
Cuatro años después de la elección de 2020, Donald Trump insiste en que Joe Biden le robó la elección. Y a pesar de que fue el ahora inquilino de la Casa Blanca quien negaba haber enviado a los anarquistas a tomar el Capitolio, el 6 de enero de 2021, buscando asestar un golpe al estado democrático, acabó ahora como presidente indultando a todos los que estaban detenidos, encarcelados, por ese intento golpista.
Nada diferente a lo que sucedió en 2006 y 2012 con Andrés Manuel López Obrador, quien no se cansó de decir una y otra vez que le robaron la elección. Primero con Felipe Calderón y luego con Enrique Peña Nieto.
2.- DOS AUTÓCRATAS VENGATIVOS
Tanto Donald Trump como Andrés Manuel López Obrador asumieron el poder sólo para vengarse de aquellos a los que acusan de robarles lo que les arrebataron. Y lo que es todavía peor, en esa sed de venganza, instalar una autocracia en la que se desafía el Estado de Derecho. A ninguno le gusta aquello de que “la Ley es la Ley”. Su palabra, invocando al pueblo o al “we, the people” es lo que vale. Y ellos encarnan al pueblo.
3.- TRES PODERES COOPTADOS
En México, Andrés Manuel López Obrador operó horas extras con sus impresentables cómplices y con carretadas de “donativos” para adueñarse de los Tres Poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Todos bajo el manto de Morena. Sin capacidad de replicar.
Lo mismo sucedió en Estados Unidos, en donde Donald Trump nadó a contracorriente y no sólo se adueñó del Poder Ejecutivo, sino del Legislativo y del Judicial. Todo gravita hoy en la órbita del Partido Republicano, sin márgenes para negociar con los Demócratas. Con la diferencia de que allá existen republicanos que sí desafían a su presidente en turno. Todavía tienen conciencia.
Tanto en México como en Estados Unidos, los monolitos políticos dictan las reglas del juego, por más absurdas y descabelladas que parezcan. El guion se escribe sin ayudas en Palacio Nacional y en la Casa Blanca.
4.- NUEVAS MESAS DE PODER
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador reemplazó la mesa de poder “neoliberal” por la mesa de poder de la Cuarta Transformación. Incluyó como nuevos apoyos a los militares incondicionales, comprados con obra pública oscura; a los cárteles que les dio inmunidad casi total y dominio territorial; así como inundó de contratos sin licitación a su clan de empresarios favoritos, a los que antes llamaba “Mafia del Poder”. Desde Morena instaló una élite privilegiada de la izquierda radical para garantizarse un fusible, en caso de que su sucesora buscara vida política propia.
En Estados Unidos, Donald Trump no se quedó atrás. Le restó poder a la mesa del Pentágono, de Wall Street, de las corporaciones de energías alternativas y a las agencias de Inteligencia y al Street Media de la radio, la prensa y la televisión. En su lugar está instalando a una privilegiada tecno-oligarquía, está pactando una alianza con los dueños del algoritmo, anunció privilegios para las compañías petroleras e intenta fortalecer a las criptomonedas como alternativa de inversión y especulación por encima de Wall Street.
5.- GABINETE INCONDICIONAL
En México, Andrés Manuel López Obrador arrancó con un gabinete esperanzador. Romo, Sánchez Cordero, Scherer, Clouthier y Durazo, entre otros. Pero no pudo acostumbrarse a que le negociaran o desafiaran sus opiniones. Y al segundo año encogió a su gabinete para incluir personajes de más bajo perfil que no le cuestionaran sus decisiones.
En Estados Unidos, Donald Trump no repitió a ninguno de sus colaboradores de Gabinete que lo acompañaron en los primeros cuatro años de Gobierno. Todos operaron en su contra para buscar impedir que se volviera a elegir en 2024. Acusaron que era un autócrata y tirano. El inquilino de la Casa Blanca decidió renovar todo su staff y, salvo honrosas excepciones, colocó en las posiciones clave de su nuevo gobierno a personajes empoderados y muy cuestionados, que le están dando problemas. El multimillonario Elon Musk es un claro ejemplo.
6.- DESPRECIO A LA OPOSICIÓN
En México, Andrés Manuel López Obrador hizo de los ataques a la oposición su deporte favorito. Jamás se reunió con quienes no pensaban como él, con quienes tenían otro punto de vista, con quienes buscaban un diálogo para un mejor entendimiento. Ni con los líderes de los partidos, ni con los senadores, ni con los diputados, ni con los empresarios cuestionadores, ni con los medios que le pedían explicaciones. Y, al final, ni con la Suprema Corte. Estás conmigo y si no, asumo que estás contra mí.
Nada diferente a lo que hoy hace Donald Trump, que insulta un día sí y otro también a los demócratas, le falta el respeto a su antecesor Joe Biden y se va contra los medios que no son sus incondicionales. El inquilino de la Casa Blanca sólo recibe a quienes sabe que le van a dar por su lado.
7.- GOBIERNOS DE REDES
Andrés Manuel López Obrador hizo de su conferencia Mañanera su púlpito para encender diariamente una hoguera para calcinar a la crítica, a sus detractores, pero, sobre todo, para minar el campo de mentiras, de datos falsos que fueran música para los oídos “del pueblo bueno y sabio”.
Donald Trump ya les tomó el gusto a las conferencias en vivo en la Oficina Oval, en donde aglutina periodistas a los que ignora si los considera adversarios o a los que privilegia si son de sus cadenas favoritas, como Fox News. Y también propala discursos de mentiras, con cifras falsas, fabricadas en su mente.
En ambos casos, su prioridad es ignorar al llamado Street Media -los medios tradicionales- para darle paso a las redes sociales, que son menos exigentes y más maleables.
Está claro, pues, que no importa si se es de derecha o de izquierda. El perfil psicológico del político autócrata acaba por ser igual desde un extremo o desde otro. Y esto apenas empieza. ¿Quién se parece más a quién? ¿Trump a López Obrador o López Obrador a Trump?
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