Trump perfila triunfo y controla el Senado

Donald Trump se perfila como el ganador absoluto de la elección presidencial de Estados Unidos. El republicano habría logrado una hazaña que sólo un presidente ha podido conseguir en la historia de la democracia norteamericana: regresar a la Casa Blanca después de haber perdido una elección.

La diferencia es que ahora Trump gobernará sin contrapesos: el Partido Republicano recuperó el control del Senado y es altamente probable que también gane la mayoría en la Cámara de Representantes. Además, ya no estarán los generales y los miembros del Estado Profundo, como John Kelly o Mark Milley, para limitar las locuras del emperador naranja. No habrá adultos en la Oficina Oval. En cambio, tendrá a su lado a Elon Musk.

A esto se suma el empuje de una Suprema Corte conservadora que decretó inmunidad para acción ejecutiva y una promesa de campaña que Trump no olvidará: desmantelar al independiente Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Hace 24 horas, el mundo contemplaba una elección cerrada y los mercados apostaban a un triunfo de la candidata demócrata Kamala Harris. Ahora, estamos frente a una posible avalancha republicana, un “carro completo” como se le llamaría en México.

¿Cómo llegamos a este punto? Los resultados de Florida ofrecen una respuesta parcial: Trump ganó el estado por 13 puntos porcentuales. De la mano del gobernador Ron DeSantis, el otrora estado bisagra se convirtió en un bastión rojo profundo del Partido Republicano. El dato de Florida se interpretó como una señal de que las encuestas estaban subestimando a Trump.

La hipótesis se comprobó horas más tarde. En la madrugada del miércoles, Trump había asegurado el triunfo en los estados clave del sur que le dieron la victoria a Joe Biden en la elección de 2020, Georgia y Carolina del Norte. Además, el candidato republicano adelantaba en los cinco estados bisagra que Harris requería para mantener viva la esperanza de un regreso demócrata: Arizona, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.

El regreso de Donald Trump tiene muchas explicaciones: el triunfo de los republicanos en las guerras culturales; el costo político que cargó el gobierno de Biden por la inflación; el fiasco de la política de migración de esta administración; la incompetencia de los demócratas para sustituir eficientemente a un candidato decrépito; los liberales que no salieron a votar como protesta por la Guerra de Gaza y el creciente arraigo de la comunidad latina en el proyecto del Partido Republicano. En el 2020, el 32 por ciento de los electores latinos votaron por Trump. En el 2024, esa cifra ascendió a 45 por ciento. Un repunte masivo.

De ratificarse oficialmente al cierre del conteo electoral la victoria de Trump sobre Harris, así como el dominio del Partido Republicano en ambas cámaras del Congreso, Estados Unidos emularía -desde la derecha- a su vecino México, que tiene el dominio de la Presidencia, de las dos cámaras y, ahora, de la Suprema Corte a través del izquierdista partido Morena.

El mandato de Trump es claro: implementar un programa masivo de deportación, establecer una política comercial proteccionista de aranceles elevados, recudir la tasa de impuesto empresarial y poner fin a la guerra de Ucrania para enfocarse en la frontera sur. Los planes auguran una etapa oscura para la relación bilateral y para el gobierno de Claudia Sheinbaum.

Detrás de Trump se ha formado una coalición que apoya la designación de los cárteles como organizaciones terroristas, la asignación de México a la jurisdicción del Comando Sur del Ejército y una legislación que otorga facultades de intervención militar en territorio mexicano a la Casa Blanca. Para México, todo cambiará a partir de enero.